Edificio que el Ayuntamiento de Monzón ha solicitado a la CHD.

El Ayuntamiento de Monzón solicita a la CHD la cesión de un edificio cerrado desde hace 40 años para crear un alojamiento rural “de acuerdo con la estética de la casa”

Su visión a media luz es perturbadora. Tejados en pico. Ventanas altas bajo tejadillos, chimeneas que se elevan pero que hace tiempo que no dejan escapar humo. Sobreventanas de madera ajada, en la misma situación que los aleros. Paredes de piedra y ladrillo… y oquedades abiertas por las que de vez en cuando se ven ojos observando… Detrás, unos árboles que, depende de cómo se mueven, pueden llevar a imaginar cómo entra por una de las ventanas una bruja a lomos de su escoba.

Con esa sensación de temor a lo que había dentro han paseado los niños y los no tan niños junto a ella durante 40 años en su camino entre el centro de Monzón y el barrio de La Azucarera. Si tuviera una valla chirriante, durante las noches de viento y lluvia hubiera sido una localización perfecta para una película de terror. Al menos de cine inquietante.

Y eso mismo es lo que el Ayuntamiento de Monzón quiere para esa casa. Que no se pierda esa esencia misteriosa que la envuelve, pero que se la pueda dar un uso y ser un atractivo para el pueblo.

Una lechuza ha hecho de este edificio su morada y observa desde el interior.

40 años sin uso

Ubicada entre la carretera N-611 y la acequia del Canal de Palencia, la edificación, que en su día albergó oficinas y las viviendas de los acequieros, pertenece a la Confederación Hidrográfica del Duero. Pero desde hace “unos 40 años está cerrada y sin uso”, comenta el alcalde de la localidad, Mariano Martínez.

Hace unos 30 años, en concreto en 1990,  se la arregló el tejado, que permanece en aparente buen estado, lo que ha salvado a la edificación, que data de 1930, de haber dado con sus piedras sobre el suelo. Es cierto que se arregló el tejado, y se arreglaron los paramentos, pero también que se cerraron las ventanas y se cegaron las puertas con ladrillos. Y así lleva desde entonces.

Cesión.

Por eso el consistorio terracampino ha solicitado a la CHD la cesión de ese inmueble. Una petición que los munícipes le reiteraron a la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, durante su visita a la localidad.

El edificio es casi centenario. Fue construido en 1930.

La intención del Ayuntamiento es “convertirla en un alojamiento rural”. Pero no de esos convencionales “en los que se les cambia el mobiliario y ya”, indica Martínez. La idea es que sea un alojamiento tematizado. Y no un alojamiento rural con encanto, sino con encantamiento, con misterio. “La edificación se presta a ello”,  reconoce el alcalde.

El proyecto ha tenido la aparente bendición tanto de la CHD como de la delegada del Gobierno, que se comprometió a mediar en la relación entre el Ayuntamiento y el organismo de cuenca. De hecho, la entidad responsable de las aguas está iniciando el procedimiento para pasar la documentación necesaria al municipio y “permitirnos entrar para que nuestro arquitecto haga una valoración del estado del edificio y podamos redactar el proyecto para remodelarla y adecuarla a la idea que tenemos”. Porque como nadie ha entrado desde hace años, se desconoce el verdadero estado interior, habitado ahora por, al menos, una lechuza.

Martínez (i) junto al subdelegado del Gobierno en Palencia, Ángel Miguel, y a la delegada en Castilla y León, Virginia Barcones, ante el edificio.

No será el Ayuntamiento quien regente este alojamiento rural ‘tematizado’ sino que la intención es que esa parte la realicen personas especializadas y conocedoras del sector. “El Ayuntamiento no tiene, no tenemos, los conocimientos necesarios para regentar un negocio de ese tipo”, apunta el regidor.

Varias viviendas.

A falta de un estudio preliminar, Martínez recuerda que el edificio tenía varias viviendas y espacios que pudieran utilizarse como zonas comunes en los fines esperados por el Ayuntamiento. No en vano, la ficha del catastro muestra que la edificación tiene casi 300 metros cuadrados que están divididas en dos viviendas de 137 metros cuadrados cada una, a lo que hay que sumar un almacén de unos 20 metros.

A todo ello, hay que recordar que tiene una parcela de unos 1.000 metros, ahora totalmente perdida, y llena de hierbajos, pero recuperable para los fines que se pretenden y para que, aunque la tematización que se dé a la mansión de la CHD pueda dar miedo, todo lo que esté alrededor lleve al futuro alojamiento, a tener su encanto si el proyecto llega a buen puerto.

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