Elena y Yurema, jugadoras del Palencia Fútbol Femenino, afrontan una nueva etapa como madres de una niña muy deseada
Ojalá no hiciera falta contar esta historia. Pero aún hay quien necesita saber que sí se puede. Por eso es importante hacerlo. Por todas las personas que todavía buscan referentes. Por quienes dudan si pueden, si deben, si se atreven. Para abrir la mente, para normalizar lo que ya debería ser cotidiano: vivir el amor, y la maternidad, en libertad. Vivir siendo lo que quieres ser, con total normalidad.
Hace unos meses nació Candelas y, con su llegada, todo cambió en casa… y también un poco en el vestuario del Palencia Fútbol Femenino. Elena González y Yurema Casado (hasta hace poco ambas jugadoras del equipo; esta temporada Elena colgó las botas mientras Yurema, embarazada, entrenó a uno de los equipos infantiles del club) viven ahora sus primeros meses como madres. Una experiencia intensa, agotadora, sí, pero sobre todo llena de felicidad. “Estamos todavía en una nube”, reconoce Elena.
Candelas fue muy buscada. “Llevábamos un par de años intentándolo”, recuerdan. Por eso, cuando por fin llegó la noticia del embarazo, la emoción fue indescriptible. “Yo me puse a llorar como una magdalena”, confiesa Elena. Aunque, como es habitual, también fue el inicio de una etapa con miedos, dudas y cambios. Pero no estuvieron solas. El club fue parte del camino desde el principio. “Cuando les dijimos al cuerpo técnico, a los directivos y a las compañeras que queríamos ser madres, nos apoyaron desde el primer momento. Todo fueron facilidades y muchísima ilusión”, explican. “No es nuestra niña, es la niña del Palencia”, aseguran orgullosas. “Nos lo han hecho sentir así. Padres, compañeras, entrenadores… nos han tratado como parte de una familia. Creo que es la primera bebé que tienen de jugadoras del equipo, y ha sido una ilusión enorme”, comentan.
Elena ha decidido dejar el fútbol esta temporada, precisamente para no perderse nada del crecimiento de la pequeña: “Físicamente me encuentro bien, pero quiero disfrutar de la pequeña. Como decía Yure, te demanda muchísimo, y los entrenamientos y partidos ocupan mucho tiempo. No quiero perderme nada de la niña. Crece muy rápido, y prefiero exprimir esta etapa. Además, ya tengo una edad un poco de ‘jubilada’… es el momento”.
Desde que llegaron a Palencia, procedentes de Madrid, se han asentado en Frómista, donde aseguran haberse sentido bienvenidas desde el primer día, tanto a nivel social como en el club: “Desde el primer día que llegamos, no tuvimos que explicar que éramos pareja, no se han metido en nuestra vida privada, nos han respetado siempre y dentro del equipo nos han facilitado para que no hayamos tenido problemas. En la ciudad, nosotras lo tenemos tan normalizado y somos tan discretas y tan tranquilas que no hemos tenido problema ninguno. Y ya no sólo en la ciudad, vivimos en Frómista, que es un pueblo aún más pequeño y que podría ser más difícil”, cuenta Elena. “Y si alguien ha dicho algo alguna vez, nosotras hemos vivido nuestra vida y ya está”, añade Yurema.
Ambas son conscientes de que su historia puede servir de ejemplo para otras parejas. “No hemos tenido problemas, pero también porque nosotras lo tenemos muy normalizado”, afirma Elena. “La parte difícil de salir del armario fue antes… Cuando era más joven, sí que me habría gustado ver alguna pareja como nosotras que dijese ‘si es que esto es lo normal’ o ‘esto existe’… Yo sí que lo he echado de menos, porque yo me sentí un poco perdida en mi juventud”, admite, señalando que el proceso fue complicado: “Cuando yo salí del armario se empezó a visibilizar un poco más el mundo LGTBI, pero es lo que te digo, es que veníamos de una sociedad un poco más machista, un poco más cerrada y yo sí que eché en falta apoyo; apoyo por parte de amigos, de la sociedad en general. Ya no te voy a hablar a nivel familiar. Yo de mi familia estoy muy orgullosa, pero también ha sido un aprendizaje para todos”. Para Yurema, que es más joven, ya fue diferente: “Nunca me he escondido, y si alguien me dice algo, me da igual”.
El fútbol femenino, reconocen ambas, ha sido un entorno más abierto y amable: “Está más normalizado”, dicen. “Al final, todo el mundo lo sabe, homosexuales hay en todos los lados. Lo que pasa que, dependiendo del deporte, estamos todavía en una sociedad que está aprendiendo y está evolucionando. Incluso nosotras mismas tenemos que aprender mucho, que hay que ir avanzando. Venimos de una sociedad un poco cerrada, que sí que está avanzando, pero todavía le cuesta en ciertos deportes y, sobre todo, a nivel masculino”.
Cuando se les pregunta qué le dirían a otras parejas LGTB que quieren formar una familia, lo tienen claro: “Que piensen en su felicidad. Que no están haciendo nada malo”, responde Yurema. “Que no se pongan etiquetas. La única que vale es: sé feliz”, añade Elena.
¿Y sobre Candelas? Tienen claro su mayor deseo: “Que sea buena persona. Eso es lo más importante”, coinciden. ¿Y si quiere jugar al fútbol? Yurema quiere que sí por los valores del deporte. “Yo prefiero que no”, bromea Elena, aunque ambas coinciden en lo esencial: “Que haga lo que quiera. Que sea feliz”.
La historia de Elena y Yurema habla de amor, de familia, de respeto y sobre todo, de vivir sin miedo. De no esconderse. De ser tú mismx. Y de entender que hay muchas formas de formar un equipo, incluso fuera del campo.







