El periodista y profesor palentino Víctor Calzada revive la historia de la mujer palentina en la Batalla de Lancaster en el juego ‘Bandas Doradas’ en el que está trabajando
Jesús García-Prieto / ICAL
Imagine una tarde cualquiera en un aula de un instituto de Alcobendas. Un grupo de chavales dibuja pantallas y programan píxeles, y de pronto alguien menciona a unas mujeres que, hace setecientos años, se pusieron una banda dorada al brazo y dijeron “hasta aquí”. El profesor sonríe, porque esa historia la lleva dentro desde niño. Se llama Víctor Calzada, es palentino de pura cepa y, sin saberlo todavía, acaba de plantar la semilla de ‘Bandas Doradas’, un juego de mesa que no solo defiende una ciudad medieval, sino que rescata del olvido a sus heroínas más feroces.
En la ciudad de Palencia, late esa leyenda que ha sobrevivido siglos. La de las valientes mujeres que, en el siglo XIV, defendieron su ciudad ante las tropas del Duque de Lancaster. Esta historia, transmitida de boca en boca y hasta inmortalizada en el himno local, inspira ahora Bandas Doradas, un juego de mesa en fase de desarrollo que busca no solo entretener, sino también difundir un patrimonio cultural olvidado. Creado por Víctor Calzada, un palentino afincado en Madrid, este prototipo colaborativo para uno o dos jugadores combina mecánicas modernas con un trasfondo histórico asimétrico, donde los jugadores encarnan a las heroínas palentinas en una lucha de David contra Goliat. Con partidas de 40-50 minutos que se resuelven en tensión dramática, este juego aspira a conquistar mesas de juego nacionales e internacionales, impulsado por una comunidad creciente en redes sociales.
Víctor Calzada, profesor de Imagen y Sonido en el centro José Luis Garci de Alcobendas, no es un diseñador de juegos profesional, pero su pasión por los tableros modernos y su arraigo palentino lo han convertido en el artífice de este proyecto. Aunque ya hace años un ‘producto’ suyo saltó ya la fama: el famoso Sugus de piña y Mouriño.
Ahora, “lo que empezó como puro entretenimiento fue poco a poco creciendo y convirtiéndose en una especie de obsesión”, confiesa a Ical. Residente en Madrid pero con el corazón en Palencia, Calzada une dos mundos: su labor docente y su afición por los juegos de mesa, que cultiva desde hace una década.

El origen de Bandas Doradas se remonta a las aulas. En el módulo de Proyectos de Juegos Interactivos del ciclo de Animación, Calzada plantea a sus alumnos un ejercicio anual: adaptar un tema histórico a un videojuego hipotético. “Siempre les propongo el tema de las Damas de la Banda, que es un tema un poco desconocido fuera de nuestras fronteras”, explica. Año tras año, la leyenda despierta curiosidad e interés entre los estudiantes, muchos de los cuales ignoran la gesta. “Veo que suscita interés, a la gente le llama la atención, no conocen la historia”, añade. Esta respuesta constante, unida a su devoción por los juegos de mesa, encendió la chispa. “Uní mis dos pasiones: el tema relacionado con Palencia y mi afición por los juegos”, relata. Lo que comenzó como un pasatiempo en marzo o abril de este año ha evolucionado en meses de dedicación intensa, con pruebas, ajustes y una difusión incipiente en Instagram.
Pero, ¿qué es exactamente Bandas Doradas? Se trata de un juego de cartas colaborativo, ideal para solitario o dúo, estructurado en escenarios independientes. Inspirado en la defensa de Palencia durante la guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara, los jugadores gestionan mazos y recursos para cumplir objetivos específicos, defendiendo la ciudad como una “torre” ante un ejército implacable. “Es una especie de juego de defender la torre donde, mediante mecánicas de gestión de cartas y construcción de mazos, intentas cumplir un determinado objetivo en cada partida”, detalla Calzada. Cada escenario obliga a adaptar la estrategia: uno podría simular un asedio nocturno, otro una emboscada legendaria. Las partidas duran entre 40 y 50 minutos y culminan en giros dramáticos, con el destino de la ciudad pendiendo de las últimas jugadas.

Lo que distingue a Bandas Doradas es su enfoque innovador en un género dominado por narrativas masculinas. “Las protagonistas del juego son las mujeres. Esto no suele ser habitual en juegos ambientados en batallas medievales”, enfatiza el creador. En un combate asimétrico, los jugadores enfrentan a un enemigo automatizado que avanza de forma organizada, evocando la sensación épica de inferioridad numérica. “La sensación será siempre la de ‘David contra Goliat’, lo que dota al juego de cierta epicidad”, asegura. Mecánicamente, bebe de éxitos como Aeon’s End, After the Virus o Ghost Stories, adaptando influencias para un público de 1-2 jugadores. Cartas con nombres palentinos –como “Chiguitos”, que molesta al enemigo desplazándolo, o referencias a la primera universidad de Palencia– enriquecen la experiencia, integrando cultura local de forma orgánica.
La leyenda detrás del juego es tan fascinante como el tablero. En 1367, durante el sitio de Palencia por las tropas inglesas del Duque de Lancaster –aliado de Pedro I–, las mujeres de la ciudad tomaron las armas ante la ausencia de hombres. Disfrazadas o no, según las versiones, repelieron al invasor en una gesta de valentía que les valió el privilegio real de no arrodillarse ante el rey, simbolizado en las “bandas doradas”. “Es una historia que tiene de todo: el tema de la mujer, el empoderamiento, una batalla épica”, opina Calzada. Sin embargo, la documentación es escasa. “No hay casi nada”, admite, citando el trabajo del historiador Javier de la Cruz, quien confirma un hecho real pero con detalles borrosos. Las fuentes varían. Unas hablan de un ataque nocturno, otras de disfraces o incluso de que las tropas inglesas estaban desmoralizadas. “Hay mucho material”, explica. Esta ambigüedad no frena al diseñador; al contrario, la convierte en oportunidad creativa. “Siempre se puede rellenar esos huecos históricos con fantasía, abordando el conflicto desde diferentes puntos de vista”, argumenta. En los escenarios, incorpora leyendas variadas, permitiendo que el juego inspire curiosidad histórica sin pretender ser un tratado académico.

