El detenido por la desaparición de Juana Canal es trasladado a la finca donde aparecieron los restos de la fallecida para llevar a cabo una inspección ocular dentro de la investigación que se lleva a cabo. / ICAL

El alcalde, Benigno González, explica que el detenido era “poco conocido” en el pueblo

ICAL

El alcalde de Navalacruz (Ávila), Benigno González Casillas, aseguró que en la localidad ha vivido el trágico desenlace del caso de la desaparición de Juana Canal “bastante intranquila, porque no esperábamos que sucediera una cosa así en nuestro pueblo”.

Además, señaló, “ahora se ha aclarado, pero había vecinos que desde el mes de junio estaban echando la culpa a otra persona que no tiene nada que ver con este asunto y que ya en 2002 estaba viviendo en el pueblo. De hecho ni la Policía ni la Guardia Civil le habían requerido en ningún momento porque creo que tenían claro quién era, pero la gente tiene la lengua muy larga y ese es el problema”, añadió.

Respecto al despliegue policial, el regidor explicó que “donde han estado buscando está a seis kilómetros del pueblo y prácticamente solo lo veía el que pasaba por allí, aunque en el Ayuntamiento sí conocíamos que iban a realizar ese despliegue y les dimos el nombre del propietario de la finca donde han buscado para pedirle permiso. Lo que no sabíamos es que iban a ser tantos los medios que han tenido allí”.

También apuntó González Casillas que al detenido “se la conoce poco porque no va mucho al pueblo” y afirmó que “no es agradable que el nombre de Navalacruz salga en las noticias por estos temas, pero las cosas suceden y hay que aguantar con ello”.

La expareja de Juana Canal, desaparecida en 2003 en el distrito de Ciudad Lineal madrileño y algunos de cuyos restos, concretamente un fémur y el cráneo fueron hallados en un paraje de Navalacruz en 2019, fue detenido este miércoles en las cercanías de la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz en una operación conjunta desarrollada por la Guardia Civil de Ávila y la Policía Nacional de Madrid.

Fue precisamente ese hallazgo el que motivó una nueva y reciente búsqueda en una finca de Navalacruz que también ha dado resultados con la aparición el pasado día 17 de octubre de el otro fémur y un hueso de la cadera que se analizan en los laboratorios de criminalística para comprobar si pertenecen a la víctima.

Tras la detención de J.P.R. fue trasladado a las dependencias de la Comandancia de la Guardia Civil de Ávila y desde ahí fue trasladado a la mencionada finca donde aparecieron esos restos para llevar a cabo una inspección ocular dentro de la investigación que se lleva a cabo. Al mismo tiempo, también se inspeccionará una vivienda de un familiar de esta persona, en un proceso que podría prolongarse hasta este jueves, según han informado fuentes de la investigación.

Despliegue policial

En el último despliegue policial que se desarrolló la pasada semana participaron más de 60 agentes de la Policía y del instituto armado, además de perros expertos en la búsqueda de restos biológicos, así como un georradar y drones que detectan cambios en el subsuelo. El cerco que se marcó se situó en una zona rural situada a cinco kilómetros del municipio abulense de Navalacruz, concretamente en el paraje donde hace tres años un senderista encontró un fémur y un cráneo que resultaron corresponder, tras los resultados de las pruebas de ADN, a Juana Canal.

Cabe recordar que cuando desapareció, Juana Canal tenía 38 años, dos hijos y estaba divorciada, aunque tenía una nueva pareja. Fue en febrero de 2003 cuando uno de los hijos de Juana encontró en el piso familiar una carta en la que la pareja de su madre, el ahora detenido, le decía que ella se había marchado después de una “discusión” y de haber ingerido muchas “pastillas”.

La familia no volvió a saber nada de ella hasta finales del pasado mes de junio, cuando a través de la asociación SOS Desaparecidos la Policía Nacional le comunicó que unos restos óseos hallados por un senderista en Ávila en 2019 pertenecían a la desaparecida. La coincidencia entre los restos encontrados y el ADN de Juana se conoció policialmente a los pocos meses, pero nadie dio traslado de ese resultado a sus familiares hasta más de dos años después, según explicó el entorno de la mujer.

Actualmente, el juzgado de Ávila encargado del caso, el de Instrucción número 3, está impulsando diligencias, como fueron los nuevos rastreos o la inspección de la Policía Científica y Judicial realizada a finales de septiembre en la casa donde vivía Juana, en la calle Boldano del barrio madrileño de Pueblo Nuevo, donde se recabaron numerosos vestigios.

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