Vidapropia y la Misión Regional de Castilla empoderan a mujeres en Paita con formación en costura y campañas sanitarias para combatir la pobreza
Jesús García-Prieto / ICAL
En la localidad de Guardo emerge una historia de compromiso humano que trasciende fronteras y océanos. La Misión Regional de Castilla, un proyecto del Obispado de Palencia liderado por el misionero Domingo García, natural de Santa Ana, cerca de Santibáñez de la Peña, lleva 35 años trabajando incansablemente en Paita, una de las regiones más castigadas del norte de Perú. Desde 2023, esta misión ha encontrado un aliado poderoso en ‘Vidapropia’, una marca de moda sostenible creada por Mónica Calderón y Sandra Fernández, dos mujeres que han combinado su pasión por la sostenibilidad, la salud y el empoderamiento femenino para llevar esperanza a comunidades marcadas por la pobreza extrema.

Domingo García, un cura originario de Santa Ana, ha dedicado más de tres décadas a la Misión Regional de Castilla, un proyecto que depende del Obispado de Palencia y opera en países como Bolivia y Perú. En Paita, una ciudad costera golpeada por el desempleo y la pobreza, la misión trabaja en asentamientos humanos periféricos, áreas donde la falta de servicios básicos como agua potable, electricidad o alcantarillado agrava las condiciones de vida. Estos asentamientos, fuera de la planificación urbana, son hogar de familias que luchan diariamente por sobrevivir en un contexto donde el cambio climático ha devastado la industria pesquera, principal fuente de empleo en la región.
La misión no solo se centra en la labor pastoral, con actividades como catequesis, misas y comuniones, sino que ha desarrollado un robusto componente social. A través de comedores populares, ollas comunes, programas educativos para adultos y talleres de formación, la Misión Regional de Castilla ofrece soporte a las personas más vulnerables, especialmente mujeres y niños. “Es un trabajo tremendo”, destaca Mónica Calderón, enfermera y copropietaria de Vidapropia, quien se unió al proyecto en 2023. “La misión no solo lleva la fe, sino que da herramientas concretas para mejorar la vida de estas comunidades”.
El proyecto en Paita comenzó en 2023 con un enfoque claro: abordar las necesidades básicas de salud de los niños y adultos en los asentamientos. Mónica Calderón, con su experiencia como enfermera, lideró una campaña de cribado de anemia y parasitosis infantil que atendió a 227 niños. Los resultados fueron reveladores: una alta prevalencia de parásitos intestinales, consecuencia directa de la falta de acceso a agua limpia. “Tratar a los niños no es suficiente si las condiciones que causan los parásitos persisten”, explica Calderón. Este diagnóstico llevó al equipo a diseñar una campaña innovadora de purificación de agua doméstica, utilizando un método sencillo, eficaz y económico: desinfección con lejía apta para consumo humano.
Esta iniciativa no se limitó a la distribución de insumos. En colaboración con el Colegio de Enfermería de Palencia y el de Piura, se organizaron talleres para formar a enfermeros locales en técnicas de desinfección y manejo de agua. “Queríamos que la solución fuera sostenible, que las comunidades pudieran replicarla sin depender de nosotros”, señala Calderón. El impacto fue inmediato: las familias comenzaron a tener acceso a agua más segura, reduciendo la incidencia de enfermedades parasitarias y mejorando la calidad de vida de los niños.
Paralelamente, la optometrista palentina Vicky Alonso, se sumó al proyecto con una campaña de salud visual que marcó una diferencia significativa. En 2023, realizaron cerca de 400 revisiones oftalmológicas, identificando problemas de visión que afectaban la escolarización de los niños, el desempeño laboral de los adultos y la capacidad de las personas mayores para realizar actividades diarias. Las gafas, donadas por personas en Guardo y el resto del país, fueron catalogadas y entregadas directamente a quienes las necesitaban. En casos de graduaciones específicas, se utilizaron monturas recicladas y se adquirieron lentes nuevas. En 2024, la campaña creció, atendiendo a más de 600 personas gracias a una mejor organización. “Es increíble ver cómo algo tan simple como un par de gafas puede cambiar la vida de una persona”, reflexiona Calderón.

