Lucía Méndez: “La mayor presión que tenemos ahora los periodistas son los fanáticos lectores que quieren decidir y exigir que tú escribas lo que ellos quieren leer”
Lucía Méndez, recibe el premio Luis M. Rivas en Palencia. / ALBERTO DI LOLLI
Lucía Méndez (1960, Palacios de Sanabria, Zamora), recibirá hoy en Palencia el premio de Periodismo Luis M. Rivas que entrega la Asociación de la Prensa de Palencia, el Club Abierto de Editores (CLABE) y la Agrupación de Periodistas de Comisiones Obrera. Larga es su trayectoria en el oficio de contar lo que ocurre. Primero en el ámbito local y, desde hace tiempo, desde la esfera política madrileña y gubernamental.
Licenciada en Ciencias de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense de Madrid, Méndez ha pasado por Radio Bilbao, Radio Zamora, El Correo de Zamora, El Norte de Castilla, y Diario 16. Su evolución le llevó a formar parte del equipo fundacional de El Mundo, periódico al que ha estado vinculada desde su inicio, salvo por el paréntesis en el que trabajó en la Secretaría de Estado de Comunicación entre 1996 y 1998. Desde entonces es jefa de la sección de opinión de El Mundo, cabecera para la que ejerció de corresponsal parlamentario. Ha recibido varios premios como el Josefina Carabias de Periodismo Parlamentario o más recientemente el Raúl del Pozo de Periodismo de Opinión. Este miércoles estará en Palencia para recibir otro reconocimiento.
Recogerá el premio Luis M. Rivas de Periodismo. Se trata de un premio joven, esta es la segunda edición. La primera se entregó a Isaías Lafuente, palentino. ¿qué le han contado tanto del premio como del periodista que da nombre al premio?
Creo que este es un premio bastante especial, con mucha emoción por el hecho de que le da nombre este periodista, que me han contado que era una persona muy, muy querida en la profesión, muy respetada, y hacía, lo que ahora dicen, periodismo de proximidad. En mi época, hace mucho tiempo, era periodismo local. Yo lo hice y me parece, sin duda y en estos momentos más todavía, el mejor periodismo que puede hacer alguien. La mejor escuela de periodismo que puede haber.
Ya me han dicho que el hecho de que este periodista haya dado nombre a ese premio significa mucho para su familia pero entiendo que también para los periodistas de Palencia. Por eso creo que este premio no es uno más. Tiene unas características que lo hacen un premio muy especial y emocionante en ese sentido. Yo no lo conocí pero lo que me han contado, pero evidentemente que una persona tan joven haya dejado huella, tendría que ser bastante especial. El periodismo no siempre es una profesión simpática y, desde luego, algún carisma o algún mérito especial tenía para que esto haya sido instituido como premio.
El premio se entrega en el marco de una Jornada sobre periodismo de proximidad. ¿hay otro tipo de periodismo que no sea de proximidad? Y no me refiero sólo a la proximidad geográfica
Yo entiendo el periodismo como el periodismo de proximidad porque lo he hecho, ¿sabes? Hay gente en la prensa nacional que no sabe lo que es. Es muy distinto en todos los sentido. El periodismo local o de proximidad es un periodismo mucho más pegado a la tierra, al terreno, al tejido social de las ciudades, de las capitales o de los pueblos. Tiene un compromiso cívico mucho mayor. Yo creo que tiene un componente social mucho mayor el periodismo que se hace en las en las cabeceras locales o incluso las autonómicas. La prensa nacional es otra cosa. La prensa nacional, y cada vez más, no pisa mucho la calle. Y justo el periodismo local consiste en pisar la calle, ¿verdad?
“El periodismo local es un periodismo con un compromiso cívico mucho mayor”
Estar al tanto de las cosas que pasan de verdad. El periodismo nacional, ahora mismo, no sé cómo lo definiría, pero te diría que se dedica mucho más a la agitación política que a lo que siempre se ha dedicado, que es a dar noticias o a descubrir cosas que los poderes, distintos poderes, no quieren que se descubran.
No quiero decir que los periodistas que trabajan en la prensa nacional sean peores periodistas que los de la prensa local. He tenido bastantes experiencias, llevo mucho tiempo en un periódico, en la política, he conocido muchos jefes, muchos directores… y hubo un tiempo en el que había una obsesión con la Universidad de Comunicación de Harvard. A mí me dieron un premio en Lugo y yo dije, “Menos Harvard y más Lugo”. Soy de esa de esa opinión, la verdad. Primero, porque yo creo en la labor cívica y social del periodismo. En el periodismo comprometido con su sociedad que se dedica a contarle a la gente lo que le pasa a la gente. Creo además en un periodismo que da voz a las personas que no la pueden tener. Y no es exactamente el periodismo que ahora se está haciendo.
