Os preguntaréis qué significa 413, pues bien es el número de fallecidos oficiales en la provincia de Palencia a causa del Covid a fecha 28 de febrero, día en el que escribo esta reflexión desde esta humilde tribuna. Creo que todos conocemos directa o indirectamente algún fallecido por esta pandemia.

Con el paso de los días, mucho me temo que nos vamos deshumanizando, a diario oímos esa cifra de fallecidos actualizada, vemos cómo aumenta, llegando a convertirse en un dato estadístico más, que crece y crece, sin darnos cuenta de que son vidas y que perfectamente podría ser un familiar o incluso nosotros mismos uno de ellos.

Es en marzo cuando se cumple un año desde que esta pandemia empezara a azotar nuestro país de manera seria y acuciante. Es por ello que me gustaría rendir un sentido homenaje a estas 413 personas, no pretendo buscar culpables, creedme, solo pretendo que pensemos por un momento en lo que hay detrás de cada una de esas personas que conforman esta terrible y dolorosa cifra de 413 fallecidos.

Cuántas historias truncadas, vivencias, recuerdos hay detrás de cada una de esas personas que dejan detrás de sí familias rotas, hijos huérfanos, mujeres viudas, hermanos solitarios ante el peligro, a quienes esta maldita pandemia ha arrebatado su ser querido, alguien que nunca volverán a ver reír, alguien con el que nunca podrán volver a hablar, comer, tomar una cerveza, pasear… Últimamente cuando repaso mi agenda de teléfonos y veo atónito a más de una de esas 413 personas, no puedo por menos que estremecerme. Me pongo en el lugar de su mujer, de su hijo, de la empresa que dirigía, pienso en esos trabajadores que han perdido un compañero con el que han luchado muchos años para sacar adelante un pequeño negocio. Pienso en esa mujer viuda que al despertarse ve cómo algo invisible le ha robado su ser más querido e importante, al que veía a diario desde hace 53 años, pienso en un gran profesor que deja a sus alumnos faltos de su conocimiento y buen hacer, en sus amigos con quienes compartía una sana y bonita afición, el tocar la dulzaina, pienso en esas canciones y pasacalles que ya nunca serán lo mismo.

Pienso en una joven chica de tan sólo 32 años, que sin ser, a priori, persona de riesgo, ya nunca volverá a abrazar a su madre ni acompañar a su padre por las tardes al taller.

Pienso en ese buen hombre que acababa de jubilarse y tenía mucha ilusión por arreglar su pequeña finca y sobre todo acompañar a su nieta al colegio. Qué será de esa pequeña niña al ver que le falta esa mano grande y llena de ternura que le ayudaba a cruzar las calles camino del colegio y le daba un abrazo antes de entrar.

Pienso en ese hombre que ve cómo el virus se llevó a su amada mujer tras 41 años casados y cómo al llegar a casa sólo ve silencio y muchos recuerdos en las fotos y objetos, incluso su olor en muchas de las prendas que aún están en el armario y en el perchero detrás de la puerta… Cuán diferente es para él esa cifra de 413.

Para todos estos casos reales, 413 es parte fundamental de su vida que, sin duda, ya nunca volverá a ser la misma, nunca. Algo de ellos se ha ido para siempre.

Pensemos cada vez que oigamos esa maldita cifra en su verdadero significado.

Ánimo, fuerza y sobre todo cuidaos MUCHO!

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