El proceso de recolección de gafas es un esfuerzo colectivo. “La gente nos dona sus gafas usadas, las que ya no necesitan porque cambiaron de graduación o se les quedaron pequeñas. Las clasificamos y las llevamos a Paita. Si alguien necesita una lente específica, usamos las monturas donadas y solo compramos las lentes”, explica Calderón. Este enfoque no solo es práctico, sino que refleja el espíritu de sostenibilidad que define tanto a la misión como a Vidapropia.
El impacto de este proyecto va más allá de la salud. En Paita, la Misión Regional de Castilla ha establecido programas de formación para mujeres en situación de vulnerabilidad, muchas de ellas víctimas de violencia de género. Uno de los más destacados es el taller de costura, que dio origen a ‘La revolución de las personas’, un grupo de nueve mujeres de entre 20 y 65 años que han encontrado en la costura una vía para transformar sus vidas.
El taller, inicialmente enfocado en enseñar técnicas básicas de costura, evolucionó gracias a la intervención de Vidapropia. Mónica Calderón y Sandra Fernández, con su experiencia en moda sostenible, identificaron que las participantes necesitaban más que habilidades técnicas. “Coser es importante, pero no basta. Hay que saber cómo presentar un producto, calcular precios, optimizar procesos y gestionar compras para que sea rentable”, explica Calderón. A través de sesiones presenciales y en línea, impartieron formación en emprendimiento, técnicas de costura industrial, gestión de tiempos y uso de redes sociales para promocionar productos.
El resultado es un proyecto que combina sostenibilidad, economía local y empoderamiento. Las mujeres de La revolución de las personas producen mochilas, bolsos y neceseres utilizando vaqueros reciclados y manta andina peruana, materiales que refuerzan la identidad cultural de la región. El primer pedido de 140 prendas ya está a la venta en la tienda de Vidapropia en Guardo y en su página web (www.vidapropia.com) (www.vidapropia.com), aunque ya quedan pocas prendas. Un segundo pedido está en camino, aunque la burocracia de exportación, como la necesidad de certificados fiscales y el uso del programa Exporta Fácil en Perú, representa un desafío. “El 80 por ciento de la economía en Perú es lo que en España se conoce como en B, lo que complica encontrar proveedores que emitan facturas legales. Pero estas mujeres están dando un paso enorme al formalizar sus procesos”, señala Calderón.
El impacto de este taller trasciende lo económico. En un contexto donde el desempleo, agravado por el declive de la pesca y la construcción de un nuevo puerto cerca de Lima, ha sumido a Paita en la pobreza, estas mujeres han encontrado una salida. “Muchas no tienen estudios básicos, y sus hijos están orgullosos de verlas crecer. Su autoestima se transforma; se sienten capaces de lograr cosas que antes veían imposibles”, cuenta Calderón con entusiasmo. Para las mujeres mayores, la situación es aún más crítica, ya que no existen sistemas de pensiones ni rentas básicas en Perú. La costura les ofrece una oportunidad de independencia en un entorno donde las opciones laborales son limitadas.
Vidapropia: moda sostenible con raíces en Guardo
En el núcleo de este proyecto está Vidapropia, una marca que lleva 11 años redefiniendo la moda desde Guardo. Mónica Calderón y Sandra Fernández comenzaron con una zapatería familiar, pero pronto sintieron que ofrecer productos estandarizados no era suficiente. “Queríamos algo más, algo personalizado, que reflejara nuestra forma de entender la vida”, recuerda Calderón. Así nació Vidapropia, un proyecto que transforma vaqueros donados en bolsos, mochilas y otros accesorios únicos, promoviendo un consumo responsable y reduciendo los residuos textiles.