Lucía Méndez.
En mi opinión, no es tan sencillo de explicar, pero ahora mismo yo creo y lo creo sinceramente, que el periodismo local es mucho más periodismo que el nacional. De verdad. No estoy regalando los oídos a nadie. Esto lo digo en muchos sitios y muchas veces.
Nos ha tocado vivir esta época que no es muy buena. La tecnología nos está matando un poco. Ahora, el periodismo que yo aprendí hace tres décadas, cuando empecé y era una becaria, ese periodismo que yo aprendí, en mi opinión, está representado mejor por la prensa regional y local que por la prensa nacional
¿Qué recuerda de su etapa activa como periodista local allá en Zamora?
Primero, recuerdo que me di cuenta de que, en contra de eso que puede uno suponer, que la radio local o la prensa local tiene menos enjundia o tiene menos magisterio que la que la nacional, no es cierto. Primero estuve en Radio Bilbao y luego en Radio Zamora y colaboré también en el Norte de Castilla. Los jefes que tuve me enseñaron casi todo. Lo restante me lo enseñó Pedro J. Pero, realmente, los fundamentos los aprendí allí, con las personas que estaban al cabo de la calle en las pequeñas ciudades, en las capitales de provincia como Palencia o Zamora.
Lucía Méndez junto a Pedro J. Ramírez en la redacción de El Mundo. / Cedida
Ahí hay que salir a la calle a buscar la noticia. Nadie viene a dártela. Hay que salir a la calle, buscarla y, en ocasiones, hasta producir tú la noticia. Es decir, el trabajo de creatividad y de esfuerzo para hacer un informativo o para llenar un periódico en un sitio pequeño es muy superior a cualquier cosa. Eso te convierte en una persona exigente, con muchas capacidades. Tú haces de todo. Desde cubrir, como hice, una obra de teatro en el Principal, hasta una inundación en un barrio o una señora que vivía en una casa abandonada. Ahí no puedes elegir, ahí tienes que hacer de todo. Y claro, eso te da una experiencia y una formación privilegiada en ese sentido. Que, como dice mi madre, que no se te caigan los anillos por hacer ninguna noticia.
Es decir, que la evolución natural entonces no sería siempre de provincias a Madrid
Esa era la evolución natural. Se supone que es la evolución natural en las ambiciones. Se supone que un periodista ambiciona trabajar en los medios nacionales. Oye, yo misma. Tampoco me voy a quitar de en medio ni voy a presumir nada. Si estoy en Madrid es porque quise estar en Madrid. Porque hice todo lo posible por salir de Zamora. Eso está claro. No es la misma visión la que tiene uno cuando es joven que después. El periodismo realmente ha cambiado mucho y ha evolucionado. Ya no sé por qué revolución voy del periodismo. He vivido tantas revoluciones, tantos y tantos cambios, ajustes de empleo, tantas crisis del periodismo que ya no sé por cuál me voy. Esta de la Inteligencia Artificial de momento es la actual. La última ya veremos cuál es. Mi posición ha ido variando.
Lucía Méndez, y parte del equipo de El Mundo, en una de esas revoluciones en los periódicos, con mejora de las capacidades informáticas. / Cedida
Yo me fui de Zamora porque quise irme, pero ahora a estas alturas de mi vida, si te digo la verdad, me pregunto si no me pudiera haber… La valoración de ahora es distinta de la que hice entonces. Es distinta y ya está. Eso ya no puede cambiar. Uno es joven y piensa una cosa y luego ya con la edad pues te vas asentando y piensas otra cosa. En el fondo, la juventud también es muy arrogante. La madurez y o la vejez pues es más modesta, más humilde.
También trabajó en comunicación institucional. ¿Qué tal la experiencia? ¿Es estar en la otra orilla, como dicen?
No es que he estado en la otra orilla, es estar en el vientre de la ballena. Yo me fui de El Mundo en el año 96. Me fui dos años, del 96 al 98. Estuve trabajando en la Secretaría de Estado de Comunicación, que es, digamos, el gabinete de prensa de la Presidencia del Gobierno. Yo, básicamente, me fui a trabajar allí por una cosa que puede parecer muy simple, pero que es por lo que los periodistas actúan en general: curiosidad.
