La investigadora del Campus de Palencia Yurima Blanco rescata del olvido el legado de compositores que no se alinearon con la música afín al movimiento

La cultura cubana ha exportado grandes legados a todo el mundo y, sin duda, uno de los más importantes es su música. Pero ¿hasta qué punto influyó la llegada de la Revolución a los compositores cubanos? ¿Pudo terminar la uniformidad política con la variedad artística? A estas y otras preguntas trata de dar respuesta la musicóloga Yurima Blanco desde el Campus de Palencia de la Universidad de Valladolid (UVa).

Esta investigadora, palentina de adopción y de origen cubano, ha encontrado en numerosas publicaciones de la época de la Revolución Cubana «pruebas de los enfrentamientos y juicios valorativos de los propios compositores e intérpretes», según informan desde la UVa.

El éxito de la Revolución Cubana no significó, como se pensaba, una homogeneización musical, sino que trajo consigo una serie de tensiones, enfrentando en el plano de las ideas a vanguardistas y músicos de la retaguardia. A esta conclusión ha llegado Yurima Blanco desde su departamento, Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal, en la Facultad de Educación de Palencia.

Los músicos de la retaguardia defendieron la continuidad de la música cubana tradicional

Si bien es cierto que la vanguardia fue el canon y dominó el relato musical de los años 60 en Cuba, cuando la musicología comenzó a preocuparse por la sociedad en su conjunto, esta narración se diversificó, explica la profesora, que recientemente ha publicado un artículo en la revista científica El Oído Pensante.

La confrontación entre los compositores durante el nacimiento del movimiento vanguardista se produjo en el terreno de las ideas, de lo que dan testimonio las publicaciones en prensa de la época.

«Se debatió qué iba a ser la música nueva, por qué usar técnicas ya usadas, por qué renunciar a una tradición cubana nacionalista dentro de la composición o por qué esa defensa de la vanguardia a ultranza», profundiza la especialista.

Esta discusión giró, además, en torno a la definición de música nueva. Los vanguardistas, liderados inicialmente por Juan Blanco y Leo Brouwer, proponían experimentar con nuevas técnicas y trasgredir los lenguajes tradicionales tomando como referente a la nueva escuela polaca, mientras que los músicos de la retaguardia defendieron la continuidad de la música cubana y los lenguajes tradicionales.

Entre estos compositores destacan Hilario González o José Ardévol, quien afirmaba que «no era honrado intentar el monopolio de la contemporaneidad musical en nombre de una tendencia».

Alejado de las cuestiones técnicas y puramente musicales, entró en el debate el compromiso de los músicos con la Revolución y la política, ya que la influencia del realismo burgués soviético fue ganando terreno en todas las manifestaciones artísticas en el transcurso de los años 60.

Los compositores lanzaron numerosas obras de contenido ideológico y revolucionario explícito. Los vanguardistas encontraron en el público, al que consideraban como un elemento catalizador, la razón de ser de unas letras que consideraban formativas. De esta forma, se puso también el foco en necesidad de educar al público masivo.

Pese a que el movimiento de vanguardia ha marcado históricamente el relato musical de los años 60 en Cuba, la confrontación entre los compositores durante el inicio de la Revolución fue una realidad y la música de retaguardia, aunque excluida generalmente del relato, tuvo vital importancia en el enriquecimiento cultural y musical del país.

«La Revolución propuso un todo nuevo: el Che Guevara, un hombre nuevo, un Estado nuevo… y también una música nueva. Sin embargo, en el terreno de la música y de la producción artística durante los años 60 no pudieron controlar a los compositores y hubo gran libertad artística. Aunque todo cambió con el inicio de la censura y del quinquenio gris en 1971», concluye.

Hilario González
Portada del estuche de tres discos que la investigadora ha creado y producido con recopilaciones de canciones inéditas de Hilario González, bajo el título ‘La voz enamorada’, y que saldrá al mercado próximamente.

Yurima Blanco ha centrado investigación en la música cubana, prestando especial atención al compositor Hilario González, al que dedicó su tesis titulada Las canciones de Hilario González (1920-1996) en la cultura cubana biografía, análisis y recuperación patrimonial y dirigida por los profesores Carlos Villar-Taboada y Victoria Eli Rodríguez, y el libro Hilario González: catálogo razonado de obras.

Además, la investigadora ha puesto en marcha la creación y producción de tres discos recopilatorios de canciones inéditas de Hilario González, bajo el título La voz enamorada.

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