Carrión Folk Báilalo Palencia San Antolín. Fotos: Aida Acitores

Con más de tres décadas de trayectoria, Carrión Folk demostró anoche por qué es uno de los grupos palentinos más reconocidos a nivel nacional, respaldados por una Plaza Mayor abarrotada

El grupo palentino Carrión Folk vivió anoche uno de los momentos más mágicos de sus casi tres décadas de historia: la presentación del disco Báilalo en el marco del Festival A Concejo de las fiestas de San Antolín, arropada por un público multitudinario y entregado en la Plaza Mayor y por una veintena de colaboradores entre danzantes, mascarones, pandereteros y dulzaineros.

Bellas letras, cargadas de esa poesía sencilla y auténtica que se hacía antaño en los pueblos, entretejidas con ritmos pegadizos y melodías inspiradas componen este nuevo disco, que en el directo de anoche se desgranó entre otros temas conocidos de la formación palentina. Canciones populares que el grupo palentino elabora para dar una nueva vida a la herencia recogida de lugares como Velilla del Río Carrión, Acera de La Vega, Terradillos de los Templarios, varios rincones de Zamora y León… O la vecina, tan cercana, Portugal.

Carrión Folk está compuesto por Pedro Pablo Abad y sus hijos Pablo, Ángel y Alfonso, Samuel Villarrubia, Andrés Flórez y Alberto Ruiz, con la preciosa voz de Ana Guitérrez al frente de las canciones. Báilalo está compuesto por 11 temas llenos de energía y ritmo, con una enorme variedad de instrumentos y percusiones que invitan a mover el cuerpo y levantar el ánimo. Una fiesta musical que cobra vida en conciertos como el de anoche, donde juegan, nada menos, que con una treintena de instrumentos diferentes, que suenan en todo su esplendor gracias al trabajo del técnico de sonido Abel Acitores.

Canciones rescatadas

Años, décadas, de silencio, han estado a punto de condenar a nuestra música popular a una pena de muerte sin redención. Por eso nunca será suficientemente reconocida la labor de los folcloristas, como Pedro Pablo Abad, fundador de esta prestigiosa formación de folk hace casi 30 años. O como sus hijos, hoy líderes de este proyecto, junto con los compañeros imprescindibles que se han ido sumando a este viaje a través del tiempo.

Carrión Folk, quizá con menos reconocimiento del que sin duda merecen, son los principales embajadores de la música que dio a luz el mundo rural palentino y uno de los protectores del folclore de otros territorios del entorno

Las bellísimas melodías entonadas con la delicadeza de Ana Gutiérrez, apoyadas en una armonía audaz, una instrumentación generosa y, esta vez especialmente, en mucho ritmo, prometen acelerar multitud de corazones en plazas y teatros, de la mano de una formación musical de dilatada trayectoria y solvencia que es famosa por sus actuaciones en directo, ya más habituales fuera de la provincia que dentro. Carrión Folk, quizá con menos reconocimiento del que sin duda merecen, son los principales embajadores de la música que dio a luz el mundo rural palentino y uno de los protectores del folclore de otros territorios del entorno.

A través de canciones como En el balcón de mi dama, la percusión y las dulzainas nos invitan a obedecer, sin rechistar, al imperativo de su título: Báilalo. Un disco en el que esta formación fundada en Dueñas en 1996 lleva trabajando desde el año 2019, con algunos de los arreglos ya “probados” en sus conciertos.

«Queríamos escuchar los temas, jugar con ellos en los conciertos y, así, ya tomar decisiones sobre ellos para finalmente grabarlos», explica Alfonso Abad, quien además es productor musical en su propio estudio, Eldana, en Dueñas, donde todo ese proceso sucede.

En este proyecto, Carrión Folk da un paso más al reinterpretar esas canciones rescatadas in extremis en nuestros pueblos por los folcloristas del siglo XX, como Joaquín Díaz o el compositor palentino Guzmán Ricis.

