PaCO Magazine estuvo entre el público del concierto tan especial que Pedro Pastor ofreció en Tariego de Cerrato el pasado sábado. Ésta es su crónica
Dice Pedro Pastor que son tiempos difíciles, los que nos toca vivir en estos momentos. Tiempos complejos. Tristes. Tiempos de guerras que, aunque puedan parecer lejanas, las podemos seguir al minuto con nuestro inseparable teléfono. Pero también dice que la felicidad, que la alegría, es una forma de resistencia. Ante tanta desazón.
Y eso trajo. A nuestra tierra. Resistencia. Como parte de todo lo que este cantautor contó entre cante y cante. Lo que dijo entre tema y tema en el pabellón municipal de Tariego de Cerrato, localidad que acogió al joven artista entre algodones porque, entre otras cosas, algo especial vincula a la familia Pastor con el municipio palentino. De ahí que no extrañe que su padre, el también cantautor Luis Pastor, hubiera ofrecido otro concierto hace apenas dos meses, en el mismo lugar.
El de Pedro Pastor el pasado sábado fue, más que un concierto, una cita entre gente que tenía ganas de bailar, reivindicar y escuchar cómo un chico de 30 años iba desgranando, poco a poco y con toda la gracia y la pericia de un experto, parte de su enorme repertorio. Un cajón de canciones delicadas, preciosas, graciosas, jocosas y, cómo no, autobiográficas. Porque siempre hay algo en las canciones de los trovadores, de antes y de ahora, en las que uno puede intuir que sí, que sufren, ríen, echan de menos o les da mucha rabia que haya frentes y trincheras que aparecen en los telediarios para, simplemente, decirnos una fría cifra de fallecidos.

Talentoso e inquieto musicalmente, sonriente en todo momento y con ganas de que la gente se lo pasara bien por un buen rato, Pedro Pastor subió al escenario del pabellón de Tariego de Cerrato tras pasear y cantar entre los asistentes, toda una declaración de intenciones: no vino a nuestra tierra a ofrecer un repertorio programado sin más, sino a sentir que es en los pequeños lugares donde más complicidad se da entre quien canta y quien escucha.
Sólo los locos viven la libertad, Sapiens, Los olvidados, Viva la libertad o Escorpiano fueron algunos de los temas que ofreció durante su espectáculo, una montaña rusa de emociones que hizo que la gente sufriera y riera a la vez.
Y es que los asistentes tenían ganas de bailar, hasta de saltar cuando Pedro Pastor o su gran acompañante, Álvaro Navarro, golpeaban con las manos sus guitarras a modo de percusión. Una forma alegre de decir que era momento de hacer vibrar los corazones de todas aquellas personas que acuden a un concierto con muchas ganas de volver a casa con una sonrisa en la cara por lo escuchado. Lo danzado. Lo vivido.
Momentos especiales
Si la alegría es una forma de resistencia, según el cantautor, entonces lo que se vivió el sábado fue toda una revolución. Porque la alegría se desgranó en pequeños destellos, instantes únicos, especiales, en este evento organizado por la Asociación Cultural Momentos, un gran ejemplo de que la cultura de primera línea tiene perfecta cabida en el rural.

Momentos especiales, incluso antes de que el joven músico subiera al escenario: la precedía, en calidad de telonera, la palentina Aire Conesa, residente en la provincia de Cádiz y retornada a su tierra para sorprender al público con su espectacular timbre vocal y su enorme técnica y expresividad, a capella o acompañada únicamente por su guitarra. Se atrevió la palentina, incluso, a versionar la canción Amar del protagonista de la velada.
Y gustó tanto, que Pedro Pastor la invitaría después a subir al escenario y volverla a cantar, esta vez a dúo. «Ha salido así de bonito porque no lo habíamos ensayado», bromeaba al terminar, ante un público atónito y con la piel erizada después de escuchar la bonita conjunción de ambas voces. Y, ante un ambiente tan íntimo y relajado, el también compositor se atrevió, incluso, a estrenar un tema de su próximo disco.

Antes de volver a la senda del folk y la alegría, Quererte o El baile, también fueron títulos que se pudieron escuchar en una sala que no dejó de aplaudir al madrileño quien, tal vez, nada más acabar su concierto, cogió su móvil para decirle a su padre que la gente de Tariego de Cerrato le había acompañado en uno de esos conciertos imprescindibles para los grandes artistas como Pedro Pastor, independientemente de la edad o de los álbumes publicados.
Personas muy mayores que acudieron y no dudaron en ponerse de pie y bailar no entienden de Spotify. Entienden de ausencias. De lágrimas. De memoria. Por eso, durante un buen rato, se vieron tantos ojos vidriosos como risas. Emociones, sencillamente. Como la vida misma que Pedro Pastor resume, describe o nos recuerda.



