Niña ciencia educación altas capacidades

La recién constituida asociación APAC une a las familias palentinas con hijas e hijos con capacidades intelectuales, talentos especiales y superdotación, a fin de crear comunidad y dar soporte a sus necesidades educativas

«Mamá, he dejado el examen de Sociales en blanco. Me sé los temas perfectamente, ¿por qué tengo que demostrarlo?». Convivir con un hijo o hija con altas capacidades intelectuales, y educarlo, puede presentar retos como éste.

A menudo, estos chicos y chicas con una inteligencia por encima de los estándares superan sin esfuerzos los retos de aprendizaje del aula, pero se enfrentan a otros muy diferentes: tal vez suspenden porque se aburren, o cuestionan a los profesores, que quizá no siempre comprenden sus necesidades.

Las altas capacidades no se diagnostican, porque no son un trastorno. Pero, si son detectadas a tiempo, entonces se pueden desplegar las herramientas para atender la que no deja de ser una necesidad educativa especial, como las hay en otros sentidos.

El sistema educativo está dotado de recursos para esa detección en diferentes etapas educativas a través de los servicios de orientación, aunque no todos los centros les prestan atención.

Si se detecta, entonces el menor puede acceder a un acompañamiento adecuado a su desarrollo personal y educativo y a programas como las formaciones específicas del Creecyl, de la Junta de Castilla y León, o a los propios del centro escolar.

El pasado septiembre, un grupo de familias de hijas e hijos con altas capacidades constituyó la Asociación Palentina para el apoyo a las Altas Capacidades (APAC). Su vicepresidenta, Beatriz Gil, nos explica que el proyecto surge de la necesidad de conectar que sentían muchos de estos padres y madres.

«En nuestro caso, estábamos muy contentos con el acompañamiento por parte del colegio», explica, pero otras familias no lograban que a sus hijos les hicieran el estudio correspondiente en el centro o, en caso de tener un informe, no planteaban ningún tipo de apoyo escolar, por lo que buscaban ese asesoramiento en la asociación de Valladolid, ACYLAC.

«Algunas se conocían de allí, otras empezamos a hablar a través de grupos de whatsapp. Y un día, simplemente, quedamos a tomar algo y ponernos cara…». Y la buena sintonía y el beneficio de charlar, compartir y favorecer la socialización conjunta de los niños ha hecho que el desarrollo del proyecto sea muy rápido.

En apenas cinco meses, desde el registro de la asociación, han celebrado ya numerosas actividades, encuentros en la capital y la provincia -disponen de una delegación en Guardo para la zona norte- y están en contacto con otros colectivos de Castilla y León para avanzar en la creación de una federación regional, que favorezca la representación ante las instituciones y ciertos cambios del sistema. «Somos soñadores», resume Beatriz.

Sus objetivos van más allá de organizar talleres con los que estimular a los pequeños, sino que buscan, ante todo, crear comunidad. Su primer programa es el de Potenciación del Talento, con esas formaciones y actividades específicas -robótica, ciencia divertida…-.

Pero también están trabajando en un programa de relaciones sociales, con encuentros y juegos compartidos; salidas culturales; acompañamiento psicológico en colaboración con una terapeuta que, además, llevará un programa de mindfulness; o un programa de desarrollo familiar, en el que una vez al mes se celebran reuniones (círculos familiares) en las que «conversar y expresarnos en un entorno seguro».

Su apuesta ha sido la de admitir a toda aquella familia que sienta que necesita apoyo. «Hay asociaciones que se circunscriben a los niños que ya cuentan con un informe de detección de altas capacidades. Nosotros hemos tomado la decisión de no establecer este filtro, porque precisamente vemos que a menudo las familias necesitan apoyo para conseguir ese informe».

Es decir, antes de confirmar lo que ellos ya intuyen: que su hijo o hija se siente diferente en el cole, se aburre en clase, o se hace preguntas de una madurez que no se corresponde con su edad.

Precisamente, la primera labor para las familias que se acerquen al colectivo será hacerlas entender que este reto, en realidad, es un diamante en bruto si se dan los pasos adecuados. Por ello, definen las altas capacidades como «una forma de pensar, sentir y ver la vida de otro modo, con una facilidad de procesamiento y captación que hace que estas personas tengan una riquísima fuente de recursos en su mente, pudiendo crear infinitas conexiones con maravillosos resultados en áreas matemáticas, lingüísticas, creativas… Sin olvidar la sensibilidad con la que sus ojos son capaces de ver el mundo apreciando hasta el más mínimo detalle y con un gran sentido de la justicia», en palabras de su presidente, Samuel Villarrubia.

Puedes contactar con APAC a través de su web, apacpalencia.com

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