Jorge Sanz llegó a Aguilar de Campoo hace 38 años con el reto de dinamizar su programación. Hoy, se jubila habiendo situado a la villa galletera en los más altos estándares de calidad cultural, empezando por el festival de cine
Para ti, como gestor cultural e impulsor de este festival, esta edición cierra un círculo…
Un círculo de 37 años.
¿Está siendo especial?
Sí, evidentemente, está siendo especial… La verdad es que no soy muy consciente del final de esta etapa, quizás porque no finaliza, sino que doy el relevo a otra gente. Entonces, estoy relativamente tranquilo porque hay un fuerte equipo y me voy con tranquilidad.
La cabeza es traicionera y te vienen recuerdos del principio: de gente que ya no está, memorias y recuerdos del camino recorrido… De esas rosas con espinas, y nunca mejor dicho, porque nos ha pasado de todo en 37 años.
Pero al final el tiempo nos ha dado la razón, porque al empezar, creíamos que llegaría a ser un evento importante. Y ahí estamos.
¿Qué recuerdos vienen?
Muchos… Y muy bonitos. Recuerdo cuando nadie creía en nuestra apuesta por el cortometraje… Gente que ya no está: me viene a la cabeza el fallecimiento de Ramón Margareto, que ha sido tremendamente doloroso para nosotros, porque Ramón fue una persona que estuvo en todos los sitios: como director, de organizador del festival, de jurado, participando… Su ausencia es el recuerdo más reciente, porque sabemos que no va a estar más… Pero de alguna manera, va a estar siempre.
Pero sobre todo, me vienen recuerdos de los comienzos. De cuando empezábamos, muy tímidamente, con veintipocos años, cuando el mundo del cortometraje estaba ahí y necesitábamos convencer a los políticos de que apostar por el cortometraje desde lo público, era apostar por los nuevos realizadores.
«En las primeras proyecciones la sala estaba vacía. El alcalde me miraba interrogante y yo le decía: “paciencia, hay que tener paciencia”»
Y luego, muchos detalles de la gente que está muy arriba ahora mismo y que les has visto en sus inicios, con su película de 35 milímetros debajo del brazo recién salida del laboratorio… Y cómo estrenaban, con esos nervios de principiantes…
Y ves que ha merecido la pena este camino, porque el público y nosotros hemos asistido a las primeras cinematografías de mucha gente: por ejemplo Alauda [Ruiz de Azúa], que ha ganado la Concha de Oro en San Sebastián… Y que había estado aquí con su cortometraje.
Son recuerdos que te hacen sentir que el esfuerzo ha merecido la pena, porque hemos creado ventanas para que la gente empiece, comience y pueda presentar al público sus trabajos.
Jorge Sanz se despide del Aguilar Film Festival tras 37 años de amor incondicional al séptimo arte
Recuerdos que podremos leer en un libro…
Son muchas cosas que queremos reflejar en un libro que estamos preparando, que explicará con más detalle lo que sucede detrás del festival, anécdotas con personas como Maribel Verdú o Alfredo Landa… Y otras personas hoy famosas, porque echas la vista atrás y, en 37 años te das cuenta de que todo el cine español ha pasado por Aguilar. Es maravilloso saber que grandes espadas de nuestro cine han estado paseando por nuestras calles…
Pero también hay recuerdos terriblemente duros: cuando nos quedamos sin sala y no sabíamos qué hacer, y tuvimos que proyectar en televisión… Cuando nos quedamos sin cine y tuvimos que proyectar en el polideportivo…
O cuando en un hotel se reventaron las tuberías y tuvimos que cambiar de alojamiento a toda la gente… Otro año se quemó la cocina de otro hotel…
Problemas que resolvíamos porque todo el equipo siempre ha remado a favor. Y eso es grato, nos ha hecho más fuertes. Y nos permite, ahora mismo, vivir una etapa bonita, sin dejar de mirar atrás y hacerle ver a la gente que nadie nos ha regalado nada y que detrás de esto hay muchas personas.
Habéis hecho equipo, pero sobre todo, habéis hecho público… Porque cuando comenzaste hace 37 años, la sociedad palentina todavía estaba imperada por esa sensación de que aquí no podía haber cultura de calidad…
Sí, sin duda… Porque hemos trabajado con los chavales jóvenes, desde Primaria, con todas las edades, jurados que estaban compuestos por gente del pueblo, como el Jurado Senior o el Jurado de la Mujer… Ha sido un caminito recorrido poquito a poco, porque los primeros años las salas estaban vacías. Recuerdo como el alcalde de entonces me miraba para atrás, como diciendo “¿esto qué es?” Y yo le decía: “paciencia, hay que tener paciencia”.
