En sus 20 años de trayectoria, Zahara ha sido una de las estrellas que ha hecho grande el festival palentino, haciendo rebosar ‘El Sotillo’ de la energía de sus ritmos y la dulzura enigmática de su voz con cada actuación
Es una de las artistas que encabezan el festival Palencia Sonora 2025, este fin de semana
Hace tres años, cuando viniste al Palencia Sonora, hablamos sobre la tormenta que había generado tu trabajo ‘Puta’ y sobre el poder dañino de los reaccionarios al feminismo y la igualdad. Dime por favor que has visto un cambio positivo en este tiempo…
Uffff… No quiero mentirte… Veo avances, sobre todo en la escena musical, donde hay más mujeres que nunca haciendo cosas únicas y genuinas y de una forma muy diferente a cómo lo tuvo que hacer mi generación.
Sí que veo avances en ese sentido, pero me cuesta mucho ver que esa transformación sea estructural. Hay más discursos, más presencia de mujeres y disidencias en espacios públicos, pero también más resistencia.
“Puta” generó una reacción muy violenta que me hizo tomar conciencia del nivel de odio que todavía existe hacia las mujeres que alzan la voz y ese discurso violento acaba teniendo cada vez más adeptos y, lo más peligroso, menos vergüenza o pudor para mostrarse.
“Lento Ternura” evoluciona hacia temas más emocionales y amables, un disco que se escucha de maravilla en la intimidad de los auriculares. Pero seguro que en el Palencia Sonora veremos en el escenario la “caña” a la que Zahara nos tiene acostumbrados, ¿se puede ser tierna y enérgica a la vez?
Por supuesto. Esa dualidad está en mí desde siempre. “Lento Ternura” es más íntimo y reflexivo, te diría que incluso filosófico, pero en directo sigo necesitando esa energía, el cuerpo, el sudor, ponerlo todo ahí y dejarme atravesar por esas sensaciones que solo suceden en directo.
Para mí, la ternura también puede ser una forma de fuerza y tal y como va el ritmo que impone el sistema se hace más necesario que nunca poner el foco en ella, en los cuidados, en los afectos y reivindicarlos a través de las canciones.
«Parte del problema de salud mental es que no nos estamos escuchando»
Sueles hablar a menudo del poder sanador de la música. Si miramos los datos, los problemas de salud mental en adolescentes se han duplicado desde la pandemia y se estima que 1 de cada 7 jóvenes sufre algún trastorno mental. ¿Qué está pasando y, desde tu experiencia, tu voluntad de visibilizar este problema y tu trabajo, dónde crees que podría estar la solución?
Me atormentan estos datos, sobre todo porque soy madre de un niño que en nada estará atravesando esa etapa y me pregunto qué puedo estar haciendo, qué no estoy viendo que puede acabar en un problema de salud mental en el futuro próximo.
No tengo respuestas, pero sí la sensación de que parte del problema está en que no nos estamos escuchando. Vivimos saturados de estímulos, de exigencias, de redes, de pantallas. La adolescencia ya era complicada antes; ahora es brutal.
Todo lo que me pasó en mi adolescencia, si hubiese sucedido ahora habría sido demoledor. A mí me pasaban cosas terribles en el colegio, pero llegaba a casa y ahí estaba protegida.
¿Qué sucede cuando en tu refugio tienes acceso a la mirada ajena, a los comentarios de los demás, cuando se extienden esos señalamientos y se mantienen a lo largo del día porque tienes en tus manos la opinión de todas las personas que crees que te odian?
La música, al menos para mí, ha sido siempre una vía para entenderme, para expresarme, para calmarme y para refugiarme. No creo que sea la solución, pero sí que siento que tener un lugar donde vaciar y depositar la carga es importante.
A mí hacer música me salvó, literalmente, la vida. Y sigo pensando que tener un espacio de expresión, cuando no encuentras las palabras, las personas o los lugares, ayuda.Pero está claro que necesitamos políticas públicas, educación emocional y espacios seguros donde los jóvenes puedan hablar sin miedo.
Uno de tus “remedios”, tanto a nivel creativo como de bienestar, ha sido mudarte a un pueblo. ¿Qué has encontrado en el mundo rural? Cuéntanos tu experiencia, que en provincias como Palencia estamos necesitados de promoción de la buena vida en el campo…
Ha sido transformador. Irme al campo no fue solo un cambio de casa, fue un cambio de ritmo. Vivir rodeada de naturaleza, con más silencio, sin prisas, me ha ayudado a escucharme más. Y a estar más presente.
Observar la naturaleza te cambia profundamente. De verdad, pararte simplemente a mirar las grullas atravesando el cielo, escuchar los pájaros, pasear junto a un río y que eso forme parte de tu día a día, en lugar de los gritos, la contaminación, la urgencia por llegar a algún sitio… Te cambia completamente.
Me ha permitido reconectar con lo esencial, con mi hijo, con mis rutinas creativas.
El mundo rural no es solo un lugar bonito o idílico, es una forma distinta de estar en el mundo, donde te puedes plantear tu vida, escucharla y tomar decisiones estando más alineada contigo misma.
«Espero volver a conectar con la gente del Palencia Sonora, celebrar la música como siempre hemos hecho allí»
Palencia es un festival que te quiere, en el que has estado en varias ocasiones y al que regresas en este nuevo trabajo. Y también un festival que llega al sold out y al cien por cien de ocupación hotelera mucho antes de que llegue la fecha. ¿Qué opinas de él y qué esperas vivir en su 22a edición?
Tengo un recuerdo precioso del Palencia Sonora. El público, la organización, el cariño… Es de esos festivales en los que sientes que te están esperando de verdad. Recuerdo estar muy emocionada en las otras ediciones, y volver ahora con “Lento Ternura” me hace muchísima ilusión.
Espero volver a conectar con la gente, que disfruten de este show que pasa por muchos lugares de mi carrera y celebrar la música como siempre hemos hecho allí.







