Baloncesto base en Palencia, Por Rubén Díaz (@fotografia.rdiaz)
La temporada ha llegado a su fin y a mí siempre me ha gustado hacer una pausa para poder reflexionar, hacer autocrítica, pensar en qué se puede mejorar, en nuevos retos que están por venir… un poco lo que debería ser lo normal o habitual en cada una de las personas que, de una forma u otra, forman parte de este mundillo de la canasta.
Creo que a estas reflexiones se les puede hacer un paralelismo con la vida real, y el objetivo es claro: ser feliz e intentar tener cada día ilusión por lo que haces. No se puede evitar tirar de recuerdos y metáforas cada vez que escribo esta sección; es bonito recordar cómo los pequeños detalles se hacen grandes y los grandes se hacen pequeños, como cuando alguien te lleva una magdalena que te han dado con el café y se la llevas a esa persona que te hace feliz: le has dado lo único que tenías para disfrutar tú solo de ese café. O como cuando éramos niños -o no tan niños (risas)- y nos gustaba buscar la mano de alguien y saltar en los charcos. Sabías que te ibas a manchar y que te señalarían por cómo te habías puesto, pero nos hacía inmensamente felices, y sin embargo solemos olvidar a esos niños que llevamos dentro.
Cada temporada es un mundo lleno de sensaciones muy diversas, para mí incluido, y hay momentos de todo tipo, pero lo que no debe faltar es el compromiso y la actitud; mucha gente depende de lo que hagamos, y eso sí debe ser nuestra responsabilidad.
Ahora que empieza el mercado de jugadores y las pruebas en varios clubes, no es un drama que alguien pruebe en otro lado o incluso decida marcharse. A veces es bueno dar tiempo a las cosas y ver las situaciones desde otro punto de vista; tener perspectiva es bueno y te enseña a ver lo que no te suma, como en la vida misma.
La cuestión es: ¿por qué, al tomar estas decisiones -repentinas o maduradas en el tiempo-, solo nos basamos en lo malo y en el rencor por lo que no ha sido? ¿Buscamos la felicidad? Yo creo que sí, pero nunca tenemos suficiente: el que juega mucho se va porque no tiene un equipo a su “nivel”, y el que juega poco se va porque, aunque tiene equipo, le faltan minutos. Al final, nunca estamos conformes con nada y solo valoramos lo que no encaja en nuestro pequeño mundo, olvidando esos momentos de saltar en los charcos.
Si algo no funciona, es mejor no forzarlo y dejarlo ir, pero recordando solo lo bueno, lo que de verdad nos suma. Los reproches sobran, todos nos equivocamos.
Gracias por seguir esta sección, y me despido hasta la temporada que viene.







