Viernes Santo en Palencia. Funcion del Descendimiento en la plaza de la Inmaculada junto a la Catedral / Brágimo ICAL

Declarada como Fiesta de Interés Turístico Internacional, goza de una identidad propia

A. Míguez / ICAL

La Semana Santa es uno de los momentos más esperados, no solo por los fieles, sino también por los miles de turistas que estos días viajan para disfrutar de una de las tradiciones más arraigadas de la Comunidad. La conocida como la procesión de ‘la Borriquilla’ del Domingo de Ramos marca su inicio de manera oficial y, en Palencia, está organizada por la Cofradía del Santo Sepulcro que es, a su vez, la misma que protagoniza uno de los actos más solemnes de la Semana Santa palentina: la función del Descendimiento del Viernes Santo.

Viernes Santo en Palencia. Funcion del Descendimiento en la plaza de la Inmaculada junto a la Catedral / Brágimo ICAL

Una representación que conlleva mucho trabajo, infinidad de horas de ensayo y una enorme preparación para que nada falle. “Los cofrades que se encargan del acto, llevan practicando toda la Cuaresma. No es un acto que puedas hacer de un día para otro. Hay que ensayar una y otra vez”, explicó el hermano mayor de la cofradía, Ángel Gutiérrez. De esta manera y como si de una coreografía se tratara, los pasos se suceden hasta representar de la manera “más fiel y certera posible” una función cuyos orígenes se remontan al siglo XVI.

Todo debe estar preparado para que cuando el reloj marque las cuatro y media de la tarde, se inicie el ritual con un turno de vela a manos de los cofrades que se sitúan a los pies de la Cruz en la que está suspendida la figura de Cristo que, desde ese momento, “ya no estará solo”. Los hermanos harán relevos de dos en dos hasta que al filo de las siete de la tarde un toque de Tararú anuncie la apertura de puertas de la Catedral y dé comienzo la Función del Descendimiento.

A partir de ahí, lo primero es colocar el lienzo con el que cubrirán el cuerpo de Cristo descendido. Se retira el letrero, la corona de espinas y los clavos que le sostienen. “Se hace de manera muy cuidadosa y en medio de la solemnidad que se apodera del público asistente. Primero se retiran los clavos de las manos y por último los de los pies. Lo descienden y lo colocan sobre unas andillas que portarán a hombros y bajo la luz de las antorchas hasta el interior de la Catedral”, detalló Gutiérrez. Un silencio roto solo por el repicar de la campana de difuntos y por una voz en ‘off’ que va recreando los pasajes del Descendimiento a modo de sermón. “Cada año intentamos que los textos sean diferentes aunque preservando su esencia. La narración debe ir adaptándose al momento que se está viviendo”.

El Descendimiento da paso a la procesión del Santo Entierro donde, a modo de comitiva fúnebre, se avanza en una especie de catequesis que repasa los momentos desde que Jesús muere en la Cruz hasta que su cuerpo descansa en el sepulcro. Los hermanos van ataviados con el blanco hábito procesional de la cofradía y sustituyen la capa y capillo por negros escapularios -en recuerdo a los frailes franciscanos que en su día representaron esta tradición- y utilizan cogulla para preservar la identidad de los participantes, retomando el color del hábito. De esta manera, sujetan delicadamente los brazos de Jesucristo. Una imagen articulada, creada por el imaginero salmantino Miguel Ángel Rojo, que permite dotar de un mayor realismo la recreación.

Sin embargo, y pese a la importancia que ha cobrado en los últimos años, lo cierto es que El Descendimiento quedó en el olvido durante muchos siglos. La Semana Santa palentina estuvo décadas sin celebrar este acto que decidió recuperarse en 2003. “No sabemos con total seguridad en qué fecha se dejó de hacer pero sí sabemos porqué tuvimos la clara convicción de que debíamos retomarlo. Desde entonces, se celebra como preludio a la Procesión del Santo Entierro y se ha convertido en un acto insigne de la Semana Santa de Palencia. Para mí es un orgullo y particularmente sobrecogedor”, añadió.

Gutiérrez cree que esto “no hubiera sido posible sin los documentos conservados donde se relataba fielmente cada detalle de la tradición”, refiriéndose a las actas de la Cofradía del Santo Sepulcro de Palencia. “Un archivo que refleja cómo ya en aquella época se organizaba la Procesión del Domingo de Ramos y a esa, se incorporaron la función del Descendimiento y la Procesión del Santo Entierro. Además, y gracias a los inventarios, se pudo saber con exactitud con qué enseres y con qué imágenes lo escenificaban”.

Entre otras cosas, el texto revelaba que la cofradía contaba con un Cristo Yacente articulado anterior al que actualmente desfila en la procesión del Viernes Santo y que fue adquirido en el año 1927. No faltaban tampoco la cruz, la corona, los clavos o el lienzo. Se sabe además, que la imagen estaba acompañada de una Virgen también articulada junto a las figuras de José de Arimatea, Nicodemo y dos ladrones. “El objetivo de todas las cofradías penitenciales es el de escenificar la Pasión de Cristo y hay que reconocer que este puede ser uno de los momentos más especiales”.

Además de los ensayos, existe la figura del responsable de la función. Él se encarga de diseñar un sistema de rotación para que todos los cofrades que quieran participar, puedan hacerlo. “Hay hermanos que ya están experimentados y siempre se cuenta con ellos y otros que, sin embargo, van rotando. Unos y otros deben ensayar para que todo salga a la perfección el día de la representación”, concluyó.

 

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