La renovación de CL-627 salda una deuda con la comarca de La Pernía
Piedrasluengas no es el puerto de montaña más alto de la provincia de Palencia por mucho que la impresionante formación del Peña Labra haga pensar que uno se encuentra en los Alpes. No. Ese honor lo tiene, si hablamos de las carreteras de la Junta -como es la CL-627 que pasa por Piedrasluengas-, el alto de la Varga, en la Ruta de los Pantanos (P-210). Allí donde las aguas se inclinan de un lado al Carrión y del otro al Pisuerga, la carretera asciende a unos 1.413 metros de altitud. Si hablamos de cualquier carretera de la provincia de Palencia hay que fijarse en la del acceso al Golobar, de la Diputación, cercana a los 1.800 metros de altura.
Tampoco la carretera de Piedrasluengas es la única conexión con Cantabria desde Palencia. Para eso tenemos también la autovía A-67/N-611 por el Pozazal (1.000 metros escasos) ya en Cantabria, o las carreteras provinciales que unen Barruelo o Brañosera en dirección a Mataporquera o Reinosa.
Y sin embargo la carretera de Piedrasluengas es uno de esos recorridos históricos hacia la costa. De esos que no tenían antaño denominación numérica pero sí nombre. Era el paso desde Palencia a Cantabria y Asturias a través de la carretera Palencia a Tinamayor (Unquera). Puerta de peregrinaje también a Liébana desde Castilla.
Pero sobre todo, la carretera CL-627 -recortada de unos años a esta parte y denominada como Cervera-Límite con Cantabria-, es la única conexión posible para tres municipios (Cervera de Pisuerga, Polentinos y La Pernía) y decenas de localidades ( Areños, Camasobres, El Campo, Casavegas, Lebanza, Lores, Los Llazos, Piedrasluengas, San Juan de Redondo, Santa María de Redondo, Tremaya, y San Salvador de Cantamuda; Arbejal, Gramedo, Valsadornín, Rabanal de los Caballeros, Vañes, Estalaya, Verdeña, San Felices de Castillería, Herrerruela de Castillería y Celada de Roblecedo) que tienen en esta vía la arteria de la que se nutren los capilares que llegan a sus plazas. Y ya se sabe, si hay un trombo en una arteria, la circulación no llega más allá.
La CL-627 lleva años siendo una promesa. Una demanda. Una necesidad. Claro que se podía circular por aquella carretera llena de baches, parches, curvas estrechas, protecciones hundidas.
Los oriundos lo saben. Lo hacían, igual que circulan con la pericia que otros no tenemos por su asfalto nevado cuando tienen que bajar, por ejemplo, a la farmacia de Irene en San Salvador de Cantamuda por necesidades perentorias. O para sacar al mercado el agua del Manantial de Aguas de Lebanza, o su ganado para vender… Pero no era de recibo tener una carretera como la CL-627, de la Red Secundaria (la primera de las de la Junta) en aquel estado. No por los ciudadanos que allí viven, que no son muchos, pero son.
La puesta al día de esta carretera que transcurre por Cervera y La Pernía no es algo aparecido en la agenda hace cuatro días. El proyecto de acondicionamiento se iniciaba con el estudio correspondiente en 1994 y tardó seis años en aprobarse provisionalmente. Desde entonces se fueron acometiendo mejoras parciales. Rectificados de curvas para hacerlas más amplias especialmente en las zonas llanas. Pero el asfalto iba languideciendo poco a poco.
En ese tiempo, una de las estructuras claves de la carretera, el paso sobre el pantano de Requejada en Vañes, perdió un carril. Había que concentrar el peso del tráfico en el centro de su arcada y se instaló una regulación semafórica.

La reforma ‘definitiva’ llegó a principios de esta década. Licitación del proyecto, adjudicación del mismo y ejecución, con los parones propios de una zona acostumbrada a ver nevar, que se ha visto culminada ahora, en verano de 2025, con la visita del presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco.
https://www.palenciaenlared.es/manueco-celebra-la-conclusion-de-las-obras-de-la-cl-627-una-infraestructura-largamente-perseguida-que-conecta-palencia-con-cantabria/
Dando respuesta a la necesidad de mejorar las comunicaciones de esta parte de la provincia. Pagando la deuda pendiente con una zona de la provincia a la que solo se accede y se sale por una carretera. Con la comarca que más tiempo tarda en llegar a una autovía, en alcanzar un hospital, una estación de ferrocarril, casi cualquier servicio público para otros a tiro de piedra.
Ahora la CL-627 ha dejado de ser un camino de cabras para convertirse en una alfombra de terciopelo negro en la que la suavidad es la nota predominante.
No es hablar por hablar porque, si bien ya la había catado hace unas semanas hasta San Salvador de Cantamuda, este pasado fin de semana pude -en mi caso- saborear cada una de las curvas con la seguridad de tener un asfalto envidiable y unas barreras de contención a pie de calzada (quizá también demasiado cerca) en un recorrido tan precioso como lo recordaba hasta Piedrasluengas (y más allá). Sin correr, la carretera sigue siendo de montaña, fui disfrutando del camino a las nubes de Palencia, en mi caso. De camino hacia cualquier sitio para quien tiene el valor de seguir viviendo en esas pequeñas localidades ocultas por las nieblas y protegidas por las montañas. Lo mío era y es disfrute y para muchos esta carretera puede ser la excusa para redescubrir esa parte de la provincia que antes del arreglo se antojaba tan lejana.

Sin embargo, para otros, es el día a día: la carretera para ir al cole, a por el pan, al médico o a hacer la compra.
Ojalá el mantenimiento esté a la altura de una carretera que será atacada por los fundentes, las cuñas, el hielo y las nubes que esperan al final del recorrido. Se ha tardado -demasiado-, pero ha valido la pena.

















