La artista presenta doce obras en ‘Aromas invisibles del alma’
La pintora cerrateña Elena Miguel Pinacho (Villamuriel de Cerrato, 1961) regresa un año después a la Sala de Exposiciones Fernando Zamora de la Asociación Española contra el cáncer (ubicada en el número 4 de la calle General Amor, a escasos metros de la Compañía) con doce cuadros que constituyen, según la artista, una invitación a “sentir y deleitarse en la luz” y a “detenerse y contemplar la atmósfera de un instante, la delicadeza de una emoción o la huella íntima que deja el arte en el alma”.
La muestra, que se titula ‘Aromas invisibles del alma’, busca “transmitir sensaciones más allá de lo visible” y “sensaciones sutiles que no pueden tocarse ni olerse, pero que permanecen en la memoria y despiertan la sensibilidad de quien observa”. Hemos empleado estas frases de la pintora porque reflejan fielmente, como no podía ser de otra forma partiendo de la autora, el espíritu de las obras expuestas, todas ellas creadas con acrílico.
Temáticamente, abordan motivos ya conocidos en anteriores exposiciones de Miguel Pinacho, como los paisajes, las flores, gallinas, marinas, el Canal de Castilla y retratos. Temas de su entorno vital que ella plasma con un lenguaje plástico entre las técnicas impresionista por la pincelada y expresionista por el color y la figuración realista.
El uso de una paleta cromática amplia y a su vez con matices en los tratamientos constituye una de las fortalezas de esta pintora. Elena Miguel aborda el color con absoluta libertad, que en ocasiones motiva que se replantee la escena, como en las barcas, donde el azul del mar y del cielo ha sido sustituido por una gama de ocres que contrasta con la potencia de las barcas.
Las gallinas aparecen también en un ambiente un tanto artificial. Lo mismo ocurre con la dársena de Palencia, un cuadro de corte impresionista con colores más fríos, fruto de la temporada otoñal que parece que refleja. El campesino que soporta en el hombro una banasta trabaja entre unos frutales de tonos cálidos.
Sin embargo, cuando el color se ajusta al motivo, el tratamiento es más natural, como ocurre en el cuadro ‘Primavera en mi pueblo’, con su campo plenamente verde, sus amapolas rojas, su cielo azul –con sus ricos matices– y la torre pétrea de la iglesia; y también ‘Una mirada al campo’, con sus ocres campos y girasoles.
Uno de los mejores cuadros de la muestra, por no decir que el mejor, es un potente paisaje –la ausencia de cartela impide ponerle título– que se acerca a la abstracción matérica, donde manchas ocres y blancas ocupan sendas partes en las que está estructurada la obra, cielo y agua, con una línea horizontal de tonos naranjas.
La figuración humana está presente en dos obras. Una de ellas es una simpática escena de un grupo de religiosas sirviendo sus típicas pastas, un homenaje sin duda a las religiosas clarisas de convento de la Consolación de Calabazanos, en Villamuriel. La segunda pieza es el retrato de una adolescente junto a su perro, una potente imagen de ambas figuras que contrasta con el perfil bajo del puente que aparece a la izquierda del cuadro. El rostro de la joven mantiene una mirada directa a espectador mientras que el del animal aparece distraído –tampoco hay cartela en este cuadro que informe de su título–.
La exposición se cierra con un cuadro titulado ‘Desastre en la dana’, que constituye un homenaje personal de la pintora a las víctimas del trágico temporal sufrido el año pasado en Valencia, una obra cargada de simbolismo donde grandes gotas de agua conviven con elementos florales, es decir, la muerte y destrucción que trajo el agua frente la vida que nace de la flor.
LA EXPOSICIÓN
- Pintora: Elena Miguel Pinacho
- Título: Aromas invisibles del alma
- Sala: Fernando Zamora de la Asociación Española contra el Cáncer (calle General Amor, número 4)
- Fecha: hasta el 19 de octubre
- Horario: de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 19:00