Quería saber lo que había del otro lado. Habiendo informado de este lado, quería saber lo que había del otro lado. Descubrí pronto, francamente, que aquel no era mi sitio. No obstante, aprendí muchas cosas allí. No todas buenas ni todas malas. Yo no sería la misma sin haber pasado por allí.
“Habiendo informado de este lado, quería saber lo que había del otro lado. Descubrí pronto, francamente, que aquel no era mi sitio”
Aquello me dio un conocimiento de cómo funciona el poder por dentro, que luego me ha sido muy útil para mi vida periodística, y que todavía me sigue siendo muy útil. La experiencia de un sitio como La Moncloa, que es, digamos, el centro del poder absoluto te da unas claves que te convierten en una especie de privilegiado. No quiere decir que tú estés contando nada del otro mundo, simplemente aprendes cómo se toman las decisiones. Y también aprendes a relativizar mucho. Tienes más capacidad para análisis político, sin duda.
Y me fui, volví al periódico, porque yo soy periodista y aquel no era un sitio para un periodista. No para un periodista como yo entiendo que hay que ejercer la profesión. Ese es un puesto que puedes utilizar como un poco de retiro de un año o 2 años. Pero porque allí no eres periodista. Allí estás haciendo otra función: que es trabajar para un Gobierno. Y bueno, eso no estaría mal del todo. El problema es que en España no se trabaja para un Gobierno, sino que se trabaja para un partido. El que sea que esté.
Eso luego le ha repercutido, por ejemplo, en lo que suele decir la gente de que los periodistas somos unos vendidos a un partido, a un interés económico o un…
Creo que no. Si no, no me darían premios. Si yo hubiera salido de allí, digamos, marcada políticamente o partidistamente, creo que tendría el prestigio que tengo. Me comporté allí de una manera leal con mis compañeros de fuera. Nunca les mentí, nunca les engañé. Les conté lo que podía contar, lo que no, no. Creo que también allí se puede demostrar que hay otras maneras, ¿no? Estamos hablando de otra época. Ahora ya las reglas de juego han saltado por los aires y son otras. En las instituciones también puede uno servir de puente entre la Institución y los periodistas, que es lo que yo intenté. Creo que, francamente, me comporté de forma profesional. Nunca le conté una milonga a nadie. Tampoco nunca me metí en la lucha partidista.
“En las instituciones también puede uno servir de puente entre la Institución y los periodistas, que es lo que yo intenté”
Entonces volví a mi profesión. Durante un tiempo estuve sin escribir en el periódico porque, era obvio, que se necesita un tiempo de descompresión. A mí ahora nadie y, fíjate que yo trabajé con Aznar, eh, ojo, a mí nadie me identifica.
Lucía Méndez, durante un viaje en su período en la Secretaría de Estado de Comunicación en la época de José María Aznar como presidente del Gobierno. / Cedida
Creo que soy una persona respetada porque si profesionalmente tú te comportas de una determinada manera, no tienes por qué estar marcado por una sigla, ni por una persona ni por nada. Otra cosa distinta es que haya periodistas que están en un puesto de estos y siguen sirviendo, digamos, a las personas que… Pero eso es distinto.
Yo sobre todo es que yo soy periodista. Yo era periodista, y aquello no era un sitio para mí.
Hablaba de que le sirvió para relativizar, para ver un poco el trabajo en bambalinas que no vemos los demás. Enfocado en la actualidad, ¿el ambiente que hay en la política es tan bronco realmente o es sólo una representación en el que que cada uno hace su papel?
Ahora mismo tengo que decir que sí, que el ambiente es bronco. He vivido otras épocas en las que no. En las que había respeto. La palabra es respeto: Respeto entre partidos; respeto entre personas; respeto entre portavoces; respeto entre presidentes; respeto entre periodistas.
Lo que aprecio ahora, evidentemente es que no lo hay. Respeto con el significado de aceptar que el otro puede coexistir contigo. Que tiene un papel en la política y en la sociedad también. Que no se puede anular al contrario.
Si me preguntas si yo creo que la calle, la sociedad está igual de crispada que la política, te diría que no. Que está mucho más crispada la política que la sociedad. Si en la calle, en los bares, en los supermercados, en los autobuses, en el cine, la gente se comportara igual que en el Congreso de los Diputados, esta sociedad sería invivible.
