De viñetas mudas a un cuento inclusivo, los palentinos Francisco Javier Gómez y Félix Velasco reviven la Prehistoria para dar voz a la diversidad y la humanidad en un mundo brutal
Jesús García-Prieto / ICAL
En pleno corazón de la montaña palentina, hace 35.000 años, un niño sordo de ocho años llamado Cosmita desafía el destino que la Prehistoria le impone. Marginado por su tribu, amenazado por la muerte temprana y el ostracismo, este pequeño sapiens no se rinde. Con su inteligencia aguda, su coraje inquebrantable y un ingenio que transforma la discapacidad en ventaja, se convierte en un símbolo de esperanza para su clan. Esta es la esencia del proyecto que Francisco Javier Gómez y Félix Velasco han cultivado durante más de una década: un homenaje al amor por la Prehistoria, esa «edad oscura e inmisericorde» donde, sin embargo, florecen ejemplos de humanidad ética. Lo que comenzó como un cómic en 2014 ha evolucionado hasta convertirse en un cuento ilustrado, accesible en la Biblioteca Pública de Palencia, que pone «voz» a los silenciados a través de viñetas, signos y narración.
El proyecto no es solo entretenimiento; es un alegato por la inclusión. Recoge el testigo de obras como el tebeo «Def», que narraba las andanzas de personas sordas en un medio eminentemente visual como el cómic. Cosmita, con su mundo «cosmósico» –un término acuñado por los autores para describir su percepción única del entorno–, representa a aquellos que, en cualquier época, luchan contra la adversidad. «El presente proyecto nace del amor por la Prehistoria, una época oscura, en la que sin embargo florecen ejemplos de humanidad en el sentido ético de la palabra», explican Francisco Javier Gómez, uno de sus autores. Y en 2025, once años después de su gestación, Cosmita regresa no en formato cómic, sino como un cuento que fusiona pasado y presente, didáctica y aventura.
Gómez, guionista, coautor y profesor jubilado del instituto Mariano Timón de Palencia, es el cerebro detrás del argumento. Félix Velasco, dibujante, viñetista e impulsor de la historia, da vida visual a este universo con un estilo realista influido por su pasión por la arqueología. Juntos, han transformado una idea inicial en una herramienta educativa que ha trascendido las páginas: donaciones a comunidades sordas, exposiciones, colaboraciones con el Museo de la Evolución Humana de Burgos y hasta un reportaje en el programa ‘Lengua de Signos’ de La 2 de TVE.
Todo empezó en 2014. Félix Velasco, fanático de la Prehistoria –ha visitado Atapuerca en múltiples ocasiones y colaborado con arqueólogos–, necesitaba un cómic para presentar a editores. «Yo soy dibujante sobre todo, y no se me ocurría ningún argumento original. Lo típico: el cazador, guerrero, poderoso… pero no me convencía nada», relata Velasco.
Gómez, amigo y colaborador en proyectos previos como la revista de cómic de La Olmeda, propuso algo radical: un niño sordo en el Paleolítico. «Él quería más bien superhéroes, pero en este caso de 2010 no era un ser especial como era Cosmita», explica Gómez. Velasco añade: «Javi dio con la clave. Un niño y encima sordo. Fue un acierto, porque el que fuera un niño era algo rompedor y el que fuera sordo todavía más».
La inspiración arqueológica es clave. En Atapuerca, se descubrió que «Miguelón», un homínido de hace 400.000 años, sufría una enfermedad grave y aún así fue cuidado por su grupo. «Nos permitía reflexionar sobre algo que en Atapuerca descubrieron, que Miguelón tenía un problema y aún así le cuidaron sus congéneres», dice Velasco. El norte de Palencia, con sitios como Santibáñez de la Peña, sirve de escenario. Paisajes como el Curavacas o las Agujas de Cardaño aparecen en viñetas, conectando ficción con realidad paleontológica.
El primer capítulo se publicó en 2017 como cómic en blanco y negro. «Se publicó en 2017 con 400 euros de presupuesto inicial y se agotó rápidamente”, rememora Velasco. «El dinero que sacamos la primera vez fueron 400 euros… enseguida se desapareció de las tiendas», recuerda Gómez. Se donaron ejemplares a la comunidad sorda de Palencia y se impartieron conferencias en la sede de San Juanillo.
Cosmita nace como un niño de 9 o 10 años, sordo y destinado al rechazo. En el Paleolítico superior, hace 35.000 años, la supervivencia es brutal: cazadores-recoletores enfrentan glaciaciones, mamuts y depredadores. «En aquellos años, hace 35.000 años antes de Cristo, tiene una serie de ambas y es de que se cuenta en ese primer Cosmita que surgió», detalla Gómez.
La evolución es madurativa y simbólica. De víctima potencial –un joven aspirante a jefe intenta matarlo–, pasa a héroe gracias a su «abonomía» (inteligencia práctica) y sensibilidad espacial. «Ha ido evolucionando en la idea de representar precisamente la inteligencia… a pesar de tener muchos odios en su contra y querer incluso matarlo», explica Gómez. Velasco precisa «cómo pasa de eso a ser un líder… merced a su inteligencia y una especie de poderes, no superpoderes, sino de sensibilidad espacial y clarividencia».
