Crónica de la corrida de rejones del domingo 4 de septiembre, que puso fin a la Feria de San Antolín en la plaza palentina

Javier Cáceres Herrero

Se bajó definitivamente el telón de la feria taurina de Palencia, con una corrida de rejones, que se han encargado de torear el portugués Joâo Telles, la francesa Lea Vicens y el navarro Guillermo Hermoso de Mendoza. Tres rejoneadores de tronío para una ganadería, la de David Ribeiro Telles, que dejó las mejores y más bravas reses, en un día en el que el tiempo, fue cómplice una vez más y en el que, el coso palentino, registró la mejor entrada.

 

Joâo Telles

Se presentaba por primera vez Joâo Telles en Palencia con el cartel de ser el mejor rejoneador del país vecino (Portugal) y en absoluto decepcionó. Al buen primero, que salió despistado, pronto consiguió atraerlo con dos buenos rejones de castigo, a lomos de “Ilustre”. Acertado estuvo con las banderillas, en especial con la cuarta que puso tras un quiebro clásico que le valieron los aplausos del público. Falló con el rejón de muerte y perdió al menos un trofeo de un toro, que salió de la plaza ovacionado.

El cuarto fue el mejor de la tarde. Joâo lo vio claro y pronto empezó a demostrar porque está donde está. Un solo rejón de castigo le puso para dar paso al tercio de banderillas. Ahí pudo exhibir sobretodo a “Ilusionista” con un tercio que puso al público de pie. El acierto con el rejón de muerte le aseguró la Puerta Grande, cortando las dos merecidas orejas. Ojalá volvamos a verle pronto.

Lea Vicens

Poca presentación necesita Lea en tierras palentinas. Muy querida, como demostró desde el primer momento el tendido. Al segundo, un toro voluminoso pero con bravura, como todos sus hermanos, lo recibió con “Guitarra” y dos rejones de categoría. En banderillas, dio el susto de la tarde, cuando su caballo “Fermín”, cayó al suelo -una vez más quedó patente el defectuoso estado de la arena- y a punto estuvo el morlaco de causar una desgracia. Por suerte quedó en eso, un susto. Tras cuatro banderillas de clase y una ronda de cortas, clavó un rejón de muerte trasero que la hizo descabalgar para rematar con el descabello. Oreja y ovación para el toro.

Con el buen quinto, realizó una faena más técnica. Exhibiendo sobretodo a “Diluvio”. Bailaba el elegante el caballo al ritmo del pasodoble, mientras una a una ponía las cuatro banderillas y dos cortas -con más dificultad la segunda- para pasar a matar con un buen rejón de muerte, que aún así, la hizo tener que rematar con descabello. Otra oreja y Puerta Grande. Se dejó todo, una vez más la de Nimes y fue reconocido por el entregado público palentino.

Guillermo Hermoso de Mendoza

Su padre fue el más grande en este bello arte del rejoneo y Guillermo, va camino de igualarlo, a pesar de su corta edad. Sufrió con el tercero, sobretodo cuando “Berlín” volvió a tener un percance con la arena, que a punto estuvo de descabalgarle. Dos rejones de castigo le puso. Con el segundo rejón, perdió las manos el toro poniendo en duda su fuerza. Supo mantenerlo el navarro en banderillas demostrando al público su buen hacer en esa suerte -de casta le viene al galgo-. Un excelente rejón de muerte que hizo caer al astado casi al instante le procuraron las dos orejas.

Con la Puerta Grande asegurada, salió a por el sexto. Quizás por ser sabedor de que cerraba la feria, Hermoso se propuso regalar al respetable una faena memorable, llegando a exhibir la “Hermosina”, suerte que inventó su padre, Don Pablo y que a buen seguro, le hizo sentir orgulloso.

Toro grande y bien armado, para el cual el de Estella, dejó llegar al toro hasta límites peligrosos para su querido “Berlín”. Toda la plaza empezó a aplaudir al compás del pasodoble agradeciendo el hermoso espectáculo que estaba viendo en el albero. Lo mató con otro rejón certero que le procuró otras dos orejas y un rabo -no se recuerda la última vez que se cortó uno en “Campos Góticos”- que aunque con reticencia, concedió el presidente debido a la insistencia de la petición.

Acaban así los festejos taurinos de estos San Antolines. Para la historia, sin duda estas cinco tardes. Con puertas grandes todos los días, con faenas inolvidables, un indulto, gran afluencia de público, sobretodo joven, dejando patente el tirón que tiene la tauromaquia por estos lares, con buen tiempo, con una banda de música que pocas ciudades pueden presumir de semejantes artistas -el momento del himno de Palencia, el día del Patrón aún me pone la piel de gallina- y permítanme homenajear al alguacilillo y la alguacililla, encargados de abrir los paseíllos y entregar los trofeos, porque hasta ellos han hecho gala de una simpatía, una amabilidad y una alegría, en línea con lo sucedido estos días que son dignos de mencionar y agradecer. Difícilmente se podrá superar lo visto este año en años venideros, pero ya sabe, que en el argot taurino, hasta el rabo todo es toro.

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