POTROSOS ’25, el festival de música celebrado en Villamediana, da su segundo paso

Fotografía: Celia Sendino

El festival de música Potrosos celebró su segunda edición en una jornada en la que el tiempo permitió disfrutar de la música sin contratiempos

Celia Sendino

Hay un pueblo en el cerrato palentino llamado Villamediana, pero sus habitantes no son Villamedianenses, pues como hemos dicho estamos en Palencia no en La Rioja. Los habitantes de este pequeño pueblo cerrateño se llaman Potrosos. Dejaremos para otra ocasión las leyendas y teorías que justifican este gentilicio. Pues en este caso, vamos a hablar del festival que celebra su segunda edición en Villamediana, y que se llama igual que su gente, Potrosos.

El programa del festival Potrosos ’25, abre con una cita en la plaza para colocar las decoraciones. Pero el festival Potrosos no comienza ahí. Hay personas que llevan meses trabajando en las decoraciones, algunas se han reunido en el antiguo Teleclub, ahora sede de la Asociación Deportiva y Cultural El Cerrillo. Allí se han realizado numerosas manualidades, por parte de los miembros de la asociación. Así las ideas de Cristina han ido tomando forma, gracias a ella y a toda la gente que se arremanga y trabaja para que todos podamos disfrutar de la fiesta. Pero no ha sido el único lugar desde el que se ha construido este festival. Juan Cruz, ha pasado 3 meses trabajando en su taller, cortando las letras de madera que han servido como epicentro de las decoraciones y restaurando pupitres de varias épocas en las que existía escuela en el pueblo. 

Durante las dos tardes previas a la celebración del festival se han trasladado las decoraciones a un almacén del  Ayuntamiento, el cual se encuentra en la propia plaza, y desde allí se ha planificado cómo colocar las decoraciones que precisaban una instalación más compleja. Incluso vecinos que no han estado involucrados en la confección de las manualidades, se han acercado a colaborar con su colocación. Quizá en estas líneas se note de qué pueblo es quien las escribe, pero en Villamediana siempre hay quien arrima el hombro en todas las fiestas a lo largo del año, se hacen bocadillos, se mueven sillas, se reparten perritos al acabar la verbena, se preparan hogueras, chocolate con bizcochos, parrillas, paellas y carne con patatas. Y así los pocos que somos, hacemos mucho.

Es después de todo este esfuerzo por parte de los vecinos que llegamos, ahora sí, al comienzo del programa del festival Potrosos. La mayoría de las manualidades están realizadas con material reciclado. Platos de colores que hacen flores, paraguas decorados cuelgan de los arboles, los posavasos del teleclub se han repintado y ahora son móviles que tambien adornan los árboles, las bolsas que se encuentran en el interior de las cajas de agua, infladas como globos, componen un iglú plateado, diversos muebles ahora acogen macetas de flores… Las decoraciones se distribuyen armoniosamente por la plaza y, junto con los dos grandes carteles con los textos VILLAMEDIANA y POTROSOS, llenan la plaza de color. 

Una vez decorada la plaza, y sacadas las fotos pertinentes, el pueblo se desplaza al Bar El Baile. Donde tiene lugar el vermú torero amenizado por el DJ Adri de la Rosa.

El que no haya aprovechado para comer con las ricas tapas que ofrecen René y Carina, tiene el tiempo justo de pasar por casa a reponer fuerzas. Pues a las 17h los más pequeños tienen una cita en la Plaza Mayor con los Castillos Hinchables. 

Los conciertos se dan comienzo a las 18:30h de la mano de Mandala. Versionan al flamenco canciones conocidas por todos. Aunque  se definen como “los mejores de los peores” durante su actuación vemos a gente de Castilla tocar las palmas y bailar, una hazaña nada desdeñable. No dejan de animar al público a que cante y participe con ellos, y a pesar del calor que hace que la gente esté situada evitando el triángulo de la pista en el que aún incide el sol, la gente cumple. Puede ser por este motivo que cuando Mandala ya ha dado por terminado su concierto y la gente pide otra, Mandala también cumple.

El doble escenario agiliza los trámites, El Cruce ya están montados cuando Mandala está aún tocando. La prueba de sonido si que tiene que esperar al final del primer concierto. Tras la prueba se toman 5 min y comienza el segundo concierto de la jornada. Comienzan con ‘Voy a pasármelo bien’, toda una declaración de intenciones que augura una próspera jornada, que ni el pequeño fallo técnico (es lo que tienen los directos) logra torcer. Los de Cascón de la Nava versionan canciones conocidas por todos con un estilo fresco que anima a todo el mundo a cantar con ellos. 

