La narración recrea en clave metaliteraria la vida del palentino Gerardo Salvador Merino, un hombre fuerte del primer franquismo que se reinventó constantemente hasta su muerte
César Combarros / ICAL
Tras toda una vida dedicado a la prensa y la comunicación, Marco Porras (Palencia, 1969) debuta en la novela con ‘Gerardo’ (Eolas Ediciones, 23 euros), donde dibuja un ambicioso fresco de la España del pasado siglo a partir de la vida de un hombre hoy sepultado en el olvido, el palentino Gerardo Salvador Merino. Nacido en Herrera de Pisuerga en 1910 y fallecido en Barcelona en 1971, fue uno de los bastiones del primer franquismo, que tuvo que reinventarse constantemente a lo largo de toda su vida después de ser defenestrado tras apenas año y medio como líder de los Sindicatos Verticales, acusado de pertenencia a la masonería.
El escritor y periodista presentará el libro este martes, 13 de mayo, a las 19:00 horas, en la Biblioteca Pública de Palencia (Eduardo Dato, 4) en conversación con Héctor Escobar, director del sello editorial Eolas.
Fue en la pandemia, mientras Porras estaba absorto en lecturas en torno a la República, la guerra civil y el franquismo, cuando descubrió la figura de Gerardo Salvador Merino. Un palentino, como él, que “había tenido muchísima relevancia en su época, pero que a día de hoy resulta un desconocido”. Lo que le atrajo hasta decidir convertirle en protagonista de su primera novela fue que su paisano le permitía trazar “una cata de la España de la época”, ya que fue viviendo, en sus propias carnes, las mismas etapas que iba cubriendo históricamente el país.
“Él es un joven republicano socialista en su época universitaria, mientras está estudiando en El Escorial y posteriormente cuando empieza a ejercer la abogacía en Madrid. En esa etapa tuvo su primer contacto con la masonería, que fue muy tangencial (por su amistad con algunos masones) y, aunque parece ser que no llegó a ser formalmente un miembro de la masonería, luego le condenarían por ello. Tras esa etapa conoce a José Antonio Primo de Rivera y se hace falangista, y después de sacar unas oposiciones a notario marcha a Galicia y se convierte en el jefe falangista de lo que hoy es As Pontes, Puentes de García Rodríguez. Se suma al alzamiento y se va voluntario a la guerra civil, donde le hieren un par de veces y está a punto de morir al final de la guerra muy al final, en un naufragio en la toma de Cartagena, y después le nombran delegado del Sindicato Vertical, desde donde pone en marcha el diario ‘Pueblo’ antes de que Franco le proponga ser su primer ministro de Trabajo, cargo que él rechaza. Tras año y medio en la política, le condenan y cae víctima de las luchas intestinas entre las familias del régimen. Pasa una etapa de destierro y de poca actividad, pero a los dos años se le rehabilita y empieza una carrera de notario en Cataluña, asesorando a grandes empresas, como Uralita, Tabaco de Filipinas (la gran multinacional española de la época) y Motor Ibérica, que fabricaba los tractores y camiones Ebro, y de la que llegó a ser director gerente. Fue uno de los primeros tecnócratas del segundo franquismo, con el desarrollismo, y pensé que a través de él se podía perfilar un gran reportaje de la España del momento”, relata el escritor.

Narración paralela y circular
Porras ha intentado en su novela “huir de la biografía oficial”, para ir mucho más allá del escaso año y medio que Gerardo formó parte de la Ejecutiva franquista, ya que, para él, lo más destacado de su heterodoxa trayectoria fue su “capacidad de transformación, para rehacerse y reinventarse hasta alcanzar un futuro profesional brillante”. “Tuvo varias vidas a la vez, y uno de los temas sobre los que reflexiono en la novela es que, leyendo la historia reciente de España, no nos damos cuenta de que la gente no fue tan monolítica como solemos pensar. Él, como tantos otros, vivió en una época donde primaban las utopías y el sentido revolucionario, y eso propiciaba la aparición de personajes contradictorios, poliédricos, que luego renacían de sus cenizas convertidos en otra cosa”, argumenta.
Para alejarse de los formulismos tradicionales de la novela histórica y biográfica, Porras se sirve en ‘Gerardo’ de varios recursos. Uno de ellos es la estructura de su novela, circular y dividida en ocho grandes bloques, que ha titulado con fragmentos del himno de la Falange, el ‘Cara el sol’, y que aglutinan 99 capítulos minúsculos, de entre tres y cinco páginas cada uno.
“Podía haberme limitado a narrar una época de la vida del protagonista, pero consciente de que me metía en un gran jardín, al intentar reconstruir una vida a lo largo de muchas décadas, decidí plantear capítulos muy cortos, donde abordar en cada uno de ellos, al modo casi de viñetas o secuencias breves, un hecho puntual y relevante en la la vida de Gerardo. Esos capítulos se van alternando en todo el libro con otra historia, que es la construcción en sí de la propia novela”, señala el autor.
En este segundo gran bloque narrativo el peso de la trama recae en Néstor Ruibal, un personaje de ficción que presenta como “un periodista inepto para la ficción”, que funciona en cierto modo como alter ego del propio Porras, al tener que enfrentarse, como él, a grandes desafíos en la escritura de su primera novela. “Supongo que por deformación profesional y por el apego a la realidad que tenemos todos los periodistas, me cuesta plantearme historias de ficción, pero los límites entre la ficción y la realidad cada vez se han ido desdibujando más. De hecho vivimos un momento informativo en el que eso se ha acentuado y hablamos siempre de relato. Ahora mismo no nos interesa tanto que los hechos hablen por sí mismos como construir un relato de la actualidad, y eso es muy narrativo, muy ficcional”, apunta.

En cuanto a la disposición circular de la novela, el palentino remite a ‘El escribiente’, el relato breve con el que en 1995 ganó el Premio Internacional de Cuentos Lena, donde le lector era testigo de la nota de deserción que dejaba un soldado que estaba haciendo el servicio militar. En esta ocasión, al plantear de nuevo un juego circular reforzaba el sentido metaliterario del libro, que invita a reflexionar sobre la propia literatura.

Con ‘Gerardo’, Porras reivindica el decisivo papel de los secundarios y nos invita a mirar más allá de los grandes nombres como Trump, Putin, Pedro Sánchez o Feijóo para intentar comprender el devenir de la historia, huyendo de las simplificaciones a las que nos obliga el relato de la actualidad. “Hitler, por ejemplo, no hubiera podido hacer lo que hizo sin tener detrás de buena parte de un país al que embaucó y fascinó, y sin contar con el respaldo de amplios sectores oligarcas, pero también de la base popular. La novela nos muestra cómo hay secundarios, estructuras, partidos, movimientos y clases que, con sus contradicciones y sus vaivenes, también arman la historia”, concluye.