El maestro de música sacra y restaurador de harmonio y órgano Matthias Müller y la restauradora Jennifer Arians en su domicilio taller de Morales de Campos

Los alemanes Matthias Müller y Jennifer Arians, una referencia en el conocimiento y restauración de harmonios, instrumento clásico casi desconocido, eligen la profundidad y paz de Tierra de Campos como su base de operaciones en el sur de Europa

Juan López / ICAL

Una amalgama de sensaciones entre la sorpresa y lo inesperado recorre el cuerpo. Como un hormigueo; esa reacción causada por algo novedoso, imprevisto, casual o desconocido está a punto de suceder. El alemán Matthias Müller abre por primera vez un harmonio francés, negro carbón, que data del año 1850, un instrumento clásico que se aventura a restaurar. Lo acaba de adquirir en París y lo ha trasladado en su furgoneta a su vivienda de Morales de Campos, en Valladolid, un inmueble de 1860, bautizado como Casa Santa Cecilia, patrona de la música. Junto a su inseparable pareja, la restauradora Jennifer Arians, forman un dúo especial en el trabajo y tratamiento de estos sonidos musicales desde hace dos décadas. “Hemos elegido la profundidad y paz de Tierra de Campos. Esta tierra nos aporta tranquilidad para nuestro trabajo”, esgrime, tras abrir a un equipo de Ical las puertas de su casa-taller, que utilizan como base de sus operaciones en el sur de Europa.

Lo que a priori aparenta ser una caja negra de madera, oculta en su interior un sinfín de historias, de huellas que dan fe de las manos que por él han pasado en casi 175 años de vida. Huele a magia, a pasado, se escucha un leve timbre celestial si se cierran los ojos. Algún mínimo objeto casi irreconocible, una pluma y una moneda que alguien se dejó dentro, o se introdujo por azar. Entre el polvo, buscan su hueco en su interior. La habilidad de Müller acariciará cada pieza y la mimará hasta darle su sentido, el de un instrumento único, con un eco antiguo, pero también con un crujido que deja entrever la vetustez del elegante aparato.

Maestro de música sacra, artista, cantor, pianista, compositor y restaurador de harmonios y órganos, este alemán es un enamorado de Tierra de Campos. Siempre lo ha sido. Desde hace años participa en conciertos y festivales en iglesias de la comarca y ha intervenido en la restauración de muchos de los instrumentos que guardan estos templos, casi catedrales en este territorio. Con su furgoneta, Müller y Arians recorren Europa con numerosos encargos. Su reputación ha ido a más.

La esencia del ‘Calcant’

Ahora está a medio camino entre Morales de Campos y Uplengen (Alemania), junto a Países Bajos, de donde es original y cuenta con su taller principal, ‘Calcant’, concepto que recuerda a las personas que “antiguamente pisaban los fuelles del órgano para que generaran viento y el organista pudiera tocar”. “Llamamos así al taller porque con la recuperación y restauración de harmonios y órganos y la organización de conciertos llevamos nuevo viento a las iglesias con la música”, apunta, como ha sucedido en Alemania, España, Portugal, Francia, Bélgica, Países Bajos o Eslovaquia, pero también en Brasil, a donde acudieron recientemente a finalizar un encargo. “Para mí, el harmonio cobra vida. Es una manera de vivir, un comportamiento que me ha moldeado como persona”, define, mientras muestra algunas de las partes de su casa, que poco a poco restaura.

Desde 1986 protagoniza más de 80 conciertos todos los veranos. No en vano, es uno de los mejores conocedores en vida del harmonio. Y durante el resto del año se dedica a mantener este “taller vivo”, que no solo se ubica en España y el país germano, “sino en muchos hogares y en numerosos edificios públicos como teatros, museos, colecciones, iglesias y castillos”, donde se desplazan con su furgoneta para poder acometer los encargos de propietarios. Arians considera que el harmonio ha experimentado un “renacimiento” desde hace unos años, a lo que Müller añade que muchas orquestas ahora lo incluyen en sus conciertos. También se observan más celestas, instrumento de percusión similar a un piano, conocido por la composición de la banda sonora de la saga de Harry Potter.

El maestro de música sacra y restaurador de harmonio y órgano Matthias Müller junto a las piezas de uno de los instrumentos en proceso de recuperación en su domicilio de Morales de Campos Miriam Chacón

Asegura que “los más grandes compositores” escribieron partituras para el harmonio. Llama la atención que hay numerosos de ellos “defectuosos y en mal estado en iglesias”, que “necesitarían una reparación urgente”, y eso es debido a que se han mantenido como piezas de colección, pero “solo unos pocos músicos se han ocupado realmente de la auténtica música de harmonio”. Él mismo cuenta con una colección de ellos y a lo largo de décadas de búsqueda recopiló un rico archivo de documentos sobre el harmonio, así como alrededor de 600 volúmenes de literatura original sobre el instrumento. “No suelo interpretar la literatura estándar que se repite constantemente para el harmonio. Intento inspirar a muchos oyentes, especialmente con la música de salón, a menudo rústica o divertida”, detalla.

