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El equipo morado cuajó una gran primera parte, pero no cerró el partido y el Mirandés B, con muy poco, le dio la vuelta (1-2) en La Balastera

Domingo de Resurrección en La Balastera. Pero los que acabaron celebrando la remontada fueron los visitantes. En un duelo directo por el playoff, el Palencia Cristo Atlético se topó con el guion más cruel: dominó, generó y mereció más… pero el Mirandés B se llevó los tres puntos gracias a un penalti y un gol en propia puerta cuando no había hecho casi méritos para tanto premio.

La primera parte del equipo de Álex Izquierdo fue, probablemente, de lo mejor que se ha visto del equipo esta temporada en La Balastera: ritmo, intensidad, ocasiones claras… Desde el primer minuto el PCA enseñó los dientes: una buena combinación entre Ander, Ivi y Dani Rodríguez terminó con un remate de Rubo que Alberto, el portero del filial rojillo, sacó con reflejos felinos. Luego, el joven y eléctrico Dani Rodríguez ya avisó con una ocasión clara en un mano a mano con el portero visitante que remató fuera; esto fue minutos antes de firmar su gol a la media hora de encuentro. Dani, que ya venía de ser decisivo en el último partido salvando un punto para los morados, culminó una gran acción desde la derecha, con asistencia de Apa, para hacer el 1-0 desde el área pequeña empujando el balón a la red.

El partido parecía controlado, con el Mirandés B desactivado, incapaz de encontrar su ritmo. Recordar que es el mejor equipo visitante del grupo y el PCA lo estaba controlando de forma óptima. La sensación era que el 2-0 estaba más cerca que el empate con varias ocasiones. Pero faltó cerrar. Y el fútbol suele castigar cuando dejas vivo al rival, y más en estas categorías.

Justo antes del descanso, el primer golpe. Una pérdida en campo contrario que terminó en área local llegando a chocar con la mano de Romano. Una acción muy protestada y, como poco, discutible. El árbitro no dudó. Penalti que Asier convirtió. Un 1-1 al borde del descanso que fue un mazazo anímico. El tipo de golpe que cambia dinámicas, que daña la confianza de un equipo que había hecho méritos para irse al vestuario con ventaja clara.

Una segunda parte espesa… y con polémica

La segunda mitad fue otra película. Más trabada, con interrupciones constantes, menos ritmo y menos ideas. El PCA no encontró la frescura ofensiva del primer acto, y aunque Dani tuvo una clarísima tras un rechace en el área, la puntería ya no acompañó. Entraron Cesitar, Adeva, Javi Navarro… pero el juego no terminó de despegar salvo algún fogonazo que intentó avivar la llama en el estadio.

En medio del desgaste se produjo una acción polémica que encendió a la grada: un jugador del Mirandés, que ya tenía amarilla, golpeó en la colleja sin balón a Ander en una acción que podía haber supuesto la segunda amarilla. El colegiado, sin embargo, optó al final por no intervenir.

Y en el 86’, el desenlace más cruel: centro desde la derecha de Yidne tras una jugada aislada, y el balón rebotó en Apa, colándose lentamente en la portería de Guille. Gol en propia puerta. 1-2. Silencio general.

Toca parar, pero no bajar los brazos

Aún hubo alguna opción más, con un remate alto de Pablo Fernández dentro del área y algún centro más, pero el marcador ya no se movió. El PCA se queda octavo con 48 puntos, a tres del playoff que marca la Cultural Leonesa B. Y la próxima jornada, descanso. Una jornada en la que podían dar un golpe sobre la mesa… y acaban mordiéndose los labios por no haber cerrado antes un partido que tenían en la mano.

Porque el guion fue claro: gran primera parte, uno de los mejores tramos de juego de la temporada, un rival desactivado… y sin embargo, el resultado fue el peor. El gol justo antes del descanso dolió más de lo que parecía. Y lo que vino después fue un castigo excesivo. A veces, el fútbol se empeña en ser cruel.

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