Grupo Scout
Medio siglo de educación en valores Algunos de los integrantes del Grupo Scout San Miguel de Palencia juegan a la vaca sentada en la plaza de San Miguel

El Grupo Scout San Miguel de Palencia cumple 50 años e incide en que los ciudadanos del futuro sean “generosos, autónomos y con confianza en sí mismos”

50 años de trabajo y vivencias del Grupo Scout San Miguel de Palencia. Una efeméride que es el resultado de muchas generaciones de chavales que han ido pasándose la antorcha y la ilusión que un día encendieron los fundadores del grupo con el apoyo de la Parroquia, que no deja que se apague. Todo ello de la mano de un movimiento que hace que sus integrantes aprendan a convivir y disfrutar respetándose.

El coordinador del Grupo Scout de San Miguel, Tomás Ortín, explica en declaraciones a la Agencia Ical que se trata de un movimiento educativo (no formal y académica) dirigido a niños y jóvenes, el cual está gestionado por voluntarios que siguen un método con unas características muy definidas.

Es decir, la educación a través de la acción y no de la teoría, en contacto con la naturaleza (campamentos y marchas) y de la convivencia en pequeños grupos de chavales con edades similares que participan en actividades que son atractivas para ellos. El gran objetivo final es “formar personas libres, autónomas y responsables con vocación de servicio a la sociedad”.

Señala que, históricamente, han sido una de las iniciativas más avanzados en el aspecto educativo, ya que muchas de las estrategias educativas que se utilizan ahora en la educación formal, como la gamificación o el trabajo en grupo y en proyectos están en el núcleo del método scout desde su principio.

Más allá de esto, en un momento en el que la sobreprotección se conjuga con la competitividad extrema y la dependencia de las redes sociales, “no hay nada más revolucionario que jugar o irse de acampada con otros para disfrutar y aprender a convivir”. Porque ser scout es tener un “montón de amigos con los que participas y convives en muchas actividades y que se convierten en una segunda familia”, añade.

Todo ello dirigido y gestionado por voluntarios, quien recalca que la “vocación de servicio a la sociedad está en el corazón del movimiento”. “No pretendemos formar voluntarios como tales, sino personas que, desde el lugar que ocupen, desde allí donde la suerte y su vocación les hayan llevado tengan siempre esa conciencia de servicio a la sociedad”.

Esfuerzo y responsabilidad

Ortín traslada que hay chicos y chicas de seis a 21 años, agrupados en unidades o secciones que abarcan un intervalo de tres años. De menores a mayores, se llaman castores, lobatos, scouts (antiguamente, troperos), escultas y rover.

A los 21 años han acabado la etapa formativa y algunos deciden seguir como monitores (‘scouters’), al ser una de las fuentes de ‘scouters’ más importantes con la que se cuenta, aunque también hay gente que se incorpora directamente como ‘scouters’ desde las escuelas de tiempo libre.

Ahora mismo, la diáspora de la juventud en edad de estudiar o buscar trabajo, especialmente aguda en Palencia, está provocando una “tremenda escasez”, por lo que aprovechó para animar a probar a cualquiera que sienta que lo de ser monitor de scouts podría gustarle.

Desgrana que las actividades más importantes, que más gustan y más impacto tienen sobre los chavales son los campamentos y salidas al campo. “Nosotros construimos completamente los campamentos desde cero y todos los chavales participan en la elaboración de acuerdo con sus edades y fuerzas. Hay que cargar y descargar un camión con todo el material, montar las tiendas, la cocina, el comedor, las duchas o los lavaderos”.

Con ello se consigue “un esfuerzo colectivo en el que todos tienen su responsabilidad y que es tremendamente educativo”. Una vez montado, en el campamento se juega, se hacen dinámicas sobre temas sociales, medioambientales, sexuales, espirituales, pero se mantiene el campamento limpio, se cocina y se friega, entre más cosas.

“Es una sociedad en miniatura en la que aprendes valores como la responsabilidad, el cuidado del entorno, la solidaridad, el respeto o la austeridad a través del ejemplo y de la acción, sin que nadie te dé un discurso sobre ello”.

Además, los juegos y las dinámicas son parte esencial de las actividades que desarrollan durante el resto del año en las reuniones semanales. Hay encuentros y acampadas con otros grupos scout de la región para abrir horizontes, puntualiza el coordinador.

Valores como sociedad

Estar en un grupo scout es algo importante y muy serio, porque “forma y transforma a los chicos y les ayuda a crecer como personas”. “No enseña a tabla periódica ni te da un título universitario, pero sí a llegar a ser un adulto responsable, con confianza en sí mismo y que sabe lo que quiere”.

La sociedad actual “está creando adultos insolidarios, inseguros, frágiles y emocionalmente dependientes”, razón por la que se intenta poner el granito de arena para que los ciudadanos del futuro sean “generosos, responsables, autónomos y con confianza en sí mismos”, recalca.

Por ello pensamos que los padres de nuestros scouts o la sociedad en su conjunto, por ejemplo, deberían de darle a este movimiento la misma importancia que le dan a la escuela o al conservatorio y no considerarlo simplemente una opción sana de ocio, porque “es mucho más que eso”, comenta.

El coordinador del Grupo Scout de San Miguel, Tomás Ortín, asegura que muchos de los padres de los chavales son plenamente conscientes de la capacidad educativa del escultismo, porque han visto a sus hijos crecer como personas en el grupo, motivo por el que han ayudado a lo largo de estos 50 años de muchas maneras.

“Tanto a todos ellos, como a los consiliarios y a todos los scouts y ‘scouters’ que nos han precedido en esta aventura de 50 años, que no saldrá en los libros, pero que habrá contribuido a dejar este mundo un poco mejor de lo que lo encontramos, quiero darles las gracias en nombre de los que componemos el grupo en la actualidad”, apostilla Ortín.

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