“Si en la calle, en los bares, en los supermercados, en los autobuses, en el cine, la gente se comportara igual que en el Congreso de los Diputados, esta sociedad sería invivible”
Porque allí, realmente no hay respeto mutuo. No, no lo hay. Y hay otra cosa que a mí me parece importante que ya sé que a lo mejor pues ahora no está muy de moda, pero es que he conocido muchas épocas en las que las Instituciones se respetaban. Cuando hablo de Instituciones estoy hablando no solo del Congreso. Estoy hablando de la Presidencia del Gobierno, estoy hablando del Gobierno, estoy hablando de la oposición, de la Jefatura del Estado, estoy hablando de los Tribunales, del Fiscal, hay muchas instituciones. Es que la democracia es respeto a las instituciones y en este momento en este momento eso no lo veo por ningún sitio.
Las personas que encarnan esas instituciones no muestran respeto por esas instituciones. Creo que la sociedad tiene más respeto por las Instituciones que la clase política. No puedo contar otra cosa que la situación del Parlamento, que es la caja de resonancia de un país.
Tenía la esperanza de que eso fuera un teatrillo
El Parlamento es lo que resume la realidad política del país. Y el Parlamento está como está. Por ejemplo. Nunca jamás, de verdad, en el tiempo que llevo en el Congreso, que ya son 30 y tantos años, no recuerdo un momento en el que el principal partido de la oposición, que en este caso es el partido mayoritario de la Cámara, no haya respetado a la presidenta del Congreso (Francina Armengol) ni un solo minuto desde que tomó posesión. Ni un solo minuto. Eso no le pasó a Bono, eso no le pasó a Luisa Fernanda Rudi, eso no le pasó a Federico Trillo, eso no le pasó a Manolo Marín, eso no le pasó a Ana Pastor. No le pasó a nadie.
No digo que la presidenta del Congreso no tenga sus defectos, lo que sea, pero es la presidenta del Congreso. En mi opinión, no puede ser. A la presidenta del Congreso es que ni siquiera le hablan. ¿Tú sabes lo que es eso? No hablarle a la presidenta del Congreso. No aceptar reunirse con ella, que te convoque y no ir. ¿Tú sabes lo que es eso? No puedo calificarlo porque es algo completamente insólito, extravagante y poco respetuoso con la democracia. Lo digo en serio. Pongo este ejemplo, pero hay muchos otros.
Lucía Méndez con el premio Josefina Carabias, entregado por su labor informativa en el Congreso de los Diputados en la edición de 2018. / Cedida
O cuando el presidente del Gobierno le dice a Feijóo, “Ánimo, Alberto,” ¿esto qué es? ¿Una fiesta de cumpleaños? Esto es el Parlamento.
Todo esto son anécdotas que las estamos normalizando, pero que no son normales.
Y en este camino, ¿los medios de comunicación empujamos o sosegamos?
Los medios de comunicación no hacemos ningún bien. Ahí vamos. Yo tengo clarísimo. Ahora mismo, la información parlamentaria, que es a lo que me he dedicado casi toda mi vida, a ver si a ti te cuentan algo de lo que se hace de fondo en el Parlamento. ¿Alguien sabe lo que están haciendo ahí? O sea, ahora mismo salen a la tribuna, hablan en un tweet y se van a su casa ¿hay debates?, ¿hay Comisiones?, ¿hay labor legislativa? Hay temas que se tratan en el Parlamento de fondo, que son completamente desconocidos hasta para los propios diputados.
“Los medios de comunicación no hacemos ningún bien”
Esto vivimos en esta época. Imagínate cómo está el resto del mundo. Que aquí vemos que, comparado con lo que fuera, comparado con lo que hace Trump en el Despacho Oval, el Parlamento español es la Filarmónica de Viena el día del año nuevo.
Estamos así, porque aquí estamos mal acostumbrados. En este país ha habido mucha estabilidad política y ahora no la hay. Como que todo el mundo echa de menos. Echa de menos que en este momento pudiera haber una estabilidad política que no hay o, cómo te diría yo, un comportamiento político que sea un poco ejemplar.
¿Puede ser que la sociedad se ha tweetificado? Que se mueve todo a base de tweets, a base de un eslogan de 10 segundos y ya está
Los partidos están dominados por los equipos de las redes y eso es todo. No hay otra estrategia, no hay otro comportamiento, no hay otras tesis. Todos los días, a todas horas, los equipos de redes, los asesores que están en los alrededores de las cúpulas de los partidos, que son, en definitiva, los que marcan eh el carácter y la dinámica de las políticas, los partidos políticos, básicamente los dos más grandes, están, diría, colonizados o secuestrados por las redes sociales. Es así, es así.
