Raquel Martín Lorenzo y Raquel Lorenzo, hija y madre, a las puertas del Fossilium, en Villamuriel de Cerrato / R.L.

‘Fossilium’, ubicado en el Centro Cultural Jesús Meneses de Villamuriel de Cerrato, es una aula paleontológica compuesta por unas 800 piezas propiedad de esta familia palentina, que atesora una de las más importantes colecciones de fósiles de la provincia

La pasión de Rafael Martín era encontrar fósiles y clasificarlos. Su sueño, acercar a la gente esa pasión. Tras mucho esfuerzo organizativo por parte del Ayuntamiento de Villamuriel de Cerrato y, gracias al apoyo económico del propio Consistorio y la Diputación Provincial, el Centro Cultural Jesús Meneses de la localidad cerrateña acoge desde 2022 ‘Fossilium’, un aula paleontológica donde se ubican unas 800 piezas de la colección privada que atesora la familia Martín-Lorenzo, y que cuenta con más de 7.000 ejemplares.

Así, Rafael pudo ver ese sueño cumplido unos días antes de que la enfermedad se lo llevara demasiado pronto. Un sueño que todavía hoy se mantiene intacto a través su mujer, Raquel, a quien su marido “contagió” esa afición de ir siempre pendiente de los terrenos pedregosos y acercarse a ellos con una mirada distinta.

“Siempre íbamos de vacaciones, incluso a la playa, con un cincel y un martillo”, recuerda Raquel Lorenzo, que atiende a Palencia en la Red junto a su hija, Raquel Martín Lorenzo. Ambas tienen la amabilidad de darnos a conocer los pormenores de lo que supone, en definitiva, ‘Fossilium’: un viaje por el Planeta Tierra a través de millones de años.

Porque el fin último que persigue la familia Martín-Lorenzo ya no es solo dar a conocer el valor de su ingente colección, sino también que los visitantes puedan vivir una experiencia inmersiva, sobre todo, los más pequeños; que puedan comprobar a simple vista de dónde vienen los seres vivos que pueblan nuestra fauna.

“La donación de las piezas, que el Ayuntamiento de Villamuriel acogió con entusiasmo, fue el primer paso. Luego, desde el Consistorio se encargaron de verificar la calidad de los fósiles con la ayuda de especialistas paleontólogos del Instituto Geominero. Sin su apuesta decidida, este aula no habría sido posible”, apunta Raquel Martín.

El viaje que nos propone ‘Fossilium’ comienza con el inicio de los tiempos. Este planeta existe hace 4.600 millones del año. Y, por extraño que pueda parecer, el ser humano aparece hace 200.000 años, es decir, ante ayer, en términos paleontológicos. La historia de nuestro planeta se entiende como una masa incandescente, que sufrió un proceso realmente emocionante. Un desarrollo con momentos de grandes catástrofes, con hasta cinco extinciones y otros con relativa tranquilidad, como en el que nos encontramos ahora. Al menos, no tenemos que caminar entre brontosaurios y tiranosaurios rex.

Raquel Martín Lorenzo explicando uno de los paneles de ‘Fossilium’ / R.L.

Durante millones de años, la vida solo pudo existir en el mar, evolucionando de las primeras colonias de bacterias. Estas bacterias y algas microscópicas, al realizar la fotosíntesis, expulsaban oxígeno a la atmósfera, preparando el camino para que surgieran nuevas criaturas marinas cada vez más complejas y, muchísimo después, los primeros seres terrestres.

Así, en el Eón Fanerozoico, que es donde se ubica la existencia de la vida en la Tierra, todo comienza con el Paleozoico, con la explosión de la vida y los primeros artrópodos, que pueden atestiguarse a la perfección en los fósiles presentes en ‘Fossilium’. Merece la pena comprobar cómo era un trilobite, habitaba en los fondos marinos y se alimentaba de microorganismos. Era capaz de plegar su caparazón completamente como medida de defensa.

Avanzando en la historia, llegamos hasta el Mesozoico, con sus tres diferentes etapas: Triásico, Jurásico y Cretácico, entre 250 y 65 millones de años desde la actualidad. Entonces, la Tierra todavía estaba formada por dos continentes: Laurasia, al norte, que comprendería la actual Norteamérica, Europa y Asia, mientras que al sur se encontraría  Gondwana, con las actuales Suramérica, África, Antártida y Australia, todas juntas.