Afortunadamente me creyeron y ahora mismo hay una programación que se podría hacer en cualquier ciudad del mundo, una programación desde las 10 de la mañana hasta las 2 de la madrugada, con muchas de las sesiones llenas… Y en 37 años ya ha pasado una generación. A mí me da mucha envidia Francia, yo siempre digo que por eso tiene la cuota de cine que tiene: recuerdo que, en un viaje al festival de Clermont-Ferrand, que es el más importante de cortometrajes del mundo, veía a las 9 de la mañana colas de público familiar para llenar un cine de dos mil butacas para ver cortos franceses…
Ahí entendí por qué el público francés quiere a su cine. Y desde entonces esa ha sido mi obsesión. Estamos apoyando a los realizadores que empiezan, la gente ha visto sus primeros…
«Siempre estaré, para lo que me requieran»
Porque veníamos de un periodo en el que se menospreciaba el cortometraje, pero la gente ha visto después que aquellos autores iban a los Goya e incluso a los Oscars.
Creo que sí hemos sabido educar al público. Lo que pasa que esa educación tiene que ser constante, y por eso le damos tanta importancia a ciclos como Mini Aguilar.
Y eso se ha contagiado también a toda la programación cultural de la villa, que tiene ciclos muy importantes a lo largo de todo el año, como ARCA, Aescena…
Claro. Yo creo que Aguilar, que es una población que no llega a 7.000 habitantes, es un buen ejemplo para otros sitios donde se programa cultura y no se programa de cualquier manera. Está mal que yo lo diga, pero yo creo que el público de un pueblo tiene el mismo derecho que el de una capital a ver cosas de calidad, dentro de nuestras posibilidades y siempre que los ayuntamientos inviertan en cultura.
Porque, aunque parezca una tontería, a veces es mejor tener una programación cultural que tener las calles muy limpias.
Y durante el año nosotros tenemos los Carnavales, el Galleta Rock, ARCA, Aescena, el Festival de Cine y otra serie de ciclos. Cuando llegué hace 38 años, no había un duro para cultura, el único presupuesto que había era para festejos.
Pero yo sabía que había interés: había dos salas de cine compitiendo entre ellas y eso permitía tener programación de cine comercial, al mismo tiempo estaban las Semanas del Románico…
O sea, que había buena tierra para poder germinar.
Volviendo al principio de esta entrevista, decías que estás muy tranquilo realmente por la continuidad que va a tener. ¿Qué futuro le auguras al Aguilar Film Festival?
Yo creo que está en un momento maravilloso. El Ministerio de Cultura nos califica con muchísima puntuación, muy arriba. Es como que estamos jugando la Champions. Me da un poquito de vértigo, pero a veces es más difícil mantenerse que llegar.
Yo creo que las bases están sentadas. Si políticamente no hay ningún trastorno, ninguna locura, yo creo que el festival se puede mantener ahí, incluso puede mejorar, porque tiene posibilidad de mejora. Y yo, viendo todo el equipo que se queda, estoy muy sereno, muy tranquilo.
Hay programación y hay público, tanto la Junta o Diputación como el resto de las administraciones avalan el trabajo…
Yo creo que tenemos todo para que el festival se mantenga y pueda crecer, ser ese festival de referencia en el mundo del cortometraje. Yo creo que la parte que faltaría, que es una cuestión económica, es la posible presencia de directores internacionales para que puedan cohabitar con los directores españoles y puedan crearse propuestas, producciones, etc.
Jorge: ¿Siempre nos quedará Aguilar?
[Hace una pausa larga, emocionado, y deja escapar alguna lágrima]
Sí, por supuesto… Siempre, siempre. Mi vida la he hecho ahí y dejo un trabajo que me apasiona, que me encanta, que me emociona. Yo sé que voy a estar, al otro lado, pero siempre voy a estar ahí porque mi vida está ahí. Yo dejé un trabajo fijo para venir un año… Y es lo mejor que hice. Mi familia, mis hijas, están unidos a Aguilar.
Entonces yo creo que sí, siempre Aguilar… Y siempre estaré. Para lo que me requieran.



