Tractores por la avenida de Castilla en Palencia. / Sergio Lozano

Por Mikel Garciandía*

Como comunidades cristianas sentimos nuestras las alegrías y las tristezas, y los problemas que vive nuestro mundo rural.

El sacerdote Mikel Garciandía, nuevo obispo de Palencia
Mikel Garciandía, obispo de Palencia.

Las protestas de estos días suponen una llamada a nuestra conciencia, a salir cada cual, de nuestra existencia, más o menos plácida y segura:

Pueden ser una parada, un momento de reflexión ante la situación que vive nuestro mundo rural hoy.

Son una llamada ante problemas graves a los que no se busca solución duradera.

Deben suponer un tener en cuenta a nuestra gente que vive olvidada por todos… en nuestros pueblos, esos que apenas cuentan, esos que ven cómo otros deciden por ellos y sin contar con ellos.

La nuestra es una sociedad que parece movilizarse con las palabras naturaleza y ecologismo, pero que a menudo no tiene en cuenta a las personas que la viven y cuidan, y tantas veces, como ahora, sufren.

Tras las consecuencias que deja la crisis, el alza de los precios, tanta inequidad en el reparto de los legítimos beneficios, los hombres y mujeres del campo pueden volver a quedarse con sus soledades, sin apenas medios, sin cobertura y en el total olvido… “hasta más ver”. El mundo del campo, de la agricultura, de la ganadería vuelve a ser el mundo de los ignorados y tantas veces utilizados.

Tractorada Palencia – Protestas de agricultores y ganaderos

Los cristianos de nuestra Iglesia local de Palencia no podemos menos de hacernos eco de tantos hogares y comunidades rurales, cuyo modo de vida es cada vez más amenazado e insostenible.

¿Con el ruido de los tractores se les escuchará, o bien otra vez todo quedará en promesas que el tiempo disipa y olvida?

*Mikel Garciandía es el obispo de Palencia.

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