En ese momento histórico, los ammonites son protagonistas, unos invertebrados marinos depredadores. Estos moluscos cefalópodos tenían una concha que podría alcanzar gran tamaño y que, hoy día, nos podría recordar a un pulpo o a un caracol. Para un estudiante de la LOE, un ammonite recuerda al Pokémon fósil Omanyte. Pueden buscar su parecido. Para que luego digan no aprendíamos nada con los videojuegos.

Algunas de estas piezas son de las más llamativas que ofrece la exposición, tanto por su forma como por su tamaño. Sin embargo, no son las preferidos de Raquel Lorenzo, que se queda con algunos equinodermos (estrellas de mar), impregnados en la piedra de una forma tan sutil y estética, que casi parecieran calcamonías. Algo digno de ver.

La mayoría de esos ammonites se extinguieron más o menos al mismo tiempo que los dinosaurios, porque sí, existieron. Y si tenían un gran tamaño es, sencillamente, porque las plantas tenían ese mismo tamaño. “Los herbívoros comían esas plantas y, por eso, los carnívoros adquirían ese tamaño”, explica Raquel Martín, con un sencillo símil. Se estima que hubo más de mil especies diferentes de esos gigantescos reptiles.

Finalmente, llegamos hasta el Cenozoico, desde hace 65 millones de años hasta hoy. Aquí, los visitantes podrán encontrarse crustáceos y equinodermos bastante similares a los actuales. Algunos fósiles recuerdan a la perfección a los actuales peces que pueblan los océanos del mundo. Como curiosidad, la colección posee un diente de Megalodón, el tiburón gigante que se dedica a asustar a Jason Statham en las famosas películas de Hollywood. Sencillamente espectacular.

Sin ánimo de spoilear la visita, pues la idea es que puedan verlo con sus propios ojos, deben saber que la exposición aguarda importantes sorpresas en forma de piezas especiales, que sorprenderán a cualquiera que no lo haya sentido ya.

FÓSILES DE LA PROVINCIA DE PALENCIA

Con especial mimo y cariño diseñó Rafael Martín este importante espacio de la muestra con la que cerrar la visita al ‘Fossilium’. Seguramente, en él se encuentran los fósiles más especiales de su colección allí expuestos.

La parte norte de la provincia de Palencia destaca por su excepcional registro fósil del Devónico, una de las etapas del Peleozoico, que recibe en el contexto geológico el nombre de Dominio Palentino y que, sin duda, constituye un auténtico tesoro paleontológico.

Fósiles de la provincia de Palencia / R.L.

Del mismo modo, ya entrados en el Mioceno, en pleno Mesozoico, destaca el yacimiento del Cerro del Otero, en la capital palentina, estudiado entre 1912 y 1921. La historia cuenta que, al extraer arcillas del cerro para la fábrica de La Tejera, aparecieron restos fósiles de de astas de rumiantes, rinocerontes, elefantes y tortugas.

De estas, conocidas como tortugas gigantes, se hallaron nueve ejemplares que hoy se encuentran depositadas en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Todo esto y mucho más es lo que podrán encontrarse los curiosos por la naturaleza cuando visiten la muestra de manera gratuita en horario habitual de martes a domingo, de 10:00 a 13:30 y los viernes y sábados de 17:00 a 18:30.

La última semana completa del mes, el horario será de martes a viernes, de 10:00 a 13:30 y de miércoles a viernes entre las 17:00 y las 18:30. La última visita, 30 minutos antes del cierre. Por su parte, las visitas guiadas pueden acordarse llamando al tlfn 699 28 20 32 o bien escribiendo al correo electrónico fossiliumvillamuriel@gmail.com

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Al margen de la importante historia viviente que se puede contemplar por medio de los fósiles que se encuentran y se puedan visitar en el ‘Fossilium’, resulta todavía más apasionante la historia de vida de esta familia palentina.

Una que resume el tesón, la pasión y una manera tan propia y artística de hacer las cosas. Años de viajes, recolección, clasificación, incluso intercambio de fósiles en ferias de distintos países. Todos datados y clasificados, con su ubicación y época. Una actividad que cobra en la actualidad mucha más importancia, cuando ya no está permitido coger fósiles de los caminos, montañas o playas. Como si a esos pedazos de nuestro planeta enterrados durante siglos les pudiera importar algo que se contemple su belleza en pleno siglo XXI.

Felizmente, gracias a la generosidad de Rafael Martín y su familia, podemos asomarnos al relato patente de nuestra historia más antigua, al tiempo que se mantienen vivos la memoria y el legado de un hombre y su mujer, entregados a una pasión.

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