El mensaje didáctico es central: los discapacitados son personas con potencial superior en ciertos aspectos. «Aspecto didáctico a los lectores que los discapacitados también son personas y tienen inteligencia que es incluso superior a la nuestra en un aspecto», afirma Gómez. En el cuento actual, Cosmita resuelve crisis tribales o amenazas de clanes rivales.
“El cómic, medio visual por excelencia, es perfecto para un protagonista sordo”, segura Velasco, que ha trabajado en un colegio con interpretación de lengua de signos y consultó a profesores sordos y no sordos. «Mis compañeros profesores de lengua de signos me han ayudado con los signos que luego yo he trasladado a las viñetas».
Se usan signos modernos, imaginando similitudes ancestrales, pero el énfasis está en la expresión no verbal. Miradas, lenguaje corporal, silencios en viñetas. «Yo le he dado mucha importancia a la mirada… que fuera lo más expresiva posible», explica Velasco. «Hay personas que no saben leer un cómic porque solo saben leer el texto y no leen la imagen… puede haber una historieta muda que sea tan genial».
Gómez, investigador del origen del lenguaje, basa la comunicación en «matos» primitivos que evolucionan a gestos. «He ido sacando aspectos de cómo se creó el lenguaje. En principio no hablaban lenguas, sino que hablaban lo que se conoce como matos».
En 2024, tras un año y medio de trabajo por fin surge el cuento. Más de 40 páginas editadas por la Biblioteca Pública de Palencia y Castilla y León. «En vez de cómic, decidimos adaptarlo a formato cuento», confirma Velasco, en un trabajo dividido en cinco capítulos, que además cuenta con cinco ilustradores (cuatro palentinos, uno vallisoletano). «Podemos ver cinco ilustradores diferentes, muy buenos», dice Gómez.
En esta ocasión, la narrativa cambia e introduce a dos hermanos del siglo XXI, uno de ellos sordo, que dialogan sobre Cosmita. «Hemos creado a un chico y una chica del siglo XXI. Una de ellas es también sorda», explica Gómez. Esto moderniza la historia, evitando que el Paleolítico parezca tan distante. «Para que no quede atrás y diga, estos eran unos pobres que vivían hace tantos años y no nos importa a nosotros».
Lo más complicado fue el trabajo de coordinación entre todos. “Lo cierto es que todo fue realmente laborioso, porque no es fácil coordinar a tanta gente. Hemos tirado con ello fácilmente casi año y pico», admite Gómez. Cada dibujante aportó su estilo propio, unificando todo lo posible, además, el texto, sobre imágenes, gana dinamismo con comentarios contemporáneos.
El realismo viene de la ayuda con los expertos. Velasco colaboró con un gran número de arqueólogos, mientras que Gómez, hizo lo propio con lingüistas. «Nos llamaron del Museo de la Evolución Humana para que hiciéramos un cómic sobre Atapuerca», de ahí surgió una especie de ‘spin-off’ bajo el título de «Ursa y el clan de la montaña», que además promociona la Cueva de Guantes, en plena Montaña Palentina. «El programa de La 2 nos hizo un reportaje y eso fue clave para que nos llamaran desde Atapuerca», dice Velasco.
Pero el de Atapuerca no ha sido el único cómic firmado por Velasco y Gómez, ya que ambos son verdaderos apasionado de la historia. El pasado año firmaron una historia apasionante bajo el título de ‘Las familias de la Olmeda. Honestiores y Homiliores’, un gran trabajo artístico editado por la Diputación de Palencia, que brinda la oportunidad de viajar a la época del Imperio Romano y fantasear sobre cómo podrían ser las vidas de aquellos que vivieron en la conocida vivienda.
Pero, volviendo a nuestra historia, o más bien la de Cosmita, este cómic (ahora cuento) ha recibido una gran expectación por parte del público más joven. Los niños, especialmente sordos, “lo devoran, pese al blanco y negro. Me sorprendí de que les entraba muy bien y que no les importaba que no fuera en color», confiesa Velasco.
El cuento culmina en un alegato: «Nosotros tenemos que aprender a comunicarnos lo más posible con ellos, y ellos con nosotros, y de esta manera podremos convivir y tener un mundo más humano y más justo», dice Gómez, quien asegura que esa frase se hace extensible a cualquier discapacidad.
Mirando al futuro
Esta no será la última vez que disfrutemos de las andanzas de Cosmita o al menos eso piensan sus dos autores que siguen pensando en desarrollar el personaje en los próximos años con la idea de “quizá volver al cómic, pero con el concepto de verle crecer, de que sea una persona adulta”, señala Velasco. No hay planes concretos, pero la semilla está plantada.
Cosmita no es solo un niño prehistórico; es un espejo de resiliencia. En un mundo que aún margina diferencias, recuerda que la humanidad florece en la empatía. Francisco Javier Gómez y Félix Velasco, con su pasión, han dado voz a lo mudo y luz a lo oscuro. Un proyecto que, tras once años, sigue evolucionando, invitando a lectores de todas las edades a comunicarse más allá de las palabras.