Hasta este momento de la tarde, y algo después también, la plaza está llena. No me refiero a la pista, la plaza entera está llena de vida. Hay gente en la pista, por supuesto, pero también en el puesto móvil del bar, en todos los bancos, en el parque infantil, en el puesto de bocadillos y, como no podía ser de otra forma, sacándose fotos con toda la decoración. 

Los chicos de El Cruce versionan temas de el Canto del Loco, Pereza, Estopa, Melendi… temas conocidos por todos. Mientras tocan Volare, dicen que Mandala toca flamenco mejor que ellos, pero ahí va su intento. Alaban los bailes del público. En un momento, improvisan la ramona al teclado. Admiten al padre de uno de ellos como artista invitado al micro hacia el final del concierto.

Pablo Líquido, que viene desde Pamplona, dice que sus compañeros de El Cruce han acabado muy arriba y que él empieza muy abajo. Admite que no suele tocar en festivales porque 1h tarda en calentar. Es un concierto sorprendente, pues donde suele verse a un grupo nos encontramos con un hombre sentado, con dos pedales para la percusión, una guitarra, un micrófono y una mesa de sonido montada al alcance de la mano. Todo lo hace él, según cuenta durante el concierto, sus videoclips incluidos. Después de haber visto el concierto, tengo que admitir que no me extraña, pues no hace falta nada más, la música suena genial y el carisma de Pablo sobra para atrapar al público. Reconoce, apenado, que se ha portado bien antes del concierto y se encuentra en un elevado estado de sobriedad, vocaliza y se acuerda de las notas, “lamentable”, apunta. Está claramente determinado a solventar la situación, brindando entre cada canción con el pueblo. Si hay alguna pausa en la que parece que tarda en tomarse un trago el público, que se ríe con cada brindis como si fuera el primero, se lo recuerda. No piensen nuestros lectores que está haciendo apología del alcoholismo, pues tiene una explicación (lo suficientemente escatologica para que me ahorre reflejarla) de por qué hay que beberse los cubatas antes de que se disuelva por completo el hielo. Va alternando versiones en inglés y castellano, e incluso se arranca en senegales en un tema. Al ver el espacio que deja el público frente al escenario comenta que  25 años que lleva de carrera, no ha conseguido salir en los periódicos y que no hace falta reservar ese espacio a la prensa. Cuando la organización reparte tubos de luz, dice que le va a dar un ataque de algo con las lucecicas, pero aún así continúa sin perder fuelle. Entre el público se oyen comentarios alabando la calidad musical del artista, que recuerda que no sería nada sin el público. Cuando termina el concierto pasadas ya las 3h  del espectáculo, la gente corea  “Otra, otra..” Pablo bromea “¿No tenéis casa o qué?” pero se vuelve a sentar y toca hasta las 2am, regalándonos casi media hora más de concierto en el que toca temas que no tiene en el repertorio, pero suenan tan bien como los que sí están incluidos. En repetidas ocasiones durante el concierto agradece la confianza a la organización, lee su nota en la que menciona a la alcaldesa, a la ADC El Cerrillo, a Cristina y a Juan Cruz y en especial al Curro, quien asegura ha insistido en que viniera. Se despide pidiendo al público que se porten mal, pero no sean malos.

El cierre corre a cargo del DJ Adri de la Rosa, que viene desde el pueblo vecino de Torquemada. Como el artista anterior se ha extendido, no pierde el tiempo, en el momento en el que Pablo le pasa el testigo de la noche comienza su repertorio, música actual, bailable. Aunque algunos grupos de edad han ido desapareciendo de la vista a medida que ha ido avanzando el festival, la plaza no está ni mucho menos vacía. El repertorio varía desde el reggetón,  y estilos derivados, las míticas canciones de rock, que no pueden faltar a ciertas horas si hay música en la plaza de un pueblo, y la música electrónica. La gente baila, y no es para menos, el ritmo arrastra a la gente a la pista, ahora si ya está todo el mundo allí, donde los potrosos, y sus invitados, bailan. 

Esta crónica también cierra con agradecimientos. Primero, al tiempo, por ser clemente y, pese a los avisos de posible tormenta, dejarnos disfrutar de esta jornada. Por último reiterar lo que ya se ha dicho, gracias a Juan Cruz, a Cristina, a Curro, a Carmen, la alcaldesa, a  Carina y René y a la ADC El Cerrillo por trabajar para que este festival salga adelante. Pues son iniciativas como estas las que magnifican la vida que hay en los pueblos y nos recuerdan que la “España vaciada” está realmente muy llena.

Fotografía: Celia Sendino

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