El proyecto de J. García y J. Castillo consigue dos objetivos. De una parte reparar los daños causados fundamentalmente por la acción del agua, de forma que los elementos arquitectónicos resultes funcionales, y además se contribuye a lograr una lectura coherente de la geometría de la fachada, hoy perdida.

De otra, generar las protecciones necesarias para las arquitecturas que contribuyen a alejar el agua de los elementos decorativos y estructurales, potenciando asimismo los valores formales que tiene la fachada de este inmueble de Guardo.

La intervención, por tanto, se ha centrado en mantener la fachada del Palacio en condiciones óptimas de uso y mantenimiento, puesto que se detectaron lesiones en zonas localizadas que, sin ser de extrema gravedad, los redactores reconocen que sí que podían evolucionar a deterioros más importantes y sobre todo provocar caída de fragmentos a la vía pública con riesgo para los viandantes.

Imágenes. A. G.