“O todo, o nada. La apuesta requiere audacia, ilusión, un puntito de locura. Porque la vida evoluciona, los tiempos cambian y, por lo tanto, quedarse quieta es en realidad retroceder”
Con este convencimiento, Ana Isabel Alonso, ha dado el paso de trasladar el negocio tradicional que regentaba, la Panadería Cosgaya en la Calle Mayor Antigua, hasta un nuevo local más amplio y funcional a apenas unos metros, en la calle San Marcos. Y qué mejor mes para inaugurar la Panadería San Marcos que el de abril, aunque sea unas semanas antes de la festividad del patrono que le da nombre: abrirá sus puertas el jueves 10 con una exquisita promoción, durante todo el fin de semana, en la que los clientes podrán degustar las ricas croquetas artesanas que a partir de ahora engrosarán el amplio catálogo de productos que ofrece esta tienda de alimentación.
Ana asumió hace 8 años la gestión de esta tienda de barrio de casi cuatro décadas de trayectoria. Un concepto que le gustaba por su cercanía y vocación de servicio. «Este tipo de negocios es mucho más que un comercio: los clientes vienen cada día, socializan, incluso las personas más mayores charlan un ratito y se sienten mejor». Un cuidado que va desde la alimentación a las emociones en un viaje de ida y vuelta, y que Ana no quiere perder en su nuevo emplazamiento.
Y es que en este tiempo ha observado, además, que hoy en día está en alza la venta de comida para llevar de primera calidad. «Por un lado la gente joven tiene menos tiempo para cocinar, pero además hay personas mayores que viven solas». Exploró las opciones hasta dar con una pequeña empresa vallisoletana especializada en la elaboración de croquetas artesanas, con una enorme variedad de sabores, que comenzará a ofrecer en este nuevo local. Croquetas exquisitas, tal y como ha comprobado, producidas con cariño y a las que solo le falta el toque de fritura para deleitar a toda la familia. «No ofrezco nada que no haya probado antes… Y te aseguro que son increíbles», explica.
La oferta de productos elaborados de primera calidad se enriquece con los ya conocidos de Cascajares, pero también con otras empresas artesanas que incorpora a su catálogo y que, por supuesto, se suma a toda la gama de productos que venía ofreciendo a sus clientes, como el pan y repostería de las tres panaderías artesanas con las que trabaja: La Consuelo, San Francisco y Berruguete.
Una evolución que, para Ana, supone una inyección de energía. Y es que esta emprendedora siente una auténtica vocación por sus clientes. «Me gustan los retos», admite sonriendo. Y este es, de hecho, el sueño más suculento.