Dominico, periodista y visionario de la comunicación que transformó COPE en una cadena competitiva; su obra magna fue la unificación de las emisoras y el establecimiento de un legado basado en la ética, la fe y el servicio a la verdad hasta el final
Conocido como «Padre Gago», está en pleno proceso de Canonización
El Padre José Luis Gago de Val (1934-2012) fue una figura excepcional que combinó su vocación como fraile dominico y periodista, dedicando su vida al servicio de la verdad y la comunicación. Nació para comunicar la verdad. Considerado un sabio y emprendedor de la comunicación, irradiaba bondad y humanidad. Su objetivo principal fue actualizar los medios de evangelización y adaptarlos a una sociedad libre y democrática. Poseía cualidades naturales para la radio, como una voz clara y potente y una pluma brillante. Su legado perdura como un pilar en el nacimiento y desarrollo de la Cadena COPE.
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Su vida se inició en Palencia el 4 de julio de 1934 en la calle Pastores, al amparo del Cristo del Otero. Sus padres fueron Ángel Gago Montoya y Eugenia de Val Arreal, y fue el segundo de cuatro hermanos. Recibió los sacramentos en la parroquia de Santa Marina e hizo sus primeros estudios en el colegio de los Hermanos de La Salle. Su vocación despertó tempranamente en la catequesis con los dominicos en la iglesia de San Pablo. A la edad de 10 años, sorprendió a sus padres al expresar su deseo firme de ser fraile dominico.
La formación inicial de José Luis Gago como dominico se desarrolló en la Escuela Apostólica de Corias, Asturias (1944-1950), donde destacó en música, convirtiéndose en el solista del coro y aprendiendo piano. Ingresó en el noviciado de los dominicos en Palencia en 1950, realizando su profesión simple de votos en 1951. Continuó sus estudios de Filosofía en Cantabria y de Teología en Salamanca, haciendo su profesión solemne en 1955. Fue ordenado sacerdote en 1958.
Su vocación radiofónica se manifestó a los 18 años cuando, en el convento de Las Caldas (Cantabria), creó junto a compañeros una «Academia de radio» llamada Radio EFAMAC. Esta experiencia le permitió soñar con la radio como el púlpito idóneo para difundir el Evangelio. Implementó esta idea en Palencia con el espacio de pensamiento Dominus tecum, que cerraba la emisión diaria de La Voz de Palencia. Gago fue pionero al escribir para ser escuchado en la radio, adelantándose a su tiempo.
Un aporte crucial al periodismo se produjo cuando asumió la dirección de Radio Popular de Pamplona en 1964. Transformó esta emisora, de programación exclusivamente religiosa, en una radio generalista moderna, capaz de llevar el mensaje evangélico a la sociedad sin un lenguaje obsoleto. Entre sus iniciativas más novedosas, y que otras emisoras imitarían, se encuentran la retransmisión en directo de los encierros de San Fermín y la puesta en marcha del I Festival de Villancicos Nuevos en España, por el que obtuvo su primer Premio Ondas en 1968.
La obra magna del Padre Gago fue la unificación de las 40 emisoras de diócesis y congregaciones religiosas autónomas bajo el sello de Radio Popular, dando origen a la Cadena COPE. Este proceso (iniciado cuando asumió la dirección de programas comunes en 1978) fue un «esfuerzo ímprobo» debido a la falta de recursos y la reticencia interna. Su nombramiento como director general le permitió afrontar el reto de construir COPE como una emisora competitiva, lo cual logró, entre otras cosas, al convencer a Luis del Olmo de llevar su programa Protagonistas a la cadena. Los medios lo calificaron como precursor de la nueva estrategia radiofónica.

En su servicio a la Iglesia y su congregación, además de ser prior del convento de San Pablo en Valladolid en cuatro ocasiones, se entregó al proceso de canonización de San Martín de Porres (conocido como Fray Escoba). Escribió la biografía del dominico peruano, fundó la revista Amigos de Fr. Martín y colaboró en la realización de la película sobre el santo, resultando fundamental para extender su popularidad en España. Su vida comunitaria y sacerdotal nunca decayó a pesar de su intensa actividad en la radio.
Un legado fundamental en el periodismo ético es el Ideario COPE, aprobado por los obispos en 1991, que él mismo redactó como secretario del Consejo Doctrinal. Este documento fijó la identidad cristiana y eclesial de la cadena, promoviendo el rigor, la calidad profesional, el servicio a la verdad y el humanismo cristiano. Además, fue profesor de Ética y Deontología del Periodismo en la Universidad Complutense y escribió la «Oración del Periodista», buscando que los profesionales fueran «transmisores de la verdad, libres y defensores de la libertad, independientes e imparciales».
“Miniaturas”
Una curiosidad sobre su obra es la publicación de sus comentarios para la hora del ángelus, conocidos como Miniaturas. En su segunda etapa en COPE, tras su dimisión como director general, regresó para crear una programación sociorreligiosa de vanguardia, fundando programas cruciales como Iglesia Noticia y El Espejo (por el que recibió otro Premio Ondas). En Valladolid, aplicó sus conocimientos musicales en el nacimiento del grupo Tahona, referente del folclore de Castilla y León.
Los últimos cuatro años de su vida (2008-2012) fueron marcados por un dolor intenso a causa de un mieloma múltiple. A pesar del sufrimiento, demostró una entereza y serenidad admirables. En un acto conmovedor de generosidad, decidió renunciar a la diálisis para «no restar recursos a otros enfermos más necesitados». Su libro póstumo, Gracias, la última palabra, recoge reflexiones profundas donde agradece incluso la enfermedad. Poco antes de morir, el 22 de diciembre de 2012, dejó esta frase: “No lloréis, todo gozo y alegría”.
El reconocimiento a su trayectoria incluye el Premio Bravo de la Conferencia Episcopal Española (1999) y la Medalla Pontificia Pro Ecclesia et Pontifice (2000), otorgada por el Papa Juan Pablo II por su fidelidad a la Iglesia. Desde 2021, se encuentra abierta la causa de su beatificación en Valladolid. Su pensamiento sobre la superación personal se resume en esta poderosa idea: “Florece donde estás. Deja de lado ese condicional en que amparamos la pereza tenaz. ‘Si yo hubiera tenido…’. ‘Si a mí me hubieran dado…’. ‘Si yo estuviera allí…’. Estamos donde estamos. Somos quien somos. Tenemos lo que tenemos. Donde estás, con lo que eres y con lo que posees, con eso, ahí, así tienes que florecer y dar fruto».



