Rafael Martínez y Jesús Urrea analizan la historia del edificio que da nombre a la céntrica calle palentina
Fernando Caballero
La calle Don Sancho de Palencia recibe este nombre por el palacio que mandó construir Don Sancho de Castilla, hijo del obispo Don Pedro de Castilla y bisnieto de Pedro I El Cruel, hoy desaparecido y sobre el que se levantó la actual sede del Banco de Santander. El devenir de este histórico inmueble, desde su edificación a finales del siglo XV hasta su conversión en sede del Banco de Santander, ha sido analizado por los historiadores Rafael Martínez y Jesús Urrea, en un amplio estudio publicado en el número 59 del Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid, de la que el primero es académico correspondiente y el segundo, académico de número y secretario.
El objetivo de los autores es una “restitución documental, histórica y arquitectónica del desaparecido palacio de Don Sancho de Castilla”, al que consideran “el mejor edificio civil de la ciudad desde finales del siglo XV hasta el siglo XVIII”. La dualidad nominativa entre palacio de Don Sancho o de Tordesillas -por haber vivido en él el mariscal Diego de Tordesillas- la inclinan Martínez y Urrea a favor de la primera, pues la residencia del segundo se limitó a ocho años.
El documentado estudio sobre el palacio -se acompaña de 125 notas- destaca su grandeza por haber acogido a reyes y en algún momento ser sede episcopal, entre otras razones. En 1465 está documentada la presencia de Sancho de Castilla en Palencia, aunque no está constatado que naciera en la ciudad. Los autores del estudio escriben que “el edificio, construido sobre el solar de la familia Castilla, rama bastarda de la familia real con fuerte presencia en la vida de la ciudad, cuya cabeza visible fue don Sancho de Castilla, que controló la vida política de Palencia durante los reinados de Enrique IV y de los Reyes Católicos, se convirtió en uno de los más importantes de la ciudad”. Don Sancho regentó el mayorazgo de Castilla y el Señorío de Gor, linaje que mantuvo la propiedad del edificio hasta su venta en 1890.
El palacio ha albergado a Felipe II cuando llegó a Palencia en 1592 durante la denominada Jornada de Tarazona; a Felipe III y Margarita de Austria, que visitaron la ciudad entre el 27 y el 30 de junio de 1603 y a la reina Mariana de Neoburgo en su camino hacia la corte madrileña. Asimismo, desde la destrucción en 1465 del alcázar del obispo hasta la construcción del actual Palacio Episcopal por el obispo José Luis Mollinedo (1780-1800), los prelados palentinos residieron en diferentes enclaves, alguno de ellos en el Palacio de Don Sancho de Castilla, en concreto los prelados Felipe de Tasis y Acuña (1608-1616) y su sucesor el dominico Fray José González (1616-1625).
Desde el siglo XVIII en el palacio han residido en régimen de alquiler destacadas personalidades, como Lorenzo González del Castillo, administrador general de rentas reales de la provincia, por cuatro años, de 1738 a 1741, y Diego de Tordesillas Cepeda y Riesgo (Paredes de Nava, 1749-Mojados, 1820), militar que llegó al grado de mariscal de campo. Este ocupó el palacio desde 1807 hasta 1812, llegando a tener en él hasta ocho personas a su servicio, según reseñan los autores del estudio. Su presencia en la casa es la que explica que el palacio sea denominado también con su apellido.
En octubre de 1840 habitaba la casa otro inquilino ilustre, el santanderino Francisco de Paula Orense y Herrero (Ramales, 1805-Laredo, 1865), barón de Adzaneta o Azaneta, hermano del marqués de Albayda, dedicado a los negocios mercantiles, comisionado del Banco Español de San Fernando, cajero del Montepío, Caja de Ahorros y Seguros de Vida, “persona ilustrada que gozó de gran prestigio”, según Martínez y Urrea.
En 1756 y 1757 se desarrollaron en el edificio importantes reparaciones, lo que permite pensar a Rafael Martínez y a Jesús Urrea que no se encontraba en buen estado. Con un presupuesto de 5.025 reales, la reparación fue general, como detallan en el artículo.
El palacio tuvo un papel destacado el 15 de octubre de 1759 con motivo de la proclamación de Carlos III. Una comitiva, presidida por el regidor decano de Palencia llegó hasta el edificio, desde donde se lanzaron monedas y medallas en las que por un lado aparecía un retrato del nuevo monarca y por otro el escudo de la ciudad con los dos castillos y las dos cruces. Todo ello ante “un gran gentío que abarrota la calle y los apretones para hacerse con las medallas”. En otro momento histórico también tuvo su relevancia el palacio: allí se congregaron los palentinos con motivo del levantamiento contra los franceses el 2 de mayo de 1808.
Tras el fallecimiento del II duque de Gor en 1851, los títulos de Gor, marqués de los Trujillos y conde de Canillas de los Torneros de Enríquez los heredó su hijo mayor Mauricio Álvarez de las Asturias Bohorques y Giráldez (1819-1877), pero el condado de Torrepalma lo heredó otro de sus vástagos varones, José Álvarez de las Asturias Bohorques y Giráldez (1836-1890), que se convirtió en el VII conde de Torrepalma, y recibió en herencia de su hermano, fallecido en Burdeos, el palacio de Don Sancho, separándose del linaje Gor, al que había estado vinculado desde 1494.

