Si San Juan de Baños es el monumento visigodo más icónico de la provincia de Palencia, el eremitorio rupestre de San Martín en Villarén de Valdivia destaca por su singularidad
A simple vista parece una cueva. Para quien no sepa mucho de arte, o de naturaleza, una osera, o una de las oquedades características de los entornos del Geoparque de Las Loras. Pero este curioso eremitorio de San Martín en Villarén de Valdivia, en el municipio de Pomar de Valdivia, es en realidad un templo creado por los visigodos, que dejaron numerosas huellas para la historia del arte además de la icónica iglesia de San Juan de Baños.
Así lo descubre el investigador Fernando Gómez Cabia, Doctor en Filología Hispánica y profesor del Instituto Santa María la Real de Aguilar de Campoo, en su artículo publicado por la Institución Tello Téllez de Meneses. Existe cierta controversia, según el autor, en determinar cuándo se construyó esta ermita excavada en la roca en la pequeña localidad de Villarén de Valdivia.
Se trata de un templo rupestre, es decir, excavado en una formación de piedra arenisca, por lo que carece de muchos elementos arquitectónicos tradicionales, como capiteles o arquerías, que normalmente contribuyen a que los historiadores puedan averiguar en qué momento de la historia se construyó.
Además, la región donde se ubica, el Alto Pisuerga-Alto Ebro, se considera un «desierto gráfico» para los siglos V al X, conocidos como los «siglos oscuros». La única que pista que orienta a investigadores como el autor es la presencia de una posible piscina bautismal anexa y ciertos restos de una «laura eremítica» (celdas rupestres individuales) sugieren una comunidad antigua, posiblemente precenobítica, así como una inscripción de consagración del año 587, que ha sido objeto de polémica por la mala calidad de la transcripción.
Otros elementos permiten centrar su construcción entre mediados del siglo V y principios del siglo VIII, como la presencia de una cruz sencilla en lugar de un crismón completo (que habría reivindicado la divinidad plena de Cristo) y la posible existencia de dicha piscina bautismal arriana.
De planta irregular y distribución poco habitual, la iglesia está situada en el extremo noroccidental del pueblo, excavada en un farallón de piedra arenisca. El trazado original de la entrada al templo ha sufrido modificaciones debido a los derrumbes de la roca principal y la reutilización del espacio para usos agropecuarios durante siglos.
Originalmente estaba distribuida en dos naves de diferente tamaño, en cuyo extremo oriental aparecían dos cabeceras planas bien separadas por un pilar original. Las naves estaban cubiertas por bóvedas irregulares de cañón y en el techo de la cueva todavía se pueden observar las señas de los apeos (arcos y columnas) que las separaban.
En el paso de la nave al presbiterio hay fuertes entalladuras que parten de un banco corrido excavado a lo largo de casi todo el perímetro del templo. Según defiende el autor, estas entalladuras podrían haber alojado un iconostasio, que es una antigua separación entre el presbiterio y la nave en el culto paleocristiano.
El derrumbe impide a los expertos comprender algunos de los espacios que contuvo esta curiosa ermita visigoda, como un recinto separado que se encuentra a los pies del templo, a un nivel de suelo diferente, aislado por un muro tallado en la roca madre y un rebaje en la piedra que podría haber albergado reliquias.
Cerca de la iglesia, al aire libre, aparece el hueco rectangular excavado en la roca que corresponde, según consideran los investigadores, con una piscina bautismal. Y es que en aquel momento de la historia del cristianismo, previo al Concilio de Toledo, los rituales de bautismo todavía se hacían por inmersión (rito arriano).
Un espacio habitado por ermitaños
Se sabe que el conjunto albergó ermitaños porque detrás de las cabeceras se aprecian los restos de una laura eremítica, es decir, una celda rupestre individual, así como vestigios de celdas similares en los entornos que habrían sido habitadas por una pequeña comunidad. También se han reconocido varias tumbas excavadas en la piedra en los alrededores y una única sepultura antropomorfa dentro de la iglesia, posiblemente la del fundador.
Es posible acceder a esta curiosa ermita visigoda tomando la carretera P-620 hasta Puentetoma y, ahí, desviarse por la N-627 en dirección a Aguilar de Campoo. Antes de llegar, hay que tomar un desvío por la PP-6301 y, poco después, la PP-6224.
Este pequeño eremitorio está ubicado cerca del pueblo, a los pies del Monte Bernorio, donde además encontramos un importante yacimiento arqueológico.





