El diseño de la totebag de Mundo Azul es de este pequeño artista, Aarón Alavez, que con diez años nos enseña a entender de una manera enriquecedora cómo se ve el mundo desde un trastorno del espectro autista
Qué aburridas son esas personas que lo ven todo del mismo color. Que no saben mirar más allá, que no son capaces de captar los matices de la luz, el sonido o el aroma que transforma el paisaje que observan los ojos, imprimiéndolos en nuestro corazón. Solo los genios, dirían esas personas, son capaces de tener esa sensibilidad especial.
Quizás es que Aarón es un genio. O, mejor dicho, que los verdaderos genios están entre nosotros, luchando a veces contra esa mirada uniforme, gris, que se empeña en homogeneizar bajo una pátina de «normalidad» que no es sino conformismo y simpleza.
Esta es la conclusión a la que uno llega cuando Aarón Alavez, nuestro pequeño genio de diez años, explica que el dibujo que ha creado para su asociación Mundo Azul, y con el que ha ganado un diploma que exhibe orgulloso, expresa la diversidad de las miradas a través de los colores. «Yo pienso a veces que la gente ve de una forma diferente cualquier objeto que mira. Lo ve de otro color o de otra forma».
Pues claro. Era tan fácil, tan sencillo, que nadie se había dado cuenta, tan solo las mentes extraordinarias como la suya. Si nuestros ojos son diferentes, nuestra mirada sobre las cosas no puede ser común y corriente.
Aarón Alavez lleva poco tiempo viviendo en la provincia de Palencia. Sus padres, Emilio y Lara, decidieron mudarse al pueblo, en el norte, cansados del ambiente madrileño nada propicio para el desarrollo de un niño con Trastorno del Espectro Autista que empezaba a manifestar no sentirse feliz en el colegio, ni en la ciudad.
Unos padres que, como su hijo, han sabido comprender que TEA es, simplemente, una mirada diferente, una mente extraordinaria y única capaz de comprender el mundo de una manera, a menudo, reveladora para las personas con cerebro neurotípico.
Un niño que, cuando se expresa, con una simpatía capaz de encandilar a cualquiera, descubre un pequeño genio que está ansioso por descubrir el mundo.
A Aarón le encanta la micología. Por eso no podía vivir en Madrid: en el Colegio Rural Agrupado de La Valdavia, donde cursa Quinto de Primaria desde que se mudó a Palencia, y donde se ha integrado de maravilla, ha descubierto a sus compañeros y profes que las setas son un mundo maravilloso, desconocido y al alcance de la mano en nuestros pueblos.
Por supuesto, le encanta pintar, dibujar y crear historias. Por eso su dibujo con motivo del Mes del Autismo, organizado por la asociación Mundo Azul, ilustra la totebag oficial de la entidad, que está arrasando en ventas.
Aarón es también un apasionado de las matemáticas: le encanta ser autodidacta y desentrañar los libros hasta resolver una duda, una curiosidad o una inquietud. Y por eso, su conocimiento de ciencias o de álgebra es muy superior al curso que está estudiando. «Ya tendría la ESO medio hecha», bromea su madre, orgullosa. Aunque no son sus conocimientos matemáticos la virtud que primero destacan ella y su marido, Emilio. «Lo mejor de Aarón es que es un niño súper cariñoso y súper alegre. Abraza a todo el mundo. Y es muy defensor del resto de los niños. No le gustan las injusticias, no le gustan las cosas que son tristes».
La mirada de Aarón, directa y preciosa, está llena de empatía hacia los demás. También hacia los animales (como su border collie), la naturaleza o los libros.
La mirada de Aarón, si se sigue, nos enseña que, como sociedad, queda mucho por hacer para garantizar una integración plena de las personas con trastornos del espectro autista y sus familias, que favorezca su desarrollo desde la primera infancia.
Los primeros signos de TEA se detectaron en Aarón ya en la guardería y, desde entonces, Lara y Emilio se han volcado en aprender a educarlo feliz y pleno. Cueste lo que cueste.
Y por eso decidieron cambiar de aires: el colegio madrileño no le proporcionaba la educación ni el entorno que él necesita y, al mismo tiempo, se toparon con problemas de adaptación laboral. Con un hijo con TEA, las empresas no siempre acompañan a la conciliación que necesitan los padres y madres.
Aquí, Aarón está encantado: busca setas, dibuja, acude a las sesiones con Mundo Azul en Guardo, aprende en su cole rural con unos profes a los que adora y disfruta de la anturaleza.
¡Qué suerte tiene Palencia, Aarón, de que hayas llegado para enseñarnos a mirar mejor!