En Navidad, Eva, propietaria de La Tienda de Eva, expresa su agradecimiento a su familia, equipo y clientes
En estas fechas de balances y buenos propósitos, mientras se vive un gran bullicio comercial, hay historias que nos recuerdan que el verdadero motor de un negocio local está en los lazos humanos. Es la historia de Eva, propietaria de La Tienda de Eva, quien, con motivo de la Navidad ha querido dirigir un emotivo mensaje de agradecimiento a los pilares que sostienen su sueño: su familia, su equipo y, sobre todo, sus clientes.
Eva despliega una sincera declaración de intenciones que va mucho más allá de lo comercial. Comienza reconociendo la base de cualquier emprendedor con horarios infinitos, la familia. Concretamente, a su marido Luis, a quien agradece “su comprensión, por apoyarme siempre, estar ahí en todo momento y por entender el tiempo que dedico a la tienda”. Un pilar fundamental que permite que el proyecto crezca y continúe.
Pero ningún negocio vive solo de una persona. Eva destaca con cariño el papel de sus compañeras, con quienes comparte “este día a día luchando juntas”. Reconoce en ellas no solo el esfuerzo para “que la tienda salga adelante y crezca”, sino algo más valioso, la complicidad. Les agradece “acompañarme diariamente estos años y por poder compartir esta ilusión y sueños, y tantos momentos divertidos”.
Los clientes, “parte de mi vida”
Sin embargo, su máximo agradecimiento, “lo más importante”, lo reserva para sus clientes. En sus palabras se percibe una relación que se ha convertido en algo personal. “Ellos son parte de mi vida”, afirma Eva, destacando valores como la “paciencia, comprensión y confianza” que recibe a diario. “Me enseñan a mejorar día a día y me dan esa ilusión”. Habla Eva de una conexión, donde la tienda ha sido testigo y cómplice de las vivencias de quienes entran por su puerta. “Vivo malos días, embarazos, experiencias, bodas… y juntos luchamos para llevarlo todo mejor”, añade, definiendo una misión que da sentido a su trabajo: “la misión de hacer la vida más agradecida y divertida”.
Eva manda besos y abrazos a todos, y desea Feliz Navidad, dejando claro que aún quedan lugares donde el recibimiento es cálido, el trato es personal y la gratitud, en Navidad y todo el año, es la moneda de cambio más valiosa.
Calle Manuel de Falla, 8




