Después del verano volvemos a las rutinas, odiadas por algunos y queridas por otros, pero siempre necesarias. Nuestros peludos también deben tener rutinas en su día a día, sobre todo durante su desarrollo. Al igual que ocurre con un niño, el cachorro debe ser educado de manera correcta, debemos emplear tiempo en su educación para asegurarnos que sea un peludo estable y equilibrado de adulto.

En todo momento hablaremos de educación, no de adiestramiento. La educación canina es emplear métodos y técnicas adecuados buscando como objetivo que nuestro peludo aprenda órdenes cotidianas, así como una buena socialización con el entorno y de esta manera hacer que la convivencia sea mucho más agradable y positiva para todos. El adiestramiento comprende muchos aspectos de la educación, pero el fin es enseñar el desarrollo de habilidades especiales (abrir puertas, traer objetos,…)

La educación de nuestro peludo siempre debe ser a través de refuerzos positivos, NUNCA se deben usar refuerzos negativos, es decir, técnicas que incluyan castigos, que afecten de manera directa en su estado de ánimo. Con los refuerzos positivos buscamos premiar las buenas conductas y acciones de nuestro peludo y se logra además una conexión emocional entre ambas partes que es maravillosa. Es la manera correcta para estimular las capacidades intelectuales y cognitivas de nuestros queridos compañeros de cuatro patitas.

En la actualidad es cada vez más común la figura del educador canino así como los centros donde se imparten talleres o cursos. Si elegimos acudir a un profesional debemos asegurarnos que realmente es un buen profesional, que no usa técnicas invasivas ni dolorosas con nuestro peludo. Debemos tener muy claro que cualquier profesional nos enseña las pautas y como ponerlas en práctica, pero somos nosotros los que debemos tener el compromiso de trabajo y esfuerzo junto a nuestro peludo. Hay muchas personas que creen que el profesional en un par de sesiones les entrega el perro educado y sabiendo hacer mil trucos.

Es primordial que seamos conscientes y es la base de cualquier relación que el peludo tiene sentimientos y que experimenta miedos y ansiedades, por lo que seremos pacientes y cariñosos a la hora de su educación.

Recordar que se trata de un ser vivo, no es un peluche por lo que el compromiso que adquirimos cuando entra en nuestra familia para ser un miembro de pleno derecho es para toda su vida, que debe ser PLENA y FELIZ.

Sandra Paramio
Cielo Animal

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