Calzada ve en Bandas Doradas un vehículo para difundir esta narrativa. “Los seres humanos queremos buenas historias”, afirma. Como aficionado a juegos históricos –especialmente de la Segunda Guerra Mundial–, sabe que un buen título genera interés orgánico. “Juegas, te lo pasas bien y de forma natural te suscita interés por el tema”, relata de su experiencia personal. Ha terminado en bibliotecas o buscando vídeos tras partidas que lo intrigaron. Aplicado a Palencia, el juego podría exportar la leyenda más allá de Castilla y León. “Creo sinceramente que el tema puede ser exportable a otros territorios y despertar el interés de numerosos jugadores de todo el país”, proyecta. En un momento de exaltación del empoderamiento femenino y el orgullo local, Bandas Doradas une generaciones: “Ha pasado de generación en generación, incluso aparece en el himno”, recuerda.
El desarrollo no es solitario. La asociación Reinos del Norte juega un rol pivotal. “Pone en contacto a gente con tu misma afición”, dice Calzada, quien lleva casi un año en ella. Allí, comparte el prototipo con diseñadores experimentados, recibe feedback y pule mecánicas. “Me ha dado la posibilidad de ponerme en contacto con otras personas con las mismas inquietudes”, agradece. Algunos miembros han publicado juegos; otros contactan con editoriales. Es un “caldo de cultivo” para prototipos como este, su primero. El testeo es constante: reuniones periódicas equilibran escenarios y evitan desbalances.

Los próximos pasos son meticulosos. “Hay que ir paso a paso, sin precipitarse”, insiste Calzada. Prioridad: una versión para Tabletop Simulator, plataforma en Steam que simula tableros en 3D. “Esto dará la posibilidad de probarlo a todo aquel que lo desee sin necesidad de tener el prototipo en formato físico”, explica. Ya casi lista, permitirá feedback masivo: dificultad, equilibrio, sugerencias. “Cuanto más gente le llegue el juego, aunque no esté acabado”, mejor, ya que se juega por escenarios independientes. Continuará el testeo en Reinos del Norte y presentará el proyecto a concursos, como el I Concurso de Prototipos de Juegos Históricos de DracoIdeas, cuyo premio es la publicación. A finales de año, lanzará un tráiler viral en redes para maximizar visibilidad.
La difusión digital es clave. En Instagram (@bandasdoradasjuego, por ejemplo), publica diariamente: cartas con explicaciones históricas, pizarras culturales, avances de desarrollo. “Aprovecho para introducir nombres de las cartas con aspectos muy nuestros”, detalla. Una carta sobre la universidad palentina incluye un breve recorrido histórico; otra con “Chiguitos” explica el término local. “Enriquecen la experiencia de forma orgánica”, dice. El feedback es abrumador: likes, comentarios, ánimos. “El canal ya tiene una interacción que no me esperaba”, confiesa. Palentinos preguntan dónde comprarlo –aún prototipo– y celebran ver su ciudad en un producto cultural. “Es como tener a tu ciudad representada en arte, diseño de cartas, mecánicas”, resume.

Aunque las instituciones palentinas aún no le han contactado, Calzada está abierto. “Aún llevo poco tiempo y no he hablado con nadie, pero bienvenido sea. Si hay alguna llamada, la escucharé”, promete a la vez que reconoce el potencial promocional. “Carcassonne es conocida mundialmente por su juego homónimo. Puede ser una gran oportunidad”, opina.
Calzada, inquieto y “freaky”, no es nuevo en creaciones virales. Antiguo periodista, saltó a la fama con doblajes humorísticos en YouTube como un video que se hizo viral doblando a Mourinho hablando de Sugus. “Surgen de la nada, sin propósito concreto”, ríe. Aquello abrió puertas laborales; ahora, con estabilidad como profesor, saca tiempo para sus pasiones. Bandas Doradas evoca esa ola de interés: “Me ha recordado el revuelo de aquellos días”. No busca fama, sino realización. “Nadie me haría más ilusión que ver en una estantería Bandas Doradas”.
El objetivo final es la publicación, ya sea con editorial, financiación pública o micromecenazgo. Crear comunidad es el puente. “Quiero hacerlo en la medida de lo posible de todos los palentinos”, declara. Con sistema base sólido y tema diferenciador, Bandas Doradas no solo defiende una ciudad en el tablero, sino que rescata una leyenda para nuevas generaciones. En cada carta, en cada turno dramático, late el orgullo palentino: mujeres que no se arrodillaron, y un juego que las hace inmortales.


