Aves de la Laguna de la Nava
Foto: Míriam Chacón

La mitad de las especies amenazadas que utilizan los humedales y agrosistemas de Castilla y León son aves migratorias

Espacios naturales como la laguna de La Nava, o los campos de cereal de la Comunidad se convierten en puntos esenciales para las aves migratorias

La mitad de las especies amenazadas que utilizan los humedales y agrosistemas, un conjunto de hábitats muy relevantes en el conjunto de Castilla y León, como la laguna palentina de La Nava o los cultivos de cereal, son aves migratorias, según el Libro Rojo de las Aves de España, un documento publicado por SEO Bird Life en 2021 y elaborado por científicos y expertos que analiza el estado global, al notificar un total de 90 especies de aves amenazadas con presencia en España.

El hecho de que este alto porcentaje de aves amenazadas sean migratorias complica el hecho de tomar medidas de conservación, porque no se trata solamente de llevar a cabo acciones en un terreno o zonas concretas, sino que las actuaciones deben ponerse en práctica en diversos países y continentes, afirma a Ical uno de los responsables de proyectos sobre humedales de SEO Bird Life, Mario Giménez.

“Podemos hacer por tener en buen estado de conservación la laguna palentina de La Nava para los ánsares, que es una zona que ha perdido importancia por desplazarse a otros lugares; o para el carricerín cejudo, muy amenazado y que cría en Bielorrusia y Polonia, pero migra por la zona mediterránea, con la provincia palentina como parada marcada, hasta llegar a África tropical; pero ese esfuerzo debe ser recíproco en otras zonas y humedales o será un fracaso”.

Más allá de los grandes humedales, se encuentra las lagunas de menor tamaño que son “vitales para la migración”, porque las aves “necesitan parar y poder comer para seguir con su viaje”. Es muy evidente en los pájaros pequeños, pero también otras más acuáticas más potentes, como las anátidas o las garzas, por lo que se ha detectado que todas estas especies están disminuyendo, añade.

Para un pajarito mosquitero, que pasa apenas diez gramos, y puede hacerse 5.000 kilómetros en su migración, que “encuentren un seto con unas vallas es vital para su vida y resistencia en el camino”, algo que está desapareciendo al pasarse al sistema agrario en la mayoría de campos.

De esa forma, subraya que se ha perdido mucha vegetación y, por tanto, insectos, semillas y alimento para muchas aves, algunas tan comunes, como la golondrina, las cuales están clasificadas en una categoría de amenazadas.

Cambios de ciclos

El biólogo explica que las cigüeñas son una especie muy típica de Castilla y León, pero cada vez hay más ejemplares que se queden en invierno en España y rechazan cruzar el estrecho para desplazarse a África, dado que el clima en sus zonas es bueno y encuentran recursos y alimento.

Una situación que también ocurre con rapaces como el águila calzada o el aguilucho cenizo, una especie migratoria muy representativa de la Comunidad, que pasa los inviernos en el continente africano, pero regresa a Castilla y León a nidificar a los sistemas agrarios y las estepas agrícolas, a partir de los campos de cereal.

Aun así, apunta que la nidificación en estos campos conlleva una problemática, la cual se relaciona y se ve agravada por el clima, dado que “se apuesta por el fenómeno de adelantar la cosecha, lo que implica que los pollos sigan estando en el nido en el momento en el que actúa la cosechadora”.

“Algo que les iba bien a los aguiluchos hace décadas, porque estaban acoplados al ciclo de cultivo de los cereales, ha empezado a desacoplarse por las nuevas prácticas agrícolas, aunque se trabaja con diversos voluntarios para salvar esta situación”, afirma.

Nuevos comportamientos

Giménez relata que la casuística varía de unas especies a otras, pero asegura que el cambio climático sí que incide, porque hay especies de aves que “ya no migran tanto y otras en las que sus tiempos de partida se han desajustado y comienzan a llegar e irse antes”, de ahí que el ciclo de las aves insectívoras “ya no coincida con los picos máximo de insectos”, que es su mayor interés para alimentar a sus pollos.

Todo este tipo de comportamientos se comenzaron a ver desde hace tiempo y, en algunos casos, las especies “han conseguido adaptarse, pero otras son menos plásticas y les va a costar más este proceso”, aclara.

Deja claro que, sin duda, se está ante un “momento cambiante”, que se une a la sequía, agravada por la “mala gestión de la explotación más allá de la disponibilidad de agua”, lo que afecta al estado de conservación de los humedales, así como a las especies que dependen de los cultivos, asevera el experto en la materia.

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