Siempre, antes de aceptar un encargo para restaurar un órgano o un harmonio, pone el foco en un trabajo “documental fotográfico del antes”, para luego dejar constancia del después del arreglo, y “poder mostrar la evolución”. El principal problema que se encuentra Müller cuando abre este instrumento es la oxidación de las lengüetas, que son “muy sensibles”, además de las polillas, la carcoma y las humedades. Pero también se ha encontrado con daño causado por los ratones. Por eso, cuando le llaman lo primero que hace es preguntar la marca a la que pertenece el instrumento para comprobar si tiene “las piezas en su almacén o le falta alguna”, tales como fieltros o madera de ébano que suele estar comida por las polillas por el paso del tiempo, como un caso que restauraron en una iglesia de Alicante.

En Belmonte de Campos (Palencia), por ejemplo, le contrataron “porque habían encontrado un instrumento que no sabían qué era”. “En tres semanas estaba listo y lo terminamos media hora antes de dar un concierto con él, con la puesta de sol, en la torre del castillo. Fue muy bonito”, rememora.

El amor por un instrumento

Enamorado de Morales y de su iglesia, explica que el harmonio “no es un sustituto del órgano”. “Son muy diferentes”, masculla. Pero la adoración por este objeto musical ya estaba en su ADN, dado que a su madre ya le fascinaba. Así, como a los 12 años ya era organista, acudía los domingos a los servicios religiosos con los sacerdotes locales por los alrededores de Ribadesella (Asturias), donde sus padres veraneaban.

En esa época halló instrumentos franceses en el Principado que ya le llamaron la atención y “como no todos estaban en perfectas condiciones” comenzó a reparar los primeros harmonios en 1986. Su amistad vital con el organista belga y especialista en harmonio Jan van Mol solidificó progresivamente sus conocimientos, pues le enseñó a “tocar y reparar”. “Me guió sobre toda la literatura de este instrumento”, rememora.

Es “imposible” recordar cuántos instrumentos ha restaurado en su carrera, pero aclara que su leitmotiv es utilizar únicamente materiales históricos. “Los trato de forma exclusiva con lacas históricas y piezas que hemos podido obtener de otros instrumentos antiguos irreparables para tener un stock de repuestos de casi todas las marcas. Es la forma de preservar el valor histórico y el estilo del instrumento y no terminar con un objeto brillante como nuevo de fábrica”, relata. Por eso, adquiere también herrajes históricos, cerraduras y piezas de repuesto en tiendas de muchos países europeos y cuenta con una gran selección de telas antiguas, sedas, papeles y cueros para llevar a cabo los arreglos.

El maestro de música sacra y restaurador de harmonio y órgano Matthias Müller junto a las piezas de uno de los instrumentos en proceso de recuperación en su domicilio de Morales de Campos Miriam Chacón

Müller conoció desde muy temprano a destacados especialistas. Además del profesor van Mol, se vinculó pronto a Jaroslav Tuma, de Praga, “uno de los improvisadores más importantes del mundo”, Monserrat Torrent, de Barcelona, considerada por él como “la reina de la música de órgano española”, o el padre Paskal Barturen, sacerdote bilbaíno y especialista en música vasca. Sin embargo, la mayor parte de sus conocimientos los aprendió de los maestros organeros Schingnitz, ter Haseborg o de su viejo amigo, el pastelero riosecano Félix Novo, localidad, la Villa de los Almirantes, a la que está vinculado desde hace dos décadas, donde ha afinado órganos en la iglesia de Santa María o en el convento de las Claras. “Todos ellos son personalidades que trabajan la música con melodía. Otros solo hacen sonidos, que a veces es interesante, pero en muchas ocasiones sales de un concierto y no recuerdas lo que has escuchado. Cuando damos conciertos de harmonio, que pocos han escuchado su sonido, la gente se queda sorprendida, principalmente cuando lo hacemos en castillos o palacios”, narra.

De repente, toma de su mano una lengüeta a medio arreglar y lanza una pregunta de la que ya conoce la respuesta: “¿Os cuento un secreto? Los coros y solistas cantan y afinan mejor su tono con un harmonio de fondo que con un piano o un órgano de iglesia. Si es de viento a presión es ideal”, matiza, y precisa que “cuando se escucha esta simbiosis, la gente lo adora”, aunque advierte que debe ser “una obra específica escrita para harmonio”. “Por eso siempre nos llaman después de los mismos sitios”, abunda.

Precios asequibles

Una de las características del taller ‘Calcant’ es el precio asequible. “Depende del arreglo, puede variar de 80 euros para gente con menos recursos que se encontró un harmonio antiguo en su casa o que lo tenía y no funcionaba. O incluso miles de euros en función del tamaño y los problemas que tengan”, apunta el restaurador, quien ofrece el mantenimiento posterior, con garantía durante diez años. “Es un trabajo muy minucioso”, precisa.

A la vista de la situación financiera “complicada” de muchas congregaciones, monasterios y museos, apuesta por los “salarios justos por hora, la preparación correcta de ese tiempo y el trabajo”, así como un taller móvil que “mantienen los costes de reparación o restauración bajos para el cliente y aseguran un coste estimado no muy alto”.

El maestro de música sacra y restaurador de harmonio y órgano Matthias Müller junto a las piezas de uno de los instrumentos en proceso de recuperación en su domicilio de Morales de Campos Miriam Chacón

Durante la pandemia del Covid, recuerda, tuvo “mucho trabajo” porque la “gente estaba confinada y querían arreglar antiguos instrumentos, muchos de ellos harmonios, que de repente querían tocar”. Sin embargo, admite que a menudo encuentra aparatos que “no deberían haber sido aprobados por un experto en órganos”. Y se molesta aún más cuando conoce “las sumas de dinero que cobran algunos por la restauración de un órgano”.

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