Expresidente nacional de la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (ACCOE) de 2007 a 2012
Empiezan otra vez las protestas de agricultores y ganaderos con tractoradas y manifestaciones expresando el malestar general y la poca rentabilidad de sus explotaciones. Quizás tendrían que estudiar otros modos de protesta pues, de estos, los políticos hacen poco o ningún caso.
Los precios del cereal y leguminosas si no ponen aranceles no van a subir aunque el Gobierno ponga leyes de vigilar los precios de la cadena alimentaria. Lo único que han conseguido es hacer más papeles y sancionar al que no los haga. Se están aniquilando los rebaños de ovejas, sector que debía estar fuertemente subvencionado, pues produce leche, queso y lechazo, que luego tendremos que importar.
El vacuno, en provincias como Cantabria, Asturias y Galicia ha tenido una reducción muy grande, ya empieza a escasear la leche en estas zonas y, por supuesto, la carne.
En España tenemos que producir estos alimentos, sin tantas leyes o reglamentos como nos ponen. Todo reglamento, ley u orden deben ser consensuadas con los afectados, agricultores ganaderos, comerciantes, etc. Si no aporta beneficio no se pone.
Quienes dictan estas leyes son gente de ciudad que ordenan al agricultor cómo tiene que sembrar sus fincas, al ganadero cómo ordeñar sus vacas y al pastor cómo cuidar su perro. ¿Tiene esto lógica? Pues no.
Tenemos reciente las gallinas en EEUU. A las camperas que crían en el suelo, les entró la gripe aviar y murieron en cantidades enormes, los huevos muy caros, y a las de jaula como están bajo techo no les entró la enfermedad.
El Gobierno, de una vez por todas, tiene que resolver estos problemas.
Agricultores y ganaderos, poco más del 5% de la población activa, mantiene al 100% de la población y qué mal se le trata.