El músico palentino se ha especializado en investigar, crear arreglos e interpretar un repertorio nutrido en el hydraulis de la Villa Romana La Olmeda
Una fantasía hecha realidad. Así define el músico palentino Alberto Ruiz Pajares el «privilegio» que supone para él haber tenido la oportunidad de estudiar a fondo y armar un repertorio para el nuevo órgano hydraulis de la Villa Romana de La Olmeda, promovido por la Diputación de Palencia y construido por la empresa especializada Acitores Organería y Arte, en Torquemada.
Este multiinstrumentista, formado en piano, órgano y percusión (integrante de la Banda Municipal de Palencia y de varias formaciones folk y jazz, entre ellas Carrión Folk) comenzó a interesarse por este órgano romano único desde el mismo inicio de su construcción, de la que fue testigo de primera mano.
Fue también el encargado de inaugurarlo en La Olmeda en marzo de 2022 y, recientemente, ha viajado de la mano de la Institución Provincial hasta la ciudad de Lyon, donde ha podido interpretarlo ante un público especializado del Instituto Cervantes de la capital francesa, como culminación musical a la charla del maestro organero Federico Acitores.
El hydraulis de La Olmeda es la primera recreación historicista y rigurosa de este tipo de órgano romano, que fue fundamental en toda la vida cultural y social de la época. Y poder ser el primer hydraulés de nuestro tiempo es, para Alberto Ruiz, un honor y una responsabilidad que encara estudiando rigurosamente el repertorio, con arreglos que beben de fuentes documentales y de proyectos de investigación como el European Music Archaeology Project.
Un hydraulés que viaja a Lyon… ¿Cómo ha ido la experiencia?
Pues ha sido muy buena, satisfactoria. Es una experiencia salir fuera, pero más aún salir a un país como Francia y una ciudad como Lyon, donde hay una conexión con la música y con la cultura romana que desconocía. La experiencia en el Instituto Cervantes ha sido muy buena en lo profesional, lo artístico y lo personal, de la mano de la Diputación, con la delegación encabezada por su presidenta, Ángeles Armisén, y con Federico Acitores.
Aunque es un instrumento de miles de años de antigüedad, escucharlo en un concierto es nuevo para cualquier público, puesto que no existía ninguna recreación rigurosa hasta ahora. ¿Cómo es?
La conexión en lo que respecta al órgano parece que es cercana, pero en realidad estamos conectando con algo que realmente solo estaba en los escritos, en mosaicos y en documentos… La verdad es que es sorprendente incluso para el que está dentro del mundo del órgano. Pero sobre todo para la gente de fuera: cuando conoce un poco la historia, de dónde provenía el instrumento, cómo se ha construido esa fantasía convertida en realidad desde el taller de Organería Acitores… Y también en relación a su sonido, por lo que humildemente hemos podido hacer en la parte artística de interpretación, indagando en qué podíamos tocar, cómo teníamos que transformarlo para adaptarlo a Hydraulis y cómo había que acercarlo al público para que fuera “digerible”.
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¿Cómo surge tu acercamiento a este instrumento y cómo es ese proceso de investigación y adaptación del repertorio?
Me enteré de que se estaba poniendo en marcha este proyecto hace unos años y me fui involucrando al empezar a buscar referencias y fuentes, que no son demasiadas… Y me pareció apasionante. Lo hablé con Abel Acitores, de la organería, con quien tengo mucha conexión por los grupos de música en los que ambos colaboramos. Por mis estudios de percusión, piano y órgano en el Conservatorio, sentí interés por intentar aportar mi grano de arena. Y como era necesario que alguien tocara el instrumento una vez estuviera construido, comencé a centrarme en investigar, probar y estudiar todo lo relacionado con una parte de la música que queda muy lejana en el tiempo.
¿Qué es lo primero que te hace conectar con el hydraulis?
Pues la lejanía con el propio instrumento, aunque resulte contradictorio. Te evoca instrumentos o sonidos que son tan antiguos que, contrariamente a lo que podría parecer, hacen que conectes con tu vocación inicial de ser músico. Es esa extrañeza de la interpretación de las propias obras las que te acercan más a él.
