La modificación del PGOU que requería su iniciativa para dar un uso residencia a su antiguo colegio en el Cristo ha recibido el visto bueno de la Junta
Las cosas de palacio van despacio y si son urbanísticas, mucho más. En 2019 comenzaron los trámites para convertir el antiguo colegio de las Angélicas de San Pablo de Palencia, ubicado en el barrio del Cristo en un edificio de residencia colaborativa, centro de día para personas mayores y centro residencial de atención a personas mayores dependientes.
Pero esa implantación se chocó con errores en la redacción del Plan General de Ordenación Urbana, que colocaban aquellos terrenos como sistema general (y por tanto público) cuando debieran ser sistemas locales privados y también con el cambio del uso que se le quiere dar al antiguo complejo educativo.
Así que comenzaron los trámites burocráticos de urbanismo que acaban de llegar a su fin con el visto bueno de la Junta de Castilla y León. Tres años después.
Ahora, es cosa de los propietarios (la comunidad religiosa) dar pasos tangibles para convertir aquel edificio dedicado en su día a aulas y a residencia de internas en un alojamiento colaborativo. Aunque el tiempo que ha pasado ha hecho que los promotores hayan modificado algunos de sus objetivos a corto plazo.
Una intervención recortada
Así por ejemplo, aunque inicialmente se planteaba la rehabilitación del edificio principal del colegio para la implantación de 30 unidades de alojamiento como primera fase de la implantación del conjunto, “se ha optado por establecer una primera fase con un máximo de 24 unidades sobre suelo no ocupado por edificación. En la segunda fase se realizarían las otras 24 unidades de alojamiento y en la tercera fase el centro residencial de atención a personas mayores dependientes. El centro de día puede realizarse en fase segunda o tercera”, explican los promotores.
Así la primera fase consistirá en la implantación de 24 unidades de alojamiento y sus zonas comunes. Alojamientos de una y dos habitaciones, aunque con el predominio de las soluciones habitacionales de una. Cabe recordar que el proyecto de alojamiento socio-colaborativo será desarrollado por una Cooperativa Integral de Iniciativa Social o modelo similar, dotada de un Reglamento de Régimen Interior, que establezca, entre otros aspectos, la edad y condiciones de los futuros usuarios. Edades que irán por ejemplo, entre los 45 y los 72 años.
La segunda fase, será entonces la reforma y adaptación del edificio del antiguo colegio (si lo permiten sus condiciones estructurales, constructivas, etc.) para la implantación de las restantes 24 unidades de alojamiento hasta llegar a un total de 48.
El centro residencial de atención a personas mayores dependientes se edificará de nuevas en un espacio que actualmente está libre de edificación.
El centro de día se ejecutará en el momento en que sea necesario para los usuarios y podrá incluirse en cualquiera de las fases (segunda fase de alojamientos colaborativos o fase del centro residencial).
Servicios a prestar
En el complejo se prevé proporcionar los servicios de comida (solo almuerzo en un primer momento, pues los desayunos y cenas pueden realizarse en cada alojamiento), lavado y plancha, limpieza de apartamento y zonas comunes, enfermería básica y servicios profesionales de atención psico-social, fisioterapia, podólogo, etc”, indican en el proyecto.
Según necesidades particulares también cabrían: peluquería, personal auxiliar de asistencia personalizada, centro de día (a través de convenios con otras entidades).
Y una característica hace diferente a este tipo de alojamiento colaborativo: “Las actividades serán gestionadas por los propios usuarios, con el apoyo de los órganos gestores establecidos por la entidad titular responsable de la gestión”.
Frente a otros modelos basados en el medio rural, “este proyecto responde al modelo urbano de alojamiento colaborativo, y presenta óptimas condiciones de inserción en la trama urbana de Palencia, con buena comunicación y transporte urbano, en un entorno dotado de numerosas zonas verdes con circuitos biosaludables”.
“Un modelo extendido”
Esta forma de alojamiento y modelo de gestión común, conocido internacionalmente como cohousing, arranca en los años 60 del siglo pasado en Dinamarca, extendiéndose luego a otros países del norte de Europa, y a Estados Unidos y Canada.
En España hay actualmente más de una decena de experiencias consolidadas; además, en muchas provincias existen grupos de personas con proyectos en fases de estudio o desarrollo. “Se trata, sin duda, de una nueva forma de convivir, sobre todo –aunque no exclusivamente- en la etapa adulta de las personas, mediante el cual un colectivo de personas, de forma totalmente libre, deciden llevar juntos una vida colaborativa y activa, amparada en la tranquilidad de disponer de un sistema de convivencia compartida, en un espacio dotado de multiservicios comunes para atender las necesidades básicas de la vida ordinaria, además de la satisfacción de auto-gestionar el propio futuro. Una vida basada en la colaboración y solidaridad, garantizando un futuro sostenible y asequible a todos los participantes”.
Igualmente explican que “es un modelo concebido para estancia prolongada o indefinida, en lo que podría entenderse como residencia habitual, sin cambiar por ello el entorno familiar o social de referencia. La propiedad suele ser una Cooperativa de iniciativa social, teniendo los socios derecho al uso de forma privada de una unidad de alojamiento, así como a la utilización de todas las infraestructuras comunes y espacios multiservicios. La inversión de los socios es recuperable, incluso transmisible intervivos y a los herederos”.
Ventajas para la ciudad y el barrio
Igualmente, los promotores ven ventajas para la ciudad, porque ”podría ser uno de los primeros complejos de estas características implantado en Castilla y León, con la positiva repercusión en medios sociales que supondría” y con beneficios medioambientales por “la reforma y adaptación de las edificaciones existentes del antiguo colegio (casi 5.000 m2 construidos) dotándoles de nuevos usos, con criterios de accesibilidad y eficiencia energética, sin necesidad de su demolición, lo que supone un buen ejercicio de sostenibilidad en plena sintonía con las políticas actuales de rehabilitación y regeneración”.
También para el barrio del Cristo por la actividad que generaría “el complejo: trabajadores del centro, proveedores de servicios, visitas de familiares y amigos, que fácilmente pueden llegar a constituir una entrada y salida en el complejo de entre 150-200 personas día, con la posibilidad de creación de nuevos servicios –tiendas, bares, etc.- en un barrio carente de ellos. Además, se crearán puestos de trabajo directo: unas 8-10 personas a jornada completa, a los que habría que añadir los servicios de profesionales especializados”.
