Se cumple un año del lanzamiento de la original novela de René Pérez ‘Caramelos con espinas’ (Célebre ediciones, 2020), que sigue ‘pinchando’ a lectores de todo el país

Vamos a empezar esta entrevista un poco lejos… En el ritual del té, los saharauis sirven tres vasos: el primero es ‘‘amargo como la vida’’; el segundo, ‘‘dulce como el amor’’ y el último ‘‘suave como la muerte’’. En tu libro, la vida es dulce como el caramelo y pincha como un cactus. ¿Qué te pinchó tanto como para inspirar esta curiosa historia?

Va muy al hilo de la introducción que has hecho. El libro quiere contar ese contraste de momentos dulces y amargos que tiene la vida. Narra dos historias totalmente opuestas: una es la más amable, dulce, simpática y con toques de humor; y la otra es, por el contrario, una historia agria y a cuyo protagonista le ocurren cosas duras.

Me apetecía aunar esos contrastes de la vida en una misma historia para que, al final, te hiciera reír y llorar por igual. Al menos, cuando yo me siento delante de una película o un libro, deseo que estos me susciten sentimientos, de un extremo al otro. Reír, llorar, emocionarnos, asustarnos.

Vayamos, pues, de la amargura a la dulzura, como en tu libro. Pocos escritores noveles tienen el privilegio de publicar bajo un sello editorial. En tu caso, tu primer trabajo fue una autoedición, pero ya en este segundo libro conseguiste el apoyo de Célebre editorial… Dulce comienzo

Muy dulce y, además, inesperado. En mi primer libro no tenía más pretensión que la de compartir una historia, así que lo autoedité. Pero ‘Caramelos con espinas’ sentía que había algo más que contar. Para mí este es un mundo nuevo, así que hablé con algunos amigos escritores y me decían: no pretendas que tu primer libro te lo vaya a editar una editorial tradicional… Tendrás que autoeditar. Pero pensé que para eso había tiempo, así que decidí probar y enviarlo a 25 editoriales… Y me contestaron 11, así que incluso me permití elegir.

Una novela lanzada hace ahora un año, justo cuando otro protagonista, también semejante a un cactus, nos pinchó a todos… Esto te dará para una secuela…

Hicimos la presentación el 7 de febrero, justo antes de que empezara la pandemia, y cumple un año en un año muy difícil y duro, porque de otra manera se podían haber hecho presentaciones y actos en otros sitios, incluso tenía previsto ir a la feria de Sant Jordi en La Rambla de Barcelona. Aún así, a pesar de las dificultades, se está venviendo muy bien.

Y sí, como apuntas, el protagonista de la novela es el cactus. En la trama más dulce, la curiosidad es que el protagonista es un señor que va a todas partes acompañado de un cactus. Y es el cactus el que va contando la historia. Un ser inanimado que va relatando cómo nos ve a los seres humanos. Y hay una frase que el cáctus repite mucho: «y yo no lo entiendo». Con todo lo que estamos pasando este año, el cactus tendría un barbecho para no entendernos.

Algo tan inclasificable como es el ser humano… ¡Y este momento!

Seguiría sin entendernos, y ahora con mayor motivo. Esta pandemia ha sacado también los dos extremos, lo peor y lo mejor de nosotros. Ha habido muchas iniciativas solidarias y gente muy buena que ha ayudado un montón, y también todo lo contrario. Pero esto es el ser humano… Así que lo mejor es que nos lo cuente un cáctus.

Toca caramelo: ¿Cuál ha sido tu momento más dulce como escritor? ¿Tal vez las críticas?

¡Indudablemente! Todo lo que me ha venido, me ha traído una satisfacción tremenda. Yo no vivo de esto, no soy escritor, ojalá lo sea algún día. Lo que gano con ello son satisfacciones, y me voy llevando una tras otra, desde la primera presentación en el Lecrác, con 150 personas. Pero sobre todo me quedo con las críticas de la gente. Que venga alguien que no te conoce de nada y te diga esas cosas tan bonitas, te pida que escribas más… Es la mayor satifsacción.

Consigues algo muy difícil hoy en día, que es sorprender. Ahora que parece que todo está escrito, que recibimos tanta información y el móvil suena todo el tiempo…

Eso es lo que pretendo. No sé si lo consigo, pero lo que intento es justo lo que acabas de describir. En el primer libro, una novela negra, no lo pretendía porque era, para mí, una historia más ‘‘normal’. Pero con este segundo quería ofrecer algo original, que yo no hubiera leído nunca en otro autor.

«Esta pandemia ha sacado nuestros extremos, pero esto es el ser humano… Es mejor que lo explique un cáctus»

Aparejador, formador, escritor, dibujante, padre de dos niños… ¿La vida te da mucho azúcar?

Como todo el mundo, tengo altibajos, pero no me puedo quejar. Trabajo de aparejador, formador en cursos y también trabajo en un servicio de prevención de riesgos laborales… Y con dos niños que son maravillosos…

Vamos, que todo ello te inspira, pero poco tiempo te quedará libre…

¡Eso es lo que tendrías que preguntarle a la otra parte de la familia! Lo más difícil es sacar tiempo para escribir. Lo hago los fines de semana o por las noches, pero me inspira todo. Se lo he oído a todos los escritores y yo coincido: voy por la calle observando y anotando ideas o grabando audios en el móvil para no olvidar nada. Y luego, los propios personajes te van guiando a medida que vas escribiendo.

En ocasiones has explicado que la escritura te encontró en un momento de cambio laboral y personal. Cuando la vida pincha, ¿saltamos?

Indudablemente. Cuando la vida va bien y parece que todo va rodado, te acomodas en cierta manera. Pero cuando la vida te da reveses es cuando aprendes de ella. Y nos inspiran mucho más los pinchazos que los caramelos. El libro trata también habla del amor. Y es mucho más fácil escribir sobre el desamor que el amor, porque no quieres contar cosas muy edulcoradas y manidas… Sin embargo, los reveses y los pinchazos son un estímulo.

Después de este dulce pinchazo, ¿hacia dónde crecerás tú?

Hacia la siguiente novela, que estoy en ello. Mucha gente me ha pedido que escribiera que continúe con ‘Caramelos con espinas’ y siempre contesto que no creo en las segundas partes. Pero ha llamado mucho la atención el final (los cuido mucho, porque son el estoque final para que el libro deje un buen poso), por lo que en la historia que estoy escribiendo habrá guiños para que, de alguna manera, podamos saber algo más de los caramelos con espinas.

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