Kate Middleton y el circo mediático

Aterriza que no es poco

Seguro que algunas de las personas que van a tener la deferencia de leer este artículo han sentido alguna vez miedo a volar. De hecho, no recuerdo ningún vuelo en el que, ya sea como pasajera o como piloto, no haya encontrado a un mínimo de una o dos personas aterradas al entrar al avión. Es muy fácil identificarlas, se agarran al apoyabrazos del avión como si les fuera la vida en ello.

Recuerdo que hace muchos años hacíamos cursos para ayudar a la gente a quitarse el miedo. Antes del 11S les dejábamos volar en cabina con nosotros y les preguntábamos qué es lo que más les asustaba de volar y la gran mayoría mencionaba el aterrizaje y, por supuesto, las tan temidas turbulencias.

Es una pena que ya no permitan llevar a gente en cabina. Ni siquiera nos permiten llevar a familiares. Hace un par de años echaron a un compañero porque su mujer entró a saludar durante un vuelo. La propia azafata le denunció.
Ya me dirán ustedes qué peligro puede tener la mujer del Comandante. Tras 40 años conviviendo, quiero pensar que aquel buen hombre algo hubiera notado si se tratara de una asesina en serie.

Lo cierto es que cada vez que pasa algo nos añaden más prohibiciones. Todavía me acuerdo de cuando podíamos ir al baño sin pedir permiso. ¿Se imaginan ustedes que cada vez que tienen una necesidad tuvieran que llamar con un telefonillo a su compañero, que el compañero tenga que dejar lo que está haciendo para proteger la puerta de su oficina y esperar a que acabe para poder seguir con sus obligaciones? Fíjense cuando vuelen la próxima vez, los pilotos nunca pueden ir al baño sin que entre una azafata en la cabina y otra u otro custodie la puerta.

La que está dentro está controlando que el otro piloto no tenga tentación de suicidarse y la que está fuera que no haya un terrorista que empuje la puerta y entre.
¿Cuántos casos conocemos en los que el personaje que lleva el avión de turno se haya suicidado? Uno, en Germanwings.

Yo la verdad es que paso bastante vergüenza y me cuesta horrores tener que molestar a las compañeras. En mi última Compañía a uno de los Capis le llamaban el “Comandante próstata” así que visto lo visto, intento limitar mis ingestas de agua al mínimo para evitar pseudónimos innecesarios.

Pero no sólo el 11S cambió la aviación para siempre. Como ya he mencionado, nuestro lugar de trabajo es inaccesible y nuestra puerta está blindada. En los cursos nos entrenan para que, pase lo que pase, no la abramos jamás, aunque veamos que un terrorista ha puesto un cuchillo en el cuello a un auxiliar de vuelo, aunque ese auxiliar sea nuestro hijo. Nuestra obligación es salvar a todo el pasaje y no a una sola persona.
No se me asusten porque en muchos años que llevo volando, en mi vida he visto nada parecido. Bueno sí, en las películas.

Y si se dan cuenta y por desgracia, atentados sí ha habido en trenes y no pasan las estrictas medidas de seguridad que pasamos nosotros.
Todavía recuerdo cuando nos llevaban directamente del hotel al avión en furgoneta. ¿Se imaginan eso? Y que no se nos ocurra llevar una botellita de agua en el maletín. Al fin y al cabo pasamos los mismos filtros que los pasajeros.
¿Se acuerdan de cuándo nos dejaban llevar líquidos al avión? Pues todo cambió un mal día en el que unos individuos planeaban coger en el aeropuerto de Heathrow siete vuelos con destino a distintas ciudades de Norteamérica y, según los cargos presentados contra ellos, hacer estallar sus explosivos líquidos en pleno viaje, matando a alrededor de dos mil personas.

En este caso se trataba de ocho musulmanes británicos que fueron detenidos el 9 de agosto de 2006, cuando sus planes estaban ya muy avanzados.
Gracias al buen hacer de la inteligencia británica aquello se evitó pero todavía hoy vivimos las consecuencias.
Pero por favor no vayan ahora pensando en todas estas historietas de abuela cebolleta cada vez que tengan que coger un avión.
Piensen en toda la seguridad que hay en los aeropuertos para que todos podamos disfrutar de la que todavía es la forma más segura de viajar. Nos vemos en los cielos.
Con P palentinos viajeros.

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