La filosofía se basa en la sostenibilidad en todas sus dimensiones: ambiental, social y humana. “Cada prenda es diferente, hecha con materiales reciclados y procesos que respetan el medio ambiente y a las personas que los producen”, explica Calderón. En su tienda-taller, ubicada en Guardo, los visitantes pueden ver el proceso de creación, desde el corte de telas hasta la costura. A cambio de donaciones de vaqueros, ofrecen monederos como incentivo, fomentando la economía circular. “No producimos en exceso. Hacemos pequeñas tiradas, y si se venden, hacemos más. Así evitamos acumular stock innecesario”, añade.
Las redes sociales son una herramienta clave para Vidapropia. A través de Instagram, comparten su proceso de trabajo de manera transparente, mostrando cómo convierten vaqueros usados en productos únicos. “No hay trampa ni cartón. Somos nosotras cosiendo, cortando y explicando lo que hacemos”, dice Calderón. Esta cercanía ha creado una comunidad fiel que, aunque no es masiva, apoya activamente el proyecto. Además, Vidapropia utiliza sus plataformas para educar sobre moda sostenible, explicando qué significa un artículo sostenible: durabilidad, fibras ecológicas o recicladas y respeto por los derechos laborales de quienes producen.
El compromiso de Vidapropia con Paita no sería posible sin un esfuerzo colectivo. Además de Mónica y Sandra, hay un equipo de voluntarios, familiares y amigos que apoyan la causa. “Nuestras parejas se han involucrado en Perú. Incluso mi padre, que trabajó en un banco, fue a ayudar con tareas administrativas”, cuenta Calderón. Este espíritu colaborativo está a punto de formalizarse con la creación de Palentinos por Perú, una asociación que busca captar socios, recaudar fondos y estructurar los proyectos de cooperación, donde también está Vicky Alonso. “Necesitamos financiar las lentes para las campañas visuales, que son caras, y otros gastos operativos. Por eso estamos en la fase final de constituirnos como asociación con nuestro propio NIF y registro”, explica Calderón. La asociación permitirá lanzar campañas de recaudación, reclutar socios y canalizar donaciones de gafas y recursos. A través de un grupo de WhatsApp y redes sociales, mantienen informada a su comunidad sobre los avances, invitando a cualquiera a sumarse. “Todos pueden ayudar: donando gafas, haciéndose socios, con aportaciones puntuales o incluso viajando a Perú. Hay espacio para todos”, asegura.
El próximo 4 de junio, Domingo García y una trabajadora de la Misión Regional de Castilla llegarán a Saldaña para compartir su experiencia junto al obispo de Palencia, voluntarios y la comunidad para celebrar los logros del proyecto con música y comida peruana. Este evento será una oportunidad para visibilizar una labor que, desde la montaña palentina, está sembrando semillas de cambio en Paita. Un acontecimiento que se repetirá en Guardo el próximo martes 10 de junio en los locales de la iglesia de Santa Bárbara.
Para Mónica Calderón, el mayor impacto es ver la transformación en las mujeres de La revolución de las personas. “En un lugar donde la desesperanza es el principal obstáculo, verlas emocionarse, intentar cosas nuevas y sentirse capaces es la mayor recompensa. Aunque sean nueve mujeres ahora, es una semilla que puede crecer”, reflexiona. Este proyecto no solo ofrece soluciones prácticas, sino que restaura la dignidad y la confianza en comunidades golpeadas por la adversidad.
Vidapropia y la Misión Regional de Castilla demuestran que la solidaridad no tiene fronteras. Desde la recogida de gafas hasta la formación en costura, cada acción es un paso hacia un futuro más justo. Es posible colaborar con esta iniciativa en la página web www.vidapropia.com, o a través de redes sociales como Instagram, aunque esas inquietudes tienen también un altavoz gracias a la emisora local Radio Guardo, donde se emite el programa ‘Amapolas 2.0’, donde Mónica y Sandra comparten su visión de un mundo más sostenible y humano con un toque feminista y cercano. En palabras de Calderón, “no se trata solo de ayudar; se trata de acompañar y ver crecer a quienes son los verdaderos protagonistas de esta revolución”.