“Los partidos están dominados por los equipos de las redes y eso es todo. No hay otra estrategia, no hay otro comportamiento, no hay otras tesis”
A los periodistas, se nos pide la verdad, corrección, objetividad, pero ¿qué les tenemos que pedir a los lectores, a la gente que escucha la radio, la tele, que se informe incluso ya por las por las redes sociales?
Esa es una de mis actuales batallas. Hace tiempo que vengo batallando con eso. Yo creo que los periodistas ahora mismo estamos expuestos a unas presiones que son infinitamente más peligrosas y mucho peores que las presiones que tradicionalmente ha habido sobre nosotros. Que decías, el gobierno presiona, los anunciantes presionan, las empresas presionan, los dueños del periódico presionan. Bueno, estas presiones de las que hablábamos antes son una cosa de niños comparado con las presiones de los fanáticos lectores que pretenden que tú escribas lo que ellos quieren leer. Esto es así ahora. Para contrarrestar esa presión hay que tener las cosas muy claras porque además ahora hay suscripciones, casi todo es de pago. Los lectores pagan, y por tanto pretenden decidir, exigir, exigen y no aceptan de ninguna manera o castigan con insultos, imprecaciones y valoraciones negativas y todo lo demás, y campañas en redes, al periodista que no obedece a sus criterios o que no sigue la línea editorial del medio.
“Estas presiones de las que hablábamos antes son una cosa de niños comparado con las presiones de los fanáticos lectores”
A mí me ha pasado toda mi vida, que yo siempre, por razones que no vienen al caso, siempre he sido una persona crítica con la línea editorial del sitio donde trabajo. Porque creo que sin espíritu crítico no hay periodismo. Olvídate. Sin espíritu crítico no hay periodismo y no solamente con el Gobierno. El espíritu crítico también tiene que ser con tu profesión y también tiene que ser con el diario en el que estás o con la radio o con la televisión o lo que sea.
Lucía Méndez debatiendo en una mesa de redacción en El Mundo. / Cedida
Ese siempre ha sido mi criterio y, evidentemente las redes lo que han conseguido es que los lectores que expresan su opinión, habrá otros muchos que no lo hagan, eh, pero los lectores que expresan su opinión están empoderados. Creen que tienen la capacidad de despedir a un periodista porque no escribe lo que ellos quieren.
“Los lectores que expresan su opinión están empoderados. Creen que tienen la capacidad de despedir a un periodista porque no escribe lo que ellos quieren”
Y ahí me lleva a la segunda derivada y terrible consecuencia, que es que los periodistas escriben lo que los fanáticos lectores quieren leer o quieren escuchar. En ese contexto, ahí está renunciando el periodista a su profesión y la libertad de expresión del periodista es importante.
Hace unas semanas retwitteó el mensaje de una una escritora que decía algo así como que a los escritores debe sudársela lo que opinen los lectores y usted añadió que a los periodistas también
Yo con esto tengo una cruzada. Una cruzada, con mis propios compañeros porque no sabes hasta qué punto… Yo no miro nunca los comentarios que se hacen sobre mí. Muchas veces mi propia familia o mis hijos se enfadaban por cómo me trataban. Pero les he acostumbrado a que no se preocupen. Quizá esto suene un poco soberbio, pero a mí no me importa nada lo que opinen los lectores de lo que yo hago. De verdad que no me importa. Yo hago una cosa, el que lo quiera leer que lo lea. Al que le guste bien y al que no, me da igual. Es mi trabajo. Yo no voy a hacer una noticia o escribir una cosa de acuerdo con lo que quieran los lectores fanáticos de un periódico, bajo ningún concepto. Y para eso el único camino posible es no leer lo que se escribe de ti. Porque si lo lees, todo el mundo es humano. A mí tampoco me gusta que me insulten. Pero yo, ¿por qué tengo que torturarme con los insultos de alguien? De alguien que además ni conoces, de alguien sin cualificación y sin saber quién es.¿voy a aguantar que me dé lecciones, y que me insulte gente que no se ni sé quién es, ni ni tiene autoridad?. Es que además dice: “Tendría que despedirla”. Y lo dicen así. Pero ¿dónde estamos?
