Los músicos Martín Alberio y Carlos Marcos llevan la emoción del directo a la sala de Diálisis y a la UCI en una nueva jornada de humanización hospitalaria
J.G.P. / ICAL
El Complejo Asistencial Universitario de Palencia-Hospital Río Carrión se convirtió hoy en el escenario de una experiencia poco habitual, pero profundamente transformadora. Gracias al programa de la asociación ‘Música en Vena’, Martín Alberio y Carlos Marcos llevaron la emoción del directo a la sala de Diálisis y a la UCI del hospital palentino en una nueva jornada de humanización hospitalaria.
La actuación de hoy comenzó en la sala de Diálisis y continuó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Dos lugares especialmente sensibles, donde el tiempo adquiere otra dimensión y donde cualquier estímulo positivo puede marcar la diferencia. Los protagonistas de esta jornada son Martín Alberio y Carlos Marcos, dos músicos con trayectorias y estilos diferentes, pero unidos por una misma vocación: poner su talento al servicio de pacientes, familiares y profesionales sanitarios.
Martín Alberio, músico argentino especializado en rock, destaca por su energía directa y su forma honesta de vivir la música. A través de la guitarra y la voz crea un clima cercano que rompe, aunque sea por unos minutos, la rutina hospitalaria. Sus canciones se adaptan al contexto, al ritmo del espacio y a las emociones de quienes escuchan, convirtiendo cada microconcierto en un momento único de conexión humana. «Todos nos apoyamos en la música alguna vez en la vida para pasar los momentos más difíciles o para acompañar momentos alegres, pero siempre hay algo ahí, en la música que está en nuestras vidas, ya sea de manera directa o indirecta», afirmó Martín. “La música te genera un fuego interno y es muy terapéutica y te llega si no es a los oídos es a través de la piel, de las vibraciones y es muy lindo tener la oportunidad de poder compartirlo con ellos y sus familiares».
Junto a él, Carlos Marcos representa el espíritu del músico “a la vieja usanza”, enamorado de las melodías de los años 60 y 70. Su repertorio, cargado de referencias reconocibles, apela a la memoria, la calma y la nostalgia compartida, generando un ambiente sereno que invita a la escucha y al recuerdo. En un entorno clínico, estas melodías actúan como un puente hacia experiencias vitales positivas, ayudando a reducir la tensión y a favorecer el bienestar emocional.
«Es una responsabilidad muy grande y un placer porque me parece muy importante que en estos días podamos intentar mejorar un poquito las vidas de los que están aquí», aseguró Carlos. «Esperemos que les llegue un poquito y que se les haga más llevadera su estancia en un lugar tan difícil como una UCI».
Esta actuación se enmarca en la labor que Música en Vena desarrolla desde su fundación en 2012. La asociación, sin ánimo de lucro, nació con el objetivo de transformar el sufrimiento de las personas hospitalizadas en alivio a través de la música en directo. Desde entonces, ha realizado más de 10.000 microconciertos en plantas hospitalarias, hospitales de día y auditorios, con la participación de más de 20.000 músicos voluntarios de géneros tan diversos como el jazz, la música clásica, el flamenco, el pop, el folk o las músicas del mundo.
Más de un millón de pacientes y familiares se han beneficiado ya de estos programas en hospitales públicos de la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Galicia, Cataluña y otros puntos de España. Su trabajo se apoya en convenios con instituciones sanitarias, científicas, universitarias y musicales, y en una apuesta firme por la humanización de las estancias hospitalarias mediante programas pioneros en el uso de la música en directo en entornos de salud.
La misión de Música en Vena es clara. Trata de humanizar los entornos sanitarios e influir positivamente no solo en pacientes y familiares, sino también en el personal sanitario, los protocolos médicos y las políticas públicas relacionadas con la salud. Su visión aspira a integrar de forma estructural la música y otras artes en el ámbito sanitario, impulsando además la investigación, la formación universitaria, el voluntariado y la creación de nuevos espacios de acción social a través de la cultura.
Hoy, en el Hospital Río Carrión de Palencia, esa visión se materializa en acordes suaves, canciones reconocibles y momentos de pausa que rompen la rutina hospitalaria. En espacios tan delicados como la diálisis o la UCI, la música no sustituye a los tratamientos médicos, pero acompaña, alivia y recuerda algo esencial: que detrás de cada cama, cada monitor y cada protocolo, hay personas con emociones, recuerdos y esperanza.