El hydraulis tiene una afinación antigua, no tiene teclas negras… Nada que ver con los instrumentos de tecla contemporáneos
El acercamiento fue inicialmente complicado porque la técnica pianística u organística no es la más adecuada. Su sonido, por el sistema griego de afinación, nos acercan más a las escalas modales que a las tonales. Y las palas, las propias teclas, tienen unas particularidades técnicas y de ejecución que requieren bastante adaptación. Tuve que hacer un gran entrenamiento inicial en el taller de organería para poder ir probando todas esas piezas y adaptaciones para poderlas acercar al público. Además, no hay música específica hecha para hydraulis, sino para música con instrumentos antiguos de viento (corno de pompeii, aulós…) o interpretación vocal. Tuve que adaptarlo y aplicar una especie de armonía a base de notas pedal, de bordones o de dobles notas, basándome en los libros de referencia sobre la música griega y romana y en fuentes como las publicadas por el European Music Archaeology Project.
«La experiencia en el Instituto Cervantes de Lyon ha sido muy buena en lo profesional, lo artístico y lo personal»
¿Y el sonido resultante lo encaja bien el público?
Hoy en día se utiliza tanto la música tonal como la modal: este tipo de sonidos antiguos están de alguna manera presentes en el folk, el jazz… Eso permite una conexión entre todos los estilos, la música de ahora y la música de la antigüedad. A la hora de abordar el hydraulis, conseguir esa conexión entre lo de antes y lo de ahora era fundamental.
La primera vez que tocas el Hydraulis en público es en la inauguración en la Villa Romana La Olmeda. ¿Ha crecido tu repertorio desde entonces?
El inicio fue el Epitafio de Seikilos, esa losa funeraria que todos estudiamos en Historia de la Música y que nos dicen que es el punto de partida para conocer la música de la Antigüedad y que nos recuerda que tenemos que aprovechar el tiempo y vivir la vida. A eso se suman otras dos piezas, una del 1.400 a.C. y otra de en torno al año 126 a.C… Y ese repertorio se va ampliando con piezas propias de esos siglos y posteriores, del periodo bizantino e, incluso, arreglos contemporáneos de expertos como Justus Wilberg de la Universidad de Nuremberg. Hay que tener en cuenta que hay menos de 70 piezas de aquella época y además están incompletas: unas aparecen en papiros, en piedras esculpidas… Son restos incompletos que hay que organizar y adecuar, y nos van llegando de la mano de expertos como Wilberg. Esas ideas nos sirven también para conectar con el presente y crear un volumen de repertorio importante para hydraulis.
¿Y cuál será el futuro de este nuevo órgano romano del siglo XXI?
A partir de ese repertorio y esas adaptaciones, el futuro dependerá de las capacidades y las ganas que tenga cada intérprete de investigar y trascender los límites. Por ejemplo, en estos primeros años en La Olmeda, además de la interpretación que los alumnos de la Escuela Provincial de Órgano de Palencia (EPOP) llevan a cabo un sábado al mes, se han hecho experiencias como una exposición de una decena de piezas junto con la organista Ana Isabel Aguado, una referencia en Palencia, y la soprano Natalia Bravo, con un acompañamiento de percusión básica. Fue una experiencia muy bonita que espero tenga continuidad, y también una primera evolución de esa investigación inicial que hemos hecho en torno al instrumento.
Y mientras tanto, es importante seguir divulgando
En todos los conciertos, incluido el de Lyon, la interpretación se une con una exposición sobre la historia del instrumento, para dar a conocer cómo funciona, de dónde viene y por qué hacemos todo esto en un instrumento tan lejano. Para mí es muy importante y pongo todo mi trabajo de investigación a disposición de quien quiera conocerlo y continuar estudiando. Creo que es el deber de todos los que estamos involucrados en este proyecto.
Hay que señalar que el inicio de todo esto parte de la Diputación Provincial de Palencia, que ha sido la que ha permitido convertir en realidad una idea que podía tener su base con nuestro patrimonio, como el de la Villa Romana La Olmeda. Si no es por Diputación, hubiera sido imposible. Pero no se ha quedado en la construcción del hydraulis, sino que está trabajando en la investigación posterior, en los conciertos y en la divulgación tanto en La Olmeda como con esta experiencia en Lyon y otros proyectos que están surgiendo. Esto, sin duda, es un punto de partida muy interesante para conocer el hydraulis en el contexto de esa conexión de Palencia con el mundo romano.







