Cuando las dudas asaltan, hay que recurrir a la maquinaria pesada. A los watios de potencia o de sonido. Al empuje, no de los caballos de vapor sino de los aficionados. Bien lo saben en las gradas del Pabellón. Cuando hay quien lo pasa mal en el equipo, o al menos no pasa por su mejor momento, es el tiempo de animarle, de tener un guiño con él.

Así se pudo verse cómo el fondo norte tuvo un detalle con Xabi Oroz. Una máquina hinchable precedía a su apellido y a su número, el 7.

Y lo agradeció el guipuzcoano en la cancha. Atreviéndose a tirar. Llevando las manijas del equipo, protagonizando dos penetraciones a la canastas visitante…

No fue el único que gozó de los ánimos del respetable de Palencia en el partido ante el Tizona de Burgos. También, antes del choque, Kamba, al que ya se le ve sin muletas y sin apósitos caminando pese a que no hace tanto que se rompió el talón de Aquiles. También a Kunkel, de quien nadie se acordó de su jugada en Santiago. Ovación a cada martillazo que pegó en la canasta del Tizona y cuando volvió a cancha después de pasar por los vestuarios a los que se había ido cojeando.

Kunkel destempla al Tizona

Fueron las gradas las que, como un bulldozer, despejaron las dudas del equipo cuando al principio del partido las cosas no iban como debían. Cuando la pelota no entraba y el ambiente se estaba enfriando en el municipal. PA-LEN-CIA, PA-LEN-CIA empezó a rugir el estadio capitalino que vio como al final el equipo local sacaba la apisonadora para pasar muy por encima de un rival que no se jugaba nada, porque tiene asegurada su posición en el Play-off.

 

Próxima cita en tierras palentinas, en nada. En una semana. El sábado que viene a las 19 horas ante el ya descendido Morón.

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