Acb Photo / Víctor Quintana

Los morados pelearon hasta el final en un partido en el que fueron siempre por detrás del Granada (83-91) y sus posibilidades de salvación son remotas

Estadísticas del partido

A vida o muerte. Como un funambulista, el Zunder Palencia, por la cuerda floja y sin red para amortiguar la caída. Era el sino del partido. Palencia-Granada. De momento, Breogán había perdido contra Gran Canarias en un partido agónico. Y para entrar en materia, antes justo de la presentación de los jugadores, en los altavoces del Pabellón: La Salvación, de Arde Bogotá. ¿Premonitorio? Ojalá hubiera sido así. Luego, el himno a Palencia.

El Zunder Palencia se la jugaba y mucho. Con Kamba al 4 y con Chema como descarte de la convocatoria. Y Kamba comenzó dando lo que pedía Guil: Rebotes. Para segundas oportunidades locales y no dar opciones a los granadinos. Pero los errores en los ataques atenazaban a los locales que se veían aferrados por una defensa manoseadora del Granada.

En defensa, la zona palentina era un coladero, sin intensidad. Y en ataque, tras un comienzo prometedor, llegaron los temidos errores en los pases, en las pérdidas de balón por la presión asfixiante de los visitantes en toda la cancha. 7-11 se fueron los nazarís consumidos cuatro minutos. Sólo Van der Vuurst lograba mantener a flote a los palentinos. Cuando el ataque se había atascado, ya sin tiempo, balón al holandés. Y para dentro.

El trío arbitral comenzó entonces a cobrarse las faltas de los andaluces. En bloqueo, en rebotes…  Se ajustó un poco más el partido con Benite y Piñeiro en cancha. Y con Haarms, que hizo la primera falta de los locales a falta de 3,46 para el final del cuarto. Quería evitar el rebote rival, como ordenó Guil. Pero tarde, muy tarde cuando te juegas la vida. Casi siete minutos sin hacer falta da muestra de lo que luego criticó Luis Guil: falta de intensidad en el arranque.

Y además, el ataque volvió a encasquillarse. 11-18 para los visitantes a falta de 1,35, lo que provocó que Guil pidiera su primer tiempo muerto para acabar el primer cuarto 14-21 con un triple de Valtonen para los visitantes que los árbitros tuvieron que revisar de oficio en el IRS.

Segundo cuarto.

Mucha corriente para remar y para incrementar la contracorriente, tres tiros libres para Cheatham por falta en el tiro triple. Esos tiros de tres que el Palencia no metía. Sólo Kamba abría el melón desde los 6,75. Iba camino de convertirse en el jugador del partido por Palencia, al sumar un 2+1 tras robo de Frankamp.

El partido cobró entonces un cariz broco. Antideportivas, técnicas, avisos… Un río en el que el Zunder supo moverse bien desde el tiro libre, para acercarse a la orilla 26-29 con un parcial de 6-0. Y el pabellón enfervorizado.

Bajó la ebullición un triple de Costa y un posterior error, marrón, que le dejó Van der Vuurst a Pasečņiks desde el 6,75. 26-32 a falta de cinco minutos para el final. Como apunte, transcurridos 15 minutos de juego, en el Palencia sólo habían anotado cuatro jugadores: Hands, Van der Vuurst, Kamba y PasečņiksNi en los tiros libres anotaban otros como Haarms que, tras una jugada fallida en defensa, tuvo un enfrentamiento mutuo con Luis Guil. 30-39.

Comenzaba el Zunder a descomponerse. A perder energía, balones. Sus jugadores no tenían iniciativa en los tiros. Y cuando lanzaban no entraban… Sólo un triple de 8 intentos en todo el cuarto. Tres de seis en los de dos. Únicamente cuatro canastas de juego en el segundo cuarto que se salvó con los 11 tiros libres anotados.

Y en cambio el Granada mostraba su mejor cara. Aprovechando las vías de agua, haciéndolas más grandes. Eligiendo los tiros para no fallarlos (45% en los de tres, 57% en los de dos).

Podría pensarse que el Palencia comenzaba a entregar la cuchara. 34-47 al descanso tras un parcial de 20-26. Y no ya por el resultado, sino por las sensaciones del equipo.

Tercer cuarto

Algo cambió. Primer tiro de tres, primer acierto. Primera defensa, fallo forzado de los granadinos… Algo cambió en el vestuario. Porque los locales se pusieron a 8. Instantáneamente, porque las precipitaciones volvieron a hacer mella en los locales. Al menos, los morados le estaban echando lo que le pedía el pabellón. Ahora sí. Más intensidad.

Van der Vuurst fue en esos momentos el paladín de los morados. Era quien llevaba las riendas del ataque, cuando no el ataque en sí. Y casi mejor, porque era raro que el resto lograra, por su precipitación, encestar.  45-58 y tiempo muerto de Guil con cinco minutos aún por jugar en el tercer cuarto. Y posible reacción atajada por una falta en el bloqueo de Benite, muy poco acertado en labores ofensivas.

Entraba en bonus el Zunder, y los granadinos aprovecharon esa vía, otra más, para castigar a los palentinos. Con la entrada de Frankamp a cancha se vio una reacción. Canasta, asistencia y dos tiros libres para acercar la remontada. Tres granitos aportó Ubal para poner un 54-61. 7 puntos únicamente que asustaban a los granadinos que pidieron tiempo muerto.

Y les salió bien, porque al final del cuarto, 55-66. La ventaja volvió a los 11 puntos.

Último cuarto.

La combinación Pasecniks-Piñeiro fue la clave en el inicio del último cuarto palentino. A ellos fueron a quienes miraron sus compañeros. Dentro de la zona y fuera, porque el puertorriqueño también las enchufó desde el triple para colocar a los suyos a 9.

Pero Costa es mucho Costa y volvió a poner tierra de por medio en un triple muy liberado al que los defensores no llegaron.

Y de nuevo Kamba (que fue coreado por la grada) para desaprovechar los desajustes defensivos granadinos y para acercar con un triple a los palentinos.

Era un remar, un nadar hacia una orilla que cada vez se alejaba más por el acierto de los visitantes que volvieron a ponerse a 12 por encima de los palentinos. Una repetición de lo tantas veces visto esta temporada. Un mundo para remontar, un instante para alejarse.

Guil pedía ánimos, intensidad a sus jugadores. Un último esfuerzo. Y se colocaron a 9, pese a las decisiones más que controvertidas de los árbitros. Nueve abajo a falta de casi tres minutos. 74-83.

Luis Guil: “Cuando te estás jugando la vida hay que jugar los cuatro cuartos como si fueran los últimos de tu vida”

Y otra vez a 7: 76-83. Distancia mínima de seguridad para Pablo Pin, que pidió tiempo muerto para no dejar escapar la victoria mientras el pabellón gritaba “Sí se puede”.

Pero en la siguiente jugada, dos más uno y antideportiva a Pasecniks. 76-87 fue el resultado de la concatenación de castigos. Y aún así, el equipo siguió luchando por sacar la cabeza, aunque las aguadillas eran constantes. Al final 83-91.

Con este resultado, el Zunder Palencia, aunque no está descendido matemáticamente, sus posibilidades son más que remotas.

Se nos va a echar de menos en la ACB.

 

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