A finales del siglo XIX, en 1887, el Ayuntamiento negoció adquirir la huerta del palacio para construir el mercado de abastos. El conde de Torrepalma, a través de su apoderado, pedía 45.000 pesetas, además de evitar los gastos de escriturar la transmisión de bienes en el Registro de la Propiedad, pero las negociaciones no fructificaron.


El conde de Torrepalma, también a través de su apoderado, vendió el palacio el 26 de septiembre de 1890 al comerciante de tejidos instalado en el número 4 de la calle Don Sancho Custodio Herrero, que respetó el compromiso contraído previamente por el anterior propietario de arrendar el edificio a las Hermanas del Santo Ángel (las angelinas), establecidas en Palencia desde 1880 en una modesta casa situada frente al Seminario Mayor San José. Permanecieron en el palacio seis años dedicadas a la enseñanza, hasta 1893, según recogen Martínez y Urrea en su estudio. Al año siguiente el centro se trasladó a la calle Ramírez, hasta 1951, cuando se puso en marcha el colegio actual.
Custodio Herrero inauguró su nuevo establecimiento en los bajos del palacio el 21 de febrero de 1891. Pero este industrial se marchó a Barcelona no sin vender el palacio y su huerta el 4 de enero de 1893 por 107.500 pesetas a María Pombo y Pombo (1864-1944), a la vez que traspasó el negocio a un hermano de esta, Florentino. Ambos son hijos del acaudalado don Pedro Pombo Fernández de Bustamante (1831-1914), linaje procedente de Villada y que tuvo una fuerte presencia empresarial y política en la provincia de Palencia -queda como reminiscencia de ello las Huertas de Pombo en la capital, junto a la carretera de Valladolid- y en la de Cantabria -fueron fundadores del Banco de Santander, que abrió su primera sucursal fuera de este territorio en la localidad palentina de Osorno-.
Los Pombo continúan las reformas del palacio que había iniciado Custodio Herrero. En mayo de 1901 se celebró una comida de homenaje a Abilio Calderón, diputado a Cortes por Palencia, a la que asistieron 231 comensales. En la pared de la presidencia, en el salón principal, Jerónimo Arroyo pintó una alegoría dedicada al homenajeado, con la fachada del Congreso y “un heraldo de Palencia haciendo flotar al aire una banda con esta inscripción: Palencia para los palentinos”, según lo han recogido en la prensa.
El palacio de Don Sancho pudo ser la sede de la Diputación de Palencia, ya que Pedro Pombo ofreció en octubre de 1901 el edificio para construir la sede de la institución provincial. El precio era de 275.000 pesetas, pero la propuesta no fue aceptada -el edificio de la Diputación se inauguró el 19 de octubre de 1914 diseñado por Jerónimo Arroyo-. Este mismo año de 1914, los Pombo propusieron el palacio como posible sede de las oficinas de correos y telégrafos, pero tampoco salió adelante.

El 31 de diciembre de 1917 se colocó, con motivo del 425 aniversario del Descubrimiento de América una placa tallada por el marmolista Florentino Pérez con el busto de Cristóbal Colón entre los años de las efemérides, que se ha conservado.
1921 es una fecha señalada, pues adquiere el edificio el Banco Español de Crédito, que se había fundado el 1 de mayo de 1902. Los Pombo, ya consumada la venta, se desprenden de su patrimonio móvil en una almoneda los días 30 y 31 de marzo y 1 de abril. Tras las oportunas reformas, la entidad bancaria abre sus oficinas el 7 de septiembre de 1923.



El Círculo Mercantil e Industrial de Palencia trasladó su sede a la planta principal del palacio, cuyos salones estaban decorados con “verdadero lujo y elegancia”. La entidad permaneció hasta el comienzo de la Guerra Civil cuando sus locales se utilizaron como hospital y escuela, pero se disolvió en los años 40 -en 1962 se refundó y continúa activo-.
En 1935 se segregó el edificio de la huerta para la construcción del Teatro Ortega, proyectado por el arquitecto Luis Carlón Méndez-Pombo e inaugurado el 24 de noviembre de 1937.
La historia del palacio vive su último paso trascendental en 1950, cuando el Banco Español de Crédito, que en 1994 fue absorbido por el Santander, decide derribar el palacio para levantar el actual inmueble. No obstante, Martínez y Urrea aseguran que “a pesar de las reformas que ha sufrido a lo largo de su historia, el patio mantiene su estructura original, su tamaño, sus antiguos pilares sencillos y dobles en sus ángulos, seguramente reforzados o encubiertos por yesos, al igual que sus arcadas, y ni siquiera ha perdido todo su sabor formal e histórico con el cambio de imagen superficial que en él se realizó durante la fusión bancaria, reformándose el lucernario existente hasta 1949”.
Los autores del estudio -Rafael Martínez ha sido durante 25 años jefe del Servicio de Cultura de la Diputación y ha publicado numerosos libros y artículos sobre la historia y el arte palentinos y Jesús Urrea es catedrático emérito en el departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid- citan la leyenda literaria ‘Doña Aurora de Palencia’, que escribió en 1882 el periodista Ubaldo Herrera de la Fuente y se publicó en tres partes en ‘El Diario de Palencia’, el 23 de febrero y el 9 y el 23 de marzo de 1882. La historia tiene como escenario el palacio de Don Sancho.









