La Borriquilla por la calle La Cestilla, con la Compañía al fondo, ante cientos de palentinos y cofrades. / Óscar Herrero

La Borriquilla salva la amenaza de lluvia y desfila por las calles de la ciudad siendo la primera procesión de esta Semana de Pasión que lo logra

Es un día especial. Es el día que comienza todo en la Semana Santa. Es cierto que hay otras procesiones previas en la Pasión palentina ( sin quitarles un ápice de intensidad y de sentimiento e importancia), pero la de La Borriquilla, organizada por el Santo Sepulcro, es la que a nivel más sensación de arranque profesa. Y esta Semana Santa palentina, tan amenazada por la lluvia, ha sido el primero de los desfiles procesionales que ha cuajado su presencia en las calles de la ciudad. La Semana Santa ha entrado triunfante en Palencia hoy Domingo de Ramos

Eso sí, con un recorrido más corto del previsto, acortándolo casi a la mitad, porque en vez de seguir por la remozada calle Don Sancho hasta San Lázaro y ganar San Bernardo por Empedrada, el cortejo ha girado a la izquierda en los Cuatro Cantones para enfilar el final de la procesión. Tal y como estaban las cosas, habiendo logrado sacar sin paraguas a La Borriquilla tampoco hacía falta arriesgar.

La de La Borriquilla, por ese carácter especial, triunfante, emulando la triunfal entrada de Jesús en Jerusalén, congrega a miles de cofrades. De todas las edades, a cara descubierta aún. Eso provocó que desde que el primer cofrade salió de la plaza de la Inmaculada hasta que La Borriquilla echó a rodar pasaran cerca de 35 minutos. Tiempo en el que las palmas batían ante la Catedral.

Muchos niños en la procesión, cómoda, al mediodía, para ellos. Algunos en brazos de sus padres o abuelos. Una bienvenida triunfal también para ellos a la Semana Santa.

Bendición de las Palmas.

Si en el Domingo de Ramos hay un acto casi primordial es la bendición de las ramas. Esta tuvo lugar en la Cofradía del Santo Sepulcro a media mañana. Desde allí partió una comitiva reducida hacia la Catedral, donde el obispo de la Diócesis, Mikel Garciandía, ofició la eucaristía previa a la procesión.

El prelado palentino recordó que el “Domingo de Ramos, es cada año una llamada a renovar, a dar los últimos retoques al traje nuevo tejido en el taller de vida espiritual que ha sido la Cuaresma”. El inicio de  Días de vacación para deambular sin rumbo por las calles, o para procesionar con Cristo, para entrar en su misterio, para entrar en Él y quedarte a vivir ahí”.

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