Juega con la música como lo hacía la gente antaño: las canciones no pertenecían a nadie, sino que se escuchaban y repetían, se cambiaban, se hacían propias. Como sucede en la canción titulada Cabrerillo, recogida en Acera de la Vega. Tal y como explica la agrupación en el libreto, alguien del pueblo escuchó este tema en la radio y, sencillamente, comenzó a cantarlo a su manera. «Cuando empezamos investigar sobre una canción, te das cuenta de que hay otra muy similar en Zamora, y en Extremadura, porque quizás viajó a través de la Ruta de la Plata». Porque la música, antaño, era verdaderamente libre y universal. Y ese espíritu lo desarrolla Carrión Folk, especialmente desde que Alfonso Abad se hizo cargo de los arreglos.

Habían grabado dos discos, Enramada (1998) y Música de la Catedral de Palencia (1999). Y con el tercer trabajo, Sube al árbol (2007), comienza la línea que marcará su identidad. «Hicimos unos arreglos que tiraban un poco más al pop de la época», para continuar con Tradiciones Vivas en 2017, donde arropan los temas populares con armonías y melodías «fáciles a los oídos de todos los públicos», jugando con instrumentos tradicionales, clásicos y actuales. Al compaginar Carrión Folk con el trabajo propio de Eldana como estudio de grabación, el proceso compositivo es diferente: pueden grabar, regrabar y arreglar una y otra vez, refinando el resultado hasta la excelencia.

Pero también lo logran gracias a la complicidad entre los integrantes de la banda. «Preparaba el arreglo y lo presentaba al grupo en maquetas. Pero a veces le faltaba algo. Eso sucedió con Cabrerillo, por ejemplo. Samuel lo trabajó con Andrés y lo vieron de otra manera. Toda esa producción, pese a que es mucho más compleja, te permite expresarte de otra manera».

Canciones que a menudo son una miscelánea de temas populares. Una estrofa de aquí mezclada con un estribillo de allá terminan por componer una pieza totalmente vigente para cualquier oyente del siglo XXI. Como sucede con el tema En el balcón de mi dama, que bebe de un canto de boda de Cerezal de Aliste (Zamora), una ronda de Val de San Lorenzo (León) y un canto de trabajo de Robleda (Salamanca). «En las grabaciones antiguas a veces solo se conservaba una parte, pero esa parte era preciosa. ¿Qué haces con ella?». Crear a partir de esos fragmentos es una forma de rescatarla, aprovechando las instrumentaciones, coros, percusiones y los guiños a la música contemporánea para traerla al siglo XXI. «La prioridad siempre es preservar la melodía».

Adaptaciones que se hacen también en las letras «porque hay expresiones que ya no están vigentes. En la música popular te encuentras, por ejemplo, referencias a la violencia que hoy en día no se comprenderían».

‘Pingajo’

En este disco, una de las canciones protagonistas es Pingajo, uno de los bailes más conocidos de la Tierra de Campos, El Cerrato y La Vega. Una pieza que escogieron tras leer sobre ella en un artículo de la revista Folclore Musical Palentino firmado por Luis Guzmán Rubio y Pedro Pablo Abad, que recuperaba la armonización del maestro palentino Guzmán Ricis. Un pequeño homenaje a los folcloristas que han preservado la memoria musical de la tierra hasta hoy.

La investigación se enriquece del trabajo de Pedro Pablo en las fuentes históricas, de su hijo Alfonso en las partituras, y de Samuel Villarrubia a través de proyectos como Son Para Recordar, surgido al abrigo de Carrión Folk para investigar las grabaciones de canciones populares palentinas, regrabarlas y publicarlas en las plataformas. «Hay temas que los conoce todo el mundo, como Pingajo, y otros que fueron grabados después de innumerables generaciones transmitiéndose de manera oral. Para nosotros, rescatarlos es un orgullo».

Esa reinterpretación del folclore se ve sustentada por una corriente de recuperación de las músicas de raíz que se extiende ya desde el pop hasta la electrónica, el rock o las músicas urbanas. Lo tradicional es una fuente de creación y experimentación. «Es curioso. Cuando yo tenía 18 años y tocaba folk, pensaba que lo que molaba era el pop. Pero ahora ves a gente joven haciendo música con una pandereta. Lo alternativo, hoy día, es lo que está en nuestros pueblos».

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