“Hay que huir de los insultos, pero de los elogios todavía más porque eso sí que te atonta. Te atonta del todo”
Es muy complejo lo que digo, porque la gente es sensible a la opinión que se da de ellos y a los elogios más todavía. Lo de los elogios es lo peor. Hay que huir de los insultos, pero de los elogios todavía más porque eso sí que te atonta. Te atonta del todo. Tú tienes que ejercer el periodismo de acuerdo con tus criterios. Mejores o peores. Una persona con una experiencia, yo tengo unos criterios que pueden ser discutibles, pero son los míos. Y como es mi profesión, que la llevo ejerciendo más de tres décadas, pues exijo un respeto hacia mi criterio. Y al que no le guste, pues que no lo lea o que lo critique en el bar de su pueblo. Me da lo mismo. Pero yo no tengo por qué exponerme en la plaza pública, a estas lapidaciones. Es que si entras en esa dinámica, renuncias a ejercer tu profesión de acuerdo con los criterios que tienes que ejercerla.
Y ahora ese fenómeno está pasando y es una pena porque aunque seas un buen periodista, si te dejas llevar por esa dinámica, de solo escribir lo que quieren los fanáticos, los más fanáticos, que no son todos. La sociedad no puede ser eso y tu profesión no puede ser callada. Autocensura, es que la palabra es autocensura. Muchos periodistas se autocensuran por los insultos, para que no los insulten en las redes. Esto es una realidad, una realidad que a mí me resulta una realidad dramática.
Esto enlaza con la última pregunta que le iba a hacer. En el Congreso va a haber muchos periodistas o gente que se está formando como periodista, que va a ser periodista o generador de contenido, ya no sé cómo denominarles
Ahora ya los lectores son usuarios también.
En cualquier caso, ¿qué consejo les daría a esa gente que se ha decidido por este duro, duro y bonito camino que es el periodismo?
Creo que ya nadie puede ignorar a estas alturas que esta es una profesión de la que no se podrá vivir muy bien, ¿vale? Los periodistas de nuestra generación, sí, hemos vivido bien, prósperamente, nos ha permitido llevar una vida razonable porque teníamos empleos seguros, con derechos laborales. Ahora, para nadie es un secreto, la realidad laboral en el periodismo pues no es precisamente muy halagüeña. En primer lugar.
En segundo lugar: la revolución tecnológica ha matado muchas de las cosas, del romanticismo de esta profesión que uno tiene cuando estudió la carrera. Cuando estudias la carrera tienes una idea romántica de la profesión y con la revolución tecnológica hay romanticismos que ha destruido del todo. La realidad ya era cruda cuando yo estudiaba y luego me incorporé a los medios, pero ahora la realidad es mucho más cruda. Hay que tener en cuenta estas dos cosas.
Teniendo en cuenta estas dos cosas, y sabiendo que ahora mismo la carrera de Periodismo y la profesión es una carrera de obstáculos, es muy complicada y sobre todo con un esfuerzo brutal por parte de las personas que se quieran dedicar a eso, si tú tienes verdadera vocación de periodista, tú tienes que ejercerla, tienes que dedicarte a esto. Esta es una profesión vocacional, si no sería insoportable. Es que tienes que tener vocación si no no sirve de nada.
Y también es un oficio que se aprende. Y ahora una de las cosas que yo veo más negativas para la gente que quiere dedicarse a la profesión es que, yo aprendí de los maestros. Pero ahora, primero casi no hay maestros y, segundo, no pueden ejercer básicamente porque esta es una profesión que no tiene tiempo para dedicar, para madurar nada, ni para pensar y ahora mismo ni para valorar, ni para discutir, ni para debatir. No hay tiempo para eso. Hace poco, los medios, fíjate que ni tienen tiempo para pensar 5 minutos en apretar un botón, ¿no? Pues hemos dado la muerte de un señor que se llama Tejero. Bueno, pues es una noticia falsa que hemos dado en los medios. ¿Por qué? Porque la inmediatez está matando ese rigor.
“La inmediatez está matando ese rigor”
Es que ahora la gente que se incorpora al periodismo no tiene tiempo ni para pensar. Pero es que ni para contar hasta 10 tiene tiempo, porque las dinámicas que se han establecido de la divulgación de las noticias son unas dinámicas que impiden de todo punto el periodismo que a nosotros nos enseñaron. Cuando hablo con la gente joven del periódico, ¿tú crees que ahora mismo uno, un periodista puede hacer un periódico del día siguiente sin redes sociales? Sin mirar las redes. ¿Seríais capaces?, ¿A que no? Ya forma parte